Opinión

La nueva Venezuela que queremos – Parte II

7 de mayo de 2020

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Alejandro Bautista González *

 

Procediendo a la conformación del sugerido plan de reingeniería para  la reconstrucción del país, tan pronto cese el gobierno de  usurpación, se delinearon dos vertientes, correspondiendo en primer término organizar y administrar la  “emergencia humanitaria” en la población más afectada por la crisis.

La emergencia humanitaria puede atenderse con programas efectivos de protección social, que no sean ejecutados a través de distorsiones de precios y controles ni utilizados como herramientas de extorsión política de los más vulnerables. La ayuda humanitaria proveniente de donaciones de la comunidad internacional, por lo regular se entrega sin costo alguno; pero cuando es adquirida por el Estado, bajo la forma de compra, entonces si puede fijarse un precio al público, en tal caso, puede significar un “precio mínimo”. Cabe señalar que el Plan País, presentado por el Presidente encargado; Juan Guaidó, se prevé un esquema inicial de subsidios directos, precios diferenciados de acuerdo con la capacidad de pago de los diversos sectores de la población, hasta que los niveles salariales permitan eliminar dichos subsidios.

Se trata de abastecer y dar acceso continuo a bienes y servicios de primera necesidad, a dar una atención especializada a los sectores salud, educación y nutrición de los más desfavorecidos e incentivar empleos de calidad y protección del ingreso familiar.

Esta primera etapa de “emergencia humanitaria” se iniciará, a partir de los primeros 60 días de posesionado el nuevo gobierno (gobierno de transición) y podrá extenderse hasta unos 18 meses, permitiendo así, solventar en lo posible, la crisis heredada.

La segunda vertiente o fase del Proyecto de reingeniería para reconstruir el país, constituye la esencia misma de la Venezuela que queremos. Se trata de un ambicioso proyecto que hará posible, en el corto, mediano y largo plazo, cambiar la imagen de un país destruido y en desbandada, a un país desarrollado, autosuficiente, orgulloso y feliz.

Hay consenso. Los venezolanos hemos aprendido en dos décadas perdidas por el sufrimiento, a consecuencia de la crisis generada por un mal gobierno comunista: dictador, usurpador y muchos calificativos más. Por eso, exige su inminente salida para rehacer La Venezuela que queremos. Gobiernos como el actual, son nocivos para el país: ¡no los queremos! ¡Tienen nuestro repudio!

La delineación de esta fase, deberá iniciarse desde el gobierno de transición. Constituye el soporte esencial para la transformación de Venezuela, porque en ella se desarrollará el diseño y ejecución del milagro que, Dios mediante, nos ha de permitir saborear la felicidad de un país en progreso.

Existe coherencia. En la práctica, el Plan está suficientemente avanzado y ya es del conocimiento público. Existen dos versiones: de una parte, está el Proyecto País, presentado desde 2014 por el Movimiento Independiente Democrático (MID) del Estado Táchira; de otra parte, está el Plan País, ofertado por Juan Guaidó en 2018 para la recuperación de Venezuela. Ambos proyectos son coherentes y armonizan en sus conceptos y planteamientos. Condición ésta que podría ser aprovechada para consolidar en un solo proyecto, las más importantes y significativas propuestas que más beneficien al país y aporten al pueblo mayor  suma de felicidad.  Mi experiencia de haber participado en la elaboración de 3 Programas nacionales de gobierno y la visión que tengo sobre mi país, me permiten prever que la consolidación de las dos ofertas en un solo proyecto, constituyen una decisión inteligente que apunta a un final feliz.

El proyecto consolidado deberá atraer y cautivar al electorado. Debe ser integral y convincente, ambicioso y realista; debe dársele  carácter de Ley para que se ejecute en el tiempo previsto y debe tener un “ente contralor” que supervise su estricto cumplimiento; deben establecerse penalidades por demoras e incumplimientos específicos de entes públicos o privados, responsables de su ejecución.

En síntesis, la programación y ejecución del Proyecto Consolidado de reingeniería para reconstruir la Venezuela que queremos, y el nuevo gobierno que resulte, concluida la usurpación, debe determinar sus prioridades y fijarse como un reto, la confianza del pueblo para lograr, entre otros: a) Organizar y administrar la emergencia humanitaria, b) Afianzar la economía, reducir los altos índices inflacionarios, recuperar el valor de nuestro signo monetario c) Recuperar y afianzar la industria petrolera, hasta recuperar los niveles de producción de 1998, d) Actualizar y modernizar los servicios de salud, educación, vivienda y servicios públicos eficientes, y  e) Garantizar la seguridad ciudadana integral, además de generar confianza y seguridad jurídica.


*Doctor en Cooperación Internacional, Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional

 

 

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