Carlos Orozco Carrero
Prepararon un pollero grande para ir y venir de un día para otro y se arrancaron para La Grita. Solicitaron cita para actualizar cédula y pasaporte en la oficina del SAIME en las tierras del Santo Cristo Bendito. Pulquería, Melquiades y el gordo Sósimo metieron unos toletes de puerco con papas sancochadas y llegaron a destino. Regresaron muy contentos con el trato considerado que les dieron en el ente oficial. Desde el director de la oficina y todos los empleados que allí laboran atendieron a todos los que llegaban a buscar ayuda en su identidad. Aquí contaron que les fue muy bien y están esperando a que llegue su pasaporte a la oficina para darse otra vuelta sin tanto apuro. Es bueno que lo traten a uno con respeto y amabilidad como hicieron con mis tíos. Me dan ganas de pegarme con estos viejos jodedores a disfrutar del paseo más bonito.
Manuel Alejandro estuvo en un programa de televisión para conversar sobre los tantos cantantes que llegaron a la fama a través de sus composiciones. En el mismo programa estuvo unos días antes nuestro ´paisano José Luis Rodríguez, quien se refirió a Manuel Alejandro como un sastre que hacía los trajes de sus canciones para ofrecerlos a los mejores de intérpretes de habla hispana. El laureado autor aseguró que el cantante más exquisito en español de América era José Luis Rodríguez. Se siente bonito al saber de estos reconocimientos a los venezolanos en el mundo entero, cariños.
Vienen Las Grandes Ligas, señores. Ahora a buscar el viejo sillón para disfrutar de las jugadas más emocionantes del deporte de las mayorías criollas. Por cierto, en el Centro Latino se produjo un triple play relampagueante que sorprendió a todos los asistentes. Tres hombres en base y al bate un pelotero oriundo de Lobatera. Bateó dos ruyas de foul por tercera base y algo presagiaba la debacle del equipo Venados. En efecto, un trepidante rodado por tercera base y el tal Cheo Recogió con dificultad para pisar la almohadilla y tirar sobre la segunda, donde Hinojoza agarró el piconazo difícil para pisar y en un sobre salto altísimo le lanzó al primera base Adolfo Contreras, quien, en un esfuerzo supremo, se elevó para atrapar la bola y completar tal hazaña deportiva.
En los días en que las tierras del Uribante recorrían enormes espacios hasta las tierras planas y un poco más allá, un caballero recorría esos terrenos vírgenes en busca de animales salvajes con la intención de arrancarles la piel para exportarlas a Europa. El hombre era descendiente de alemanes llegados a nuestro país después de la guerra. Serpientes, dantas, tigres y osos eran los preferidos del catire en su depredación de nuestra fauna primera. Eso lo contaba el señor Anselmo Mujica Huiza en un velorio cerca del Cáparo. Como nadie le creía tales afirmaciones sobre esos animales monstruosos y su destino, salió apresurado hasta su rancho que quedaba cerca de la casa donde hacían los rezos a un alma piadosa. A golpe de 11 de la noche y ya dispuestos a comer algo de la carne mermada con yuca que se sirve en los últimos novenarios, regresó el viejo Anselmo con un costal enorme y dejó caer sobre el piso donde estaba la mesa de comedor una gigantesca piel de una culebra tragavenado que él conservaba desde años ha como un regalo que le hizo el mentado alemán. Más de veinte metros calcularon los presentes que midieron tan hermosa piel desenrollada en el patio de secar café. En cada esquina una historia.