Alejo García Sierra
A final del siglo XVII en algunas colonias Iberoamericanas, había indicios de fertilidad, riqueza y promesas de abundancia, lo cual incentivaba a sus habitantes a ideales de progreso, libertad, derecho del hombre e independencia del yugo de España. Mientras en otros territorios aledaños existía pobreza, discriminación política y social, así como transgresión a sus derechos humanos y fundamentales. Tal situación hace que la clase política piense en luchar por un cambio de vida más cónsona a sus costumbres. Dicha aspiración, incentiva a unos cuantos personajes de la sociedad colonial, para iniciar movimientos revolucionarios en pro de su libertad y demás conquistas. Así aparecen líderes que conducen maniobras en varias colonias. Todos esos intentos fracasaron, pero dejaron un sabor insurrecto para futuras generaciones y líderes apegados a esos deseos de libertad.
A escasos años, para culminar dicho siglo en el seno de una familia descendiente de padres de la aristocracia caraqueña y de antepasados de estirpe vasca, nace en Caracas el 24 de julio de 1783, el niño Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios. La familia Bolívar era de ejemplo de aristocracia mantuana. El primero de ellos que arribó a la costa firme americana en 1588 fue don Simón de Bolívar en compañía de un gobernador de Venezuela. Era un hombre activo y político. Desempeñó el cargo de Procurador de la provincia de Caracas ante el Rey Felipe II, unos años después. Las generaciones de las familias continúan con un segundo Simón de Bolívar en calidad de clérigo, quien enviudó y uno de sus retoños sirvió como capitán, Corregidor y Justicia Mayor de la Capital Provinciana. Después Don Juan de Bolívar al final del siglo XVIII defiende a la Guaira contra piratas y contrabandista y a su lado también actuó su descendiente Juan Vicente Bolívar como oficial voluntario.
Juan Vicente Bolívar y Palacios era Coronel del Batallón de Aragua de las Milicias Regladas y así mismo progenitor de Simón Bolívar, futuro Libertador de Venezuela y otras patrias. Había vivido unos años de juventud en la Corte de Madrid y más tarde se dedicó a la actividad productiva de ganado, cultivos, innovaciones industriales y comercio. Su madre, María Concepción Palacios y Blanco, sus apellidos provenían de españoles llegados a suelos americanos en los siglos XVI y XVII. La niñez del chiquillo Simón sufrió dos percances notables. A los tres años fallece su padre que tenía setenta años de edad y deja una viuda de veinte y ocho primaveras y con cuatro hijos. Estos descendientes heredan una gran fortuna para la época. La viuda se dedica a la administración de las propiedades agrícolas en los Valles de Aragua. A los nueve años fallece su madre, a raíz de estos lamentables acontecimientos el infante Simón vivió una época convulsionada por su rebeldía y su inconformidad por estar al cuidado de su tío tutor Carlos Palacios y Blanco, de carácter tosco y duro, lo cual producía en el párvulo animadversión y rechazo. Durante ese tiempo desempeñó un papel estelar en su crianza la Negra Hipólita. Sin haber asistido con regularidad a una escuela pública y determinado tiempo, tuvo suerte de contar con grandes y eminentes maestros como el padre Andújar, Andrés Bello, Simón Rodríguez (iba a la escuela pública regentada por este esclarecido educador de ideas pedagógicas y sociales originales y progresistas), Guillermo Pelgrón, José Antonio Negrete, Miguel José Sanz, entre otros.
La vida militar emprendedora y libertadora del Genio de América sobresale con un palmarés inigualable por otros personajes, similares en estas actividades a nivel mundial. Antes de cumplir 14 años en 1796 ingresa como Cadete de Milicias Blancas de los Valles de Aragua, de ahí egresa como Subteniente de la sexta compañía del Batallón de Milicias, el 7 de octubre de 1797. De su regreso del primer Viaje a Europa, el 16 de Diciembre de 1802 asciende a Teniente del Batallón de Milicias. Al ocurrir los sucesos del 19 de abril de 1810, es promovido a Capitán por la Junta Suprema de Caracas, el 24 de mayo del mismo año. Al ser nombrado en la misión diplomática junto a Andrés Bello y Luis López Méndez para visitar Londres, es designado Coronel. De su regreso a su patria y bajo las órdenes del Generalísimo Francisco de Miranda toma parte en el sitio y redición de Valencia en julio y agosto de 1812. Esta acción bélica constituyó el bautizo de fuego de Simón Bolívar.
Veamos la acción guerrera del nombrado en ese tiempo Libertador. El 27 de julio de 1808 en Caracas el régimen español detuvo a varias personas señaladas de sedición. A Simón Bolívar, sus amigos le recomendaron que no se mezclara con reuniones conspirativas. Decidió entonces ausentarse, dirigiéndose a su hacienda en los Valles de Aragua. Por eso no tuvo participación en el 19 de abril de 1810. Pasada su actuación en Valencia, comanda la plaza de Puerto Cabello. Al final de 1812 pierde esa plaza por la traición del militar patriota Francisco Fernández Vinoni. Perdida la Primera República se exilia en Curazao, a los pocos días pasa a Cartagena y piden ayuda al Gobierno de la Nueva Granada para invadir a Venezuela. Conseguido el permiso inicia la Campaña Admirable, el 14 de mayo de 1813 y llega finalmente triunfante a Caracas el 6 de agosto de 1813. En Mérida la Municipalidad le había conferido el título de Libertador el 23 de mayo y la Municipalidad de Caracas le otorgó lo mismo el 14 de octubre del año en curso.
Comienza ahora una notable ascendente carrera militar, política y de estadista. Está convertido en un estratega líder continental. En su haber emancipador contiene La Liberación de la Nueva Granada en la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819, a Venezuela en la Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, a Ecuador en la Batalla de Bomboná el 7 de abril de 1822, al Perú en Junín, el 7 de agosto de 1824 y creación de la República de Bolivia, el 6 de agosto de 1825. Aunado a esta transcendental gesta militar, El Libertador Simón Bolívar nos dejó una extraordinaria obra de estadista así: la convocatoria del Congreso de Angostura en 1819, la creación de la Gran Colombia en 1819, la realización del Congreso de Cúcuta en 1821, la invitación al Congreso Anfictiónico de Panamá en 1824, la Convención de Ocaña en 1828 y el Congreso Constituyente de Bogotá en 1830.
Junto a esa prestigiosa misión de estratega y militar produjo un conjunto de documentos de gran valía, donde reflejó ser un hombre con ideales de sabiduría, de tenacidad, visionario, inflexible, generoso, perseverante y de ideas de liberación de los pueblos oprimidos por el yugo español. Para confirmar esos dotes de autor: El Manifiesto de Cartagena de 1812, La Carta de Jamaica en 1815, El Discurso ante el Congreso de Angostura en 1819, el Delirio sobre el Chimborazo en 1822, y miles de cartas, proclamas, discursos y artículos literarios. Todo esto confirma que el Libertador Simón Bolívar tuvo en grado excesivo el don de expresión de los grandes pensadores.
Al conmemorar los 237 años del natalicio de nuestro Libertador Simón Bolívar, los venezolanos nos sentimos orgullosos de su legado descollante como militar, político y estadista visionario de los sucesos de su tiempo y los del futuro. Pero estamos apesadumbrados porque nuestra democracia está seriamente amenazada en los momentos actuales.