Opinión

Vuelta a Borotá en Trompo

17 de noviembre de 2023

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Porfirio Parada

 

Para ir de San Cristóbal a Borotá, uno pasa por esa avenida vecina de Táriba, que se conecta con Las Vegas, pasando Patiecitos, Guásimos, sigue uno entre restaurantes en la carretera, venta de pescado, tostones, sal, y limón (no sé si todavía existen esos restaurantes) sigue y hay un desnivel en el terreno, por años es una zona golpeada donde los carros pasan lento, para evitar males a su cuerpo. Hay guardias y policías ahí. Luego se llega a un sitio de nuevos caminos. Bifurcación del paisaje y de las calles de los municipios. El camino señala, una vía para Peribeca y otro para montaña arriba, que se conecta con otra montaña de una misma. Uno sube entre curvas, pequeños bosques en el pavimento húmedo, un pequeño puente peatonal envuelto de musgo conservado por el frío, al lado pasando carros y motos. Se pueden ver gallinas y vacas. Pasando por casas, aldeas, licorerías, bodegas, alcabalas, venta de artesanía, mueblería. Copa de Oro. Gente caminando, calles que se conectan con otros pueblos, pueblos inclinados donde se ve San Cristóbal. Pasa uno por lo que se llamaba, Cementos Táchira por la Carretera Panamericana, luego uno entra como a una gran masa de niebla, neblina en todos lados, se hace tráfico, los carros bajan de velocidad porque sus conductores ven borroso, entre más curvas, para llegar al fin al cruce carretero de Palo Grande.

Allí en Palo Grande es una parada obligatoria para el turista e incluso para los que trabajan y viven en el sector. Venta de comida y bebidas típicas y si uno empieza a bajar (antes de entrar a Borotá) está La Llanada, otro reconocido espacio para el tachirense, donde han vendido por años, bebidas y comidas típicas. Ahora sí, de Palo Grande hay una entrada subiendo a Borotá (municipio Lobatera) Ese camino antes de llegar al pueblo, es un recorrido mágico, entre hermosos paisajes rurales, una comarca como las de otros países, épocas y destinos, como se ven en los libros y leyendas, en la imaginación y sueños, una fábula real que tiene los andes venezolanos. Todos los sentidos se activan para el que va pasando entre flores, árboles y arbustos, se escucha el agua, arroyos y animales, la vegetación es colorida y frondosa. La entrada al pueblo se muestra con mensajes y diseños en su fachada, y ya luego se empieza ver trompos amarrados, uno encima del otro, a la venta, en las distintas bodegas y casas. Viene tanta gente para la Vuelta a Borotá en Trompo, que ese sábado de Semana Santa, ya hay cientos de carros estacionados en las calles principales del pueblo, lo que hace que se empiece a congestionar el tráfico, carros que se empiezan a estacionar en la carretera, retirados, cada vez más lejos a la entrada y en las calles donde pasa la Vuelta. Viene gente de otros pueblos, amigos y familiares, viene gente de San Cristóbal. Propios y extraños. Es una de las tradiciones de los juegos populares más importantes que posee el estado Táchira en sus veintinueve municipios.

Creo que la vuelta inicia en el monumento al trompo, un trompo grande como una escultura, queda entre calles y esquinas, una pequeña pendiente, una banca y un árbol. Las calles parecen angostas pero por ahí pasan carros. Antes de iniciar la vuelta, bailan un trompo grande, este si es real, que a simple vista parece pesado, lo bailan con un mecate, el jugador que lo baila es el propio fabricador del trompo. Tanto el trompo como el jugador son símbolos de lo que es Táchira. La gente lo graba, silba y aplaude. No sé muy bien las reglas, pero son como doce equipos de cuatro jugadores por equipo, hay un capitán. Esos equipos se notan por los diferentes colores de sus franelas que se identifican, otros juegan con franelilla. Muchos jugadores vienen de otros pueblos y otros son de ahí. Recorren con la gente, los equipos, los árbitros y organizadores a los diferentes trompos que le pegan, y se chocan uno con otros. La idea es que luego de bailar al trompo en la mano, el jugador busque el mejor ángulo para pegarle a otro trompo que está en el piso, y lo empuje lo más lejos posible recorriendo el trayecto establecido por años. Hay como una especie de cordón de seguridad entre los jugadores y el público, sostenido con una cuerda, cuerda que el mismo público sujeta. Los que quieren ver con detalles la Vuelta, tienen que ir al ritmo que van los jugadores, es decir, que si los jugadores corren, la gente corre detrás de ellos. Pasan por casas, por calles transitadas y por el parque Tío Conejo, parque muy turístico y conocido del pueblo. Hay ganadores por equipo y ganadores individuales. Le dan trofeos y también dinero en efectivo. Mientras transcurre la Vuelta los jugadores que van perdiendo o los que fallan en algún tiro, o jugada, le buscan como una carretilla y lo llevan acostado, y luego le hacen tomar unos palos de miche (algo así es, no estoy seguro), eso es por algunos segundos. La gente se ríe y bromea, dicen chistes, disfrutan.

