Opinión

Textos autobiográficos: Renato Koo

23 de mayo de 2025

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Porfirio Parada

Seguimos compartiendo textos autobiográficos, a propósito de un taller de escritura que realizamos el año pasado en Nueva Acrópolis y Ateneo del Táchira, agradezco al Diario La Nación y su directora Omaira Labrador por permitir publicar parte del trabajo realizado. Saludos.

Autor: Renato Koo

Condensar tres años de vida en una página es imposible, pero aquí mi humilde intento.

Augurando el final de mi viaje, descubro el teclado y escribo.

El vaivén de un viajero decanta en nunca sentirse completamente de un lugar, en asimilar costumbres extrañas, en mirar con ojos curiosos y ser mirado de la misma manera, en conversar con extraños en plazas indistintas y en incorporar palabras nuevas cada trimestre.

Faltando escasas 30 noches para completar el capítulo venezolano de mi vida, no tengo duda de que ya una parte de mí es venezolana, más ahora me pregunto. ¿Qué porcentaje de mí y de mi madurada personalidad es venezolana? No tengo la respuesta y tal vez nunca la conoceré con certeza, pero sí conozco los aportes que me llevan a inferirlo. Por ejemplo:

Compartir más de dos años con una guara, un merideño, un barinés, un valenciano, una oriental, una caraqueña y decenas de gochos, adoptando, repitiendo y encajando en la medida de lo posible sus frases tan características en mi cotidiano hablar con la finalidad de pasar desapercibido, muchas veces con resultados diametralmente opuestos. 

Ganarme a pulso el apelativo de “el chamo” por mi grupo de amigos connacionales, esto atribuido seguramente a frases como: “vergación”, “¿de pana?”, “qué arrechera”, “naguará”, “epale papi, ¿qué hizo, todo fino o qué?”, “todo calidad”, “vamos a rascarnos”, “vergación otra vez”, “cooooño e la madre” por mencionar mis favoritas. 

Comer cachapa y carne en vara (fuera de chinazo) casi todos los viernes en el almuerzo, acabar tobo tras tobo de zulias o polarcitas bien frías conversando con amigos, jugando bolas criollas y disfrutando de la canción la vaca’e Gómez.

Haber sido aceptado con los brazos abiertos desde siempre, haber dicho adiós a tantos amigos queridos en tan corto tiempo, tener guayabo por una gocha de rubio.

O sentir los ojos acuosos cada vez que suena la canción Venezuela de Luis Silva.

Si alguna de estas premisas es cierta, me declaro parcialmente venezolano que no come arepa.

Ahora bien, cómo combatir la costumbre de llamar hogar a este pedacito de los Andes, entender que al cruzar el puente Simón Bolívar me acercaré y alejaré más de casa, cómo percibir el mundo después de Venezuela, cómo abordar nuevas amistades, cómo aceptar un nuevo amor, cómo reencontrarme con los amigos que dejo aquí. Cómo rumiar las despedidas que se avecinan.

No quiero preprocesar lo que me queda en Venezuela, pero tengo certeza de que en otro punto cardinal hay nuevos amigos, nuevas experiencias, nuevas comidas y quizás un nuevo amor esperándome donde se oculta el sol. ¿Vale la pena decir adiós para recibir un abrazo de bienvenida y repetir este ciclo interminable de personas y lugares? Eso es algo que ustedes mejor que nadie sabrá responder.

Esta es la vida del eterno forastero, que quiere verlo todo, probarlo todo y conocerlo todo, en menoscabo de este objetivo nuestro creador nos sabotea desde el inicio, nos lo impide marcando nuestra fecha de caducidad al nacer, es por ello por lo que elegir es al mismo tiempo renunciar y para concretar ese abrazo de reencuentro que tanto anhelo es necesario marcharse.  La vida errante más suma que resta, porque muchos lugares son llamados hogar y porque muchas personas son una nueva familia.

Parte de mi historia siempre estará ligada a Venezuela, gratitud eterna por las experiencias; por el arrullo en un chinchorro en medio del lago, por la cabalgata llanera en el verdemar de la sabana, por el sobrevuelo del salto, por la calidez del mar y sobre todo de tu gente, por los amores y los desamores; por los amigos, las cenas y las cervezas vestidas de novia; por eso y más, siempre a la orden, hasta la próxima mi amada Venezuela.

Lic. Comunicación Social 
Locutor de La Nación Radio 

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