Opinión

Pasión por la Vida

27 de mayo de 2024

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Julieta Cantos

Lo que somos

Percibo una reactivación en torno a actividades tanto académicas como deportivas, ambas con visión formadora, pero además descentralizadoras, desde principios de año.

La primera de ellas fue una convocatoria para la selección estadal de mini voleibol, la cual se realizó en Lobatera. Toda una generación de jóvenes deportistas comprometidos con esta disciplina, junto a sus entrenadores, con mística y disciplina…y por supuesto padres y familiares en torno al evento con igual compromiso. Yo asistí porque mi nieto era uno de los que participaban. Lo había acompañado en diversos campeonatos, pero todos realizados en San Cristóbal. Ciertamente hubo algunas competencias en otras ciudades y estados, pero era la primera vez que asistía a la clasificación para la selección estadal…y que se desarrollara en Lobatera me llamó la atención. Primero, por el esfuerzo realizado por todos para que la organización y participación fuera la deseada. Normalmente este tipo de selecciones se hacían en la ciudad capital. Hasta hace poco eran los otros los que debían desplazarse hasta San Cristóbal, en tanto que de un tiempo para acá muchos de estos eventos se realizan de manera descentralizada, en donde la mayoría tiene que desde sus lugares de residencia coordinar su logística para asistir, y además a una ciudad pequeña. El ambiente era de alegría, de tensiones, expectativas, recelos, solidaridades, todas las emociones que conforman un evento de este tipo, sobre todo siendo que es un evento competitivo.

Para mí fue redescubrir Lobatera. Limpia, con hermosas posadas, nuestra particular sazón reflejada en la comida, la cordialidad y atención que va más allá de un servicio turístico. La ubicación de la cancha era de fácil localización, una instalación mantenida a pesar de los problemas de agua y luz sobre todo durante el primer trimestre del 2024. Las instalaciones educativas en torno a ella, eran igualmente amplias, iluminadas, mantenidas.

Con este tipo de evento podemos aprender a redescubrir lo que somos, lo que realmente es importante, así como el esfuerzo mancomunado por concretar objetivos a corto y mediano plazo. Aplaudo este esfuerzo cuyo ambiente competitivo, familiar y festivo imperó de forma permanente.

No importa hacia dónde dirija la mirada, me encuentro con equipos participando en el campeonato estadal de voleibol, ya sea la categoría infantil o la mini, en San Juan de Colón, en San Cristóbal o en El Piñal; me llegan noticias sobre la liga venezolana de voleibol de playa o encuentros de futbol en torno al torneo estadal, y cómo la selección Venezuela femenina de Fútbol Sub 20 clasificó al mundial 2024.

La venezolana Yoveinny Mota logró clasificar a los juegos olímpicos de París 2024 con el segundo mejor tiempo en los 100 metros vallas del torneo NCAA West First Round. La también venezolana Joselyn Brea batió el record nacional y panamericano en el Gran Premio de Los Ángeles. Hasta ahora la representación venezolana –nuestra representación- para las olimpiadas en Francia suma 27 participantes. La garrochista venezolana Robeilys Peinado ganó el campeonato iberoamericano 2024, y Rosa Rodríguez logró oro en el lanzamiento de martillo de los juegos Iberoamericanos de Atletismo 2024. Todos jóvenes comprometidos con su disciplina y su país.

En abril, el Ron Santa Teresa 1796 recibió el galardón como Ron del Año 2024 en Berlín.

Los doctores venezolanos Jon Paul Rodríguez y Ernesto Medina, investigadores del IVIC obtuvieron el primer y segundo lugar para Venezuela en la tercera edición del ranking de los mejores científicos en ecología y evolución realizados por Research.com. 

La lista es infinita, por lo que me disculpo ante todos aquellos no nombrados… Lo importante es que son noticias que pertenecen al “periódico de ayer”, pero que no llegan a ser suficientemente destacadas porque se diluyen en la avalancha de muchas otras. Como saben, mi nueva tarea es redescubrirnos en lo positivo de lo que somos, y esa decisión es porque realmente cada vez que volteo la mirada me enorgullezco de lo que veo. No tengo que hacer un esfuerzo especial, simplemente es el resumen de lo que somos, son las decisiones, actividades, capacidad de organización y compromiso de los que se quedan. Aquellos que les dan continuidad a sus proyectos y aquellos que emergen como una nueva generación, en lo académico, deportivo, productivo… Sigo entonces con el Táchira.