A Borotá he ido mientras trabajé con la Comercial Porfirio Parada, fui con Leonardo Gutiérrez el chofer de la comercial a entregar una mercancía para un cliente de allá, “Leo” una persona conocida y querida por la carrera 9 del centro de San Cristóbal. He ido en pareja, una vez fui con un amigo y una prima, y también he tenido la oportunidad de ir con mi familia. Papá nos contaba en esos viajes la destreza que tenía mi abuela bailando el trompo con la uña. Aquella vez que fui en pareja, en realidad nos acompañó también un amigo con quien estudié la universidad; él, de hecho, amante de la fotografía y el cine llevó su cámara y grabó un documental de la Vuelta a Borotá en Trompo el cual nunca vi el resultado final. Francisco Rangel. Todos los viajes, las visitas, los recorridos y recuerdos que tengo en Borotá son especiales, la mayoría de los días han sido geniales incluyendo uno que tuve dolor de estómago día y noche. Las veces que he ido me he quedado en una posada muy acogedora, una señora nos atiende, los cuartos son estilo cabaña, la posada queda entrando al pueblo en sus calles principales, pero sus cuartos quedan como en una pequeña loma, haciendo sin duda que uno entré en ese ambiente de montaña, neblina y frío. Me he sentido afortunado cuando voy para allá.

Luego de la Vuelta a Borotá en Trompo, cuando termina la competencia y el juego, y se saben los ganadores, lo que sigue es el bonche, en la noche. La fiesta, el baile y el disfrute están asegurados. Hay varios puestos de la marca Polar en azul, de esos que se usan en las ferias de Venezuela. Hay una tarima más abajo del monumento al trompo donde la gente baila, conversa y toma miche. La música campesina, los vallenatos, cumbia, melodías venezolanas y más están presentes en el repertorio. Hay presentaciones en vivo. A raíz de un contacto de un amigo de mi señora madre, Franklin que es uno de los organizadores de la Vuelta, de los viajes que fui y me quedé allá, estuve en una de esas noches pachangueras, y entré a la casa de uno de ellos, los vi cantando con el cuatro las canciones más recordadas del Táchira, incluyendo al gran Chucho Corrales y otros compositores de aquí, eso me llenó el espíritu y supe ese valioso legado de la cultura tachirense. La gente de antes cómo componía canciones bonitas, homenaje a su tierra, a su terruño. En internet, en YouTube, hay varios videos alusivos a la Vuelta a Borotá en Trompo, entrevistan a fundadores y organizadores del evento, hay un joven que se dice turista, yendo por primera vez a la Vuelta, entrevistando y capturando imágenes de esa edición. ¿Cuántos años van? 51 o 52 años de la Vuelta y sigue contando. Es patrimonio cultural de la región.

Me debo otro viaje a Borotá. Disfrutar de su vegetación y su montaña, algunas veces me acuerdo del pueblo cuando en el centro de San Cristóbal veo la buseta que dice: LINEA BOROTA. También en el pueblo hay como un monumento de una avioneta, es un espacio para el esparcimiento, en ese lugar se ubican inflables para que los niños salten y jueguen. Incluso en el más reciente juego de fútbol en Pueblo Nuevo, donde Táchira jugó con Caracas, vi un trapo grande en amarillo y negro, en la tribuna sur que decía: “Los parranderos de Borotá”. Quiero conocer un poco más sobre su historia y su gente, escribir nuevos textos sobre el pueblo, sobre la Vuelta a Borotá en Trompo, alimentarme del sitio y si puedo hago  registros fotográficos o de videos. Táchira goza de muchos municipios lo que traduce que haya gran variedad de tradiciones y ferias, siendo esta tradición y folklore, la de la Vuelta a Borotá en Trompo, una de las más escuchadas, queridas, y presentes en muchos corazones de los tachirenses.

Lic. Comunicación Social
Presidente de la Fundación Museo de Artes Visuales y del Espacio del TáchiraLocutor de La Nación Radio 

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