Opinión

Pandemia y economía

30 de julio de 2020

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Alfredo Monsalve López


Todos, en el planeta, vivimos un momento sumamente crucial, decisivo. Incluso, miserable. Unos menos que otros. Pero, la peste que nos azota, no distingue entre color, raza, credo, edad, sexo. Está allí, al acecho. Cazando al que se descuide para llevárselo con su guadaña. Y como dice el aforismo popular: “pagamos justos por pecadores”. Es la realidad. Algunos desalmados, incrédulos, transgresores, hacen caso omiso al llamamiento del cuidado que se debe seguir, y zúas, llevan consigo el contagio. El ejemplo está a la vuelta de la esquina. Porque hay que decirlo a vox pópuli: también el que hace el llamamiento, en muchos casos, permite, incluso, la desobediencia. Voy a detenerme en este desafortunado ejemplo: cuando usted como autoridad llama a “flexibilizar” un confinamiento obligatorio, hasta un horario específico, y observa que la ciudadanía se lanza en cambote por las calles y busetas o autobuses llenos de pasajeros (incluso camiones atiborrados), y no hace nada para corregir esta garrafal arbitrariedad, entonces usted es corresponsable de las nefastas consecuencias. Punto. No obstante, se vuelve a llamar a que se repita el “río de gente”, pues la vaina da crispación.

A lo que voy. A ver. La peste se expande precisamente porque el control es deficiente. Lo vemos, vía redes sociales, en las diferentes ciudades del mundo. Obviamente que la economía ha caído estrepitosamente. Muchos países afectados por la pandemia, se ven con la “soga en el cuello” en sus respectivas economías.Ahora mismo, la Unión Europea ha aprobado más de 750 mil millones de euros para recuperarlos ingresos perdidos. Igual hace el gobierno de los EEUU. Incluso, al parecer entregan subsidios a las empresas y a personas. Sin embargo, son permisivos a la hora de controlar a sus habitantes sobre la pandemia y posterior cuarentena. En Venezuela, por ejemplo, se oye a una autoridad civil diciendo que la “flexibilidad” va acompañada de “un gran operativo cívico militar”. Y resulta que las calles están atiborras de gente, menos de autoridad alguna. Hay casos excepcionales donde existe la vigilancia. Pero en general, nada que ver con el control.

Preguntas para la reflexión: ¿cómo le dice usted a una persona que no salga a la calle si ésta debe adquirir alguno que otro alimento? ¿Qué le ofrece usted a una familia para que no salga a la calle, si en su casa no cuenta con los servicios básicos? (Estamos saciados de mencionar la lista).Otra pregunta para la reflexión: ¿acaso el letal virus “aparece” solamente por las tardes?Me formulo esta interrogante,porque en el mercado de una ciudad del estado Táchira y sus calles adyacentes (incluyendo su plaza a un costado), los sábados se observa (haya o no “flexibilidad”), cantidad de personas buscando obtener algo. Merodeando con su preocupante inquietud. Y a partir de la 1 o 2 pm, se desocupan las calles. Es decir, ¿durante las mañanas podemos salir del encierro porque el COVID-19 es por las tardes? Por Dios. El confinamiento debe ser de verdad “radical”. Mire las cifras de la OMS: más de 16 millones de contagiados, y los fallecidos superan los 600 mil.Cambiemos de tema: las irregularidades producen espasmos.

Para concluir, es necesario que el régimen se aboque a buscarle solución, no a la pandemia, (es ilusorio), sino a las miles de empresas que están en “banca rota”, a los millones de hogares venezolanos, a los hombres y mujeres que han quedado desempleados, a los pensionados que desde hace rato, su miserable pensión es la más baja del planeta (no llega a 2 dólares por mes), y satisfacer las múltiples necesidades de servicios públicos a las familias, en fin, es justo y necesario que no se hable más broza y se muestre, al menos por un momento, la proactividad que hace falta en cualquier sujeto que se precie de líder.Punto. Y para este tema, no existe debate. Cúmplase pues. Chao chao.

[email protected] /@monsalvel

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