La semana pasada, por obra y gracia del grupo de Whatsap sobre Pastoreo Racional Voisin, al cual pertenezco, me enteré por Nelson García, también integrante del grupo y oriundo de Seboruco, que habría una conferencia, totalmente gratis, el viernes 17, sobre el “Control Biológico de la Garrapata” en ese su pueblo. La actividad se realizaría en la ETA, Escuela Técnica de Agronomía de Seboruco. El ponente, un venezolano, Karel Lemoine, ingeniero agrónomo, investigador y experto en ofidiología, productor y como él mismo se autonombra: “cultivador de suelos”. Karel nos explicó que en la naturaleza todo tiene su control biológico, siendo la garrapata un patógeno porque infecta, enferma directamente, y es una enfermedad zoonótica, lo cual significa que si un animal la tiene, este se la transmite al ser humano. Es representante de la empresa Nutra Terra, la cual ha venido desarrollando varios productos dentro de su línea de producción de control de cultivos, que son biológicos u orgánicos. Los primeros son sustancias hechas a partir de varios organismos vivos (un hongo por ejemplo), y los segundos son sustancias hechas a partir de derivados de vegetales o animales, como el extracto de las hojas del Nim, que es un producto orgánico usado como un excelente controlador de plaga. Desde el principio fue claro. Su interés es promover un producto desarrollado por Nutra Terra que combate en este caso particular, la garrapata, con total efectividad y totalmente inocuo para el animal, el ser humano que lo aplica y para la tierra y el ambiente. Reconozco que me ganó de una. Fue profesional, directo, claro y explicativo. Mi orientación es producir de la manera más ecológica posible sin secuelas, y con racionalidad. Si encima es una empresa venezolana que invierte en investigación para el desarrollo de productos para el control biológico de enfermedades… Me anoto.

Mi decisión de asistir al evento fue acertada. Como acertado fue ir acompañada de dos amigos, ambos productores, tachirenses y con criterios ecológicos…o por lo menos de mínima intervención. El recorrido desde San Cristóbal a Seboruco fue un disfrute. No me canso de andar las rutas de nuestro estado… Siempre sorprenden. Desde la parada que hicimos al pasar Lobatera, en el sector el Cruce para desayunar unas suculentas empanadas, hasta la llegada al pueblo…que como todos nuestros pueblos, se nos presentó limpio, cordial, mantenido. Conseguir la escuela fue fácil, pero lo verdaderamente interesante fue el hecho cierto de que una vez más el evento se realizó no en la capital del estado, sino en una población pequeña con vocación agropecuaria. Los asistentes, en su mayoría estudiantes de la ETA, muchachos jóvenes, interesados y una vez más se patentizó el amor por la patria chica. Nelson, si bien es oriundo de Seboruco no vive actualmente allí, sin embargo viaja regularmente a su pueblo, y desde la distancia se preocupa por divulgar y realizar actividades que lo consoliden. Fue gracias a él que fui al evento.

Pero el cuento no termina aquí. Uno de los dos amigos conocía a un muchacho joven egresado de la UNET como ingeniero industrial, David Delgado, quien montó un invernadero en el sector La Azul, entre Los Haticos y La Quinta en el municipio Seboruco, y nos llevó a conocerlo… Fue sorprendente. Como arquitecto me impactó la distribución de los semilleros sobre estructuras alzadas distribuidas a lo largo y ancho de todo el terreno, en especies de terrazas, fáciles de recorrer gracias a las callejuelas entre una y otra. El uso de las telas o lonas –polisombra-cuyo material es especial para ser utilizadas como protectores aéreos de los semilleros, a los cuales en base a la experiencia les colocó otra capa en determinadas zonas para proteger a las más débiles, y fortalecer la germinación… pero como productora me maravilló la concepción del proyecto. A David le contratan para que actúe como propagador, cuidador de los semilleros según especie requerida por los productores de tomate, pimentón, ají, albahaca, cebolla… Todo lo que puedan imaginar. Es como un hotel. Él aloja las semillas que se convierten en matitas y luego en matas adultas, las cuales serán trasladadas posteriormente a las parcelas o unidades de producción del productor final. La capacidad instalada de su invernadero es de dos millones de plantas. Así como suena. Y normalmente el “hotel” está lleno. Definitivo, somos emprendedores, visionarios, productivos y como en las novelas por entrega, para el próximo artículo les contaré sobre el encuentro de apicultores realizado en la UNET el sábado 17. Nos reencontramos la próxima semana. ¡Me encanta ser venezolana!

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