Opinión

El poder de la gente…

5 de octubre de 2020

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Alejandro Bautista González


Pareciera que en la recién finalizada semana la mejor noticia trasmitida fue la resolución emanada de la Asamblea Nacional, de convocar al país a una CONSULTA POPULAR y resolver, así, la disyuntiva existente de si el régimen gobernante continúa en el poder o, por el contrario, se hace a un lado, poniendo de esta manera fin a la usurpación.

La CONSULTA a la gente constituye una salida inteligente y sensata para que “el pueblo” y “el régimen”, que se disputan el poder, de una vez por todas y sin traumas, pongan fin al tortuoso camino por el cual andamos, precipitando al abismo, más y más, a nuestra querida Venezuela, país de libertadores y tierra de promisión. La resultante de este certamen puede significar el preludio del renacer de la paz, la prosperidad y bienestar que todos queremos, o por el contrario, la permanencia y agravamiento de los múltiples problemas que hoy nos agobian.

Si tomamos el camino de la sensatez, el país ganará y el cambio no será traumático, bajará la presión hacia el régimen y el pueblo batallador y entusiasta se esmerará en participar masivamente y conquistar las metas que se propone: La Consulta tendrá un éxito trascendental. Creo en el poder de la gente y el pueblo organizado. Unido es capaz de mover montañas y hacer realidad sus buenos deseos.

El poder de la gente es mucho más grande que la gente en el poder, escribió Wael Ghonim, jefe de mercadotecnia de Google en Medio Oriente y el norte de África, en la portada de su libro Revolución, donde narra sus memorias sobre el surgimiento de la Primavera Árabe.

Estas palabras y el deseo de millones de personas de vivir en libertad nos recuerdan el mundo en que vivimos. Un mundo en el que muchas veces no nos damos cuenta de la capacidad y el potencial que tenemos para cambiarlo, simplemente porque nos menospreciamos o porque no alcanzamos a ver el poder transformador de nuestras ideas y acciones, tanto de manera individual como trabajando en equipo.

El error es creer que el futuro está definido. En su libro más reciente, El fin del poder, Moisés Naim explica que las estructuras de poder en el mundo están cambiando. Hoy el poder es más fácil de obtener, más difícil de ejercer y más fácil de perder. Esto representa una enorme oportunidad para millones de personas que en Venezuela tienen la convicción y determinación para ser hacedores del cambio que el país reclama.

La razón no grita, la razón convence. La lucha está planteada entre el triunfo del SÍ y la derrota del NO. Es el enfrentamiento del bien contra el mal. El momento es crucial y no podemos equivocarnos. NOS JUGAMOS A ROSALINDA: pretendemos el triunfo de la libertad sobre el oscurantismo o tiranía del socialismo-comunismo.  Bien sabemos que “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y la doctrina de la envidia”. Los 20 años perdidos del régimen, sin obras ni resultados que mostrar, tan solo su fracaso y el malestar general de un pueblo que lo repudia, constituyen el mejor argumento para exigir su inmediata dimisión. Que el mismo pueblo decida: La CONSULTA POPULAR señalará el camino y la respuesta del pueblo será inequívoca.  Creo en EL PODER DE LA GENTE: ¡Voz del pueblo, voz de Dios!  Que el día de LA CONSULTA nadie se quede en su casa. La asistencia para depositar su decisión debe ser masiva, entusiasta y tempranera.

Un triunfo del SÍ nos permitirá soñar con libertad, el renacer y la prosperidad de un nuevo país. Un triunfo del NO nos reducirá al ostracismo…a la sumisión…a las tinieblas, y se verá comprometida la felicidad de nuestra familia…o tendrá que tomar el largo e incierto camino del exilio. ¿Qué prefiere?

Compatriotas venezolanos: enfrentamos el momento de la verdad y la decisión: ¿libres como el aire o esclavos y humillados por siempre? El día de La Consulta hay que salir a fijar nuestra posición. Que nadie se quede en casa y traiga a sus vecinos. Nuestra patria está en peligro: preparémonos para rescatarla y defenderla. No lo dude, su decisión cuenta.

Concluyo con dos expresiones del primer ministro inglés, sir Winston Churchill, en momentos cuando en la Segunda Guerra Mundial los alemanes dejaban caer bombas sobre Londres y el pueblo, preocupado, le preguntaba ¿Qué hacer? y él responde: “No tengo nada que ofrecer, excepto sangre, sudor, lágrimas y esfuerzo”.

Luego, tres días después de que Alemania empezara su ofensiva en Occidente, en un imponente y aplaudido discurso pronunciado en la Cámara de los Comunes. en mayo de 1940, inspirado en su gran patriotismo, conmina al pueblo a luchar por su país con estas trascendentales palabras, que pusieron de pie a la Cámara, ahogada en gritos de euforia:  “Nosotros defenderemos nuestra isla, lucharemos en las playas, lucharemos en los campos de aterrizaje, lucharemos en los campos y las calles, lucharemos en las colinas; y… nosotros nunca nos rendiremos”.

*Doctor en Cooperación Internacional. Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional

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