Política

Leocenis García: «Las elecciones tienen que ser producto de un consenso»

5 de marzo de 2018

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Dijo que el chavismo que vota no lo haría por él sino por su plan: «ellos saben mejor que nadie que todas las empresas que están en manos del Estado no funcionan», aseguró el líder de Prociudadanos.

Leocenis García nació en Maracaibo en 1981. Periodista y editor del confiscado Grupo editorial 6to Poder que, según él, generaba más de 120 empleos directos e indirectos. Ahora es el principal dirigente de Prociudadano, movimiento político que fundó en junio del 2016 de tendencia liberal. En sus discursos defiende a capa y espada la libre empresa, la oferta y la demanda, la propiedad privada y la no intervención del Estado. El viernes pasado presentó, junto a los integrantes de su organización, un plan de rescate económico para Venezuela.

García estuvo encarcelado seis veces y fue acusado por el Gobierno de Venezuela en el año 2008, durante el mandato de Hugo Chávez. El régimen de Venezuela afirmó que García quería desestabilizar la democracia. También es autor de libros como ‘Venezuela’, ‘Rebelde con causa’, y ‘La Rebelión de los Tejones’.

Contrapunto conversó con Leocenis García sobre su plan de rescate, su presunta candidatura presidencial y su análisis de la crisis nacional.

—Henry Falcón inscribió su candidatura para las elecciones presidenciales del 22 de abril, ahora pospuestas para el 20 de mayo. ¿Qué piensa usted de esto?

—Yo creo que las elecciones tienen que ser producto de un consenso que no existe en Venezuela. También pienso que la gente tiene el derecho a abstenerse. Este no es un derecho de los partidos sino de los ciudadanos. A mí no me agrada ni me gusta Falcón en lo personal, pero el hecho de que yo no participe en unas elecciones como estas, no significa que yo descalifique a Falcón porque se haya presentado. En Venezuela, la única forma de ir a un proceso confiable es a través de un consenso. Él se lanza de manera unilateral e independiente, y los ciudadanos decidirán si van a votar o no.

—¿Es o no es candidato a la Presidencia? ¿O solo lanzó un plan de Gobierno para que otro candidato lo asuma?

—La característica principal de los mediocres es atacar al mensajero porque le temen al mensaje. Un mediocre le teme a una idea y le hace culto a la fuerza. Un mediocre desprecia el razonamiento y le hace una estatua a la violencia. Todos aquellos que han llevado a Venezuela a este caos, le han permitido al gobierno fortalecerse en medio de la hambruna tan terrible que vive nuestra gente. Al presentar nosotros una ruta para cambiar a Venezuela, comenzaron a atacar al mensajero porque le tienen miedo al mensaje. Y el vehículo más fácil que encontraron para descalificar el mensaje, es decir que el mensajero es candidato presidencial, aún cuando jamás lo dije en mi discurso.

Yo no soy candidato presidencial por varias cosas. La primera, porque creo que Venezuela necesita levantar un consenso y un acuerdo para construir un proceso electoral que permita una visión del país, que además la parte que sea vencida y la vencedora se reconozcan porque confían en ese proceso, es decir, unas elecciones pactadas con garantías, que no es el caso.

Segundo, más importante que un candidato sea Capriles, Leocenis, Leopoldo o Henry Ramos, es discutir sobre la viabilidad de los proyectos que representan la socialdemocracia, el libre mercado o el socialismo. Analizar a quienes defienden al Estado controlador y quienes queremos el Estado limitado. Más importante que discutir sobre las personas es discutir sobre los proyectos.

Lo que nosotros mostramos fue lo que debió presentar la oposición al régimen hace mucho tiempo. Un plan pensando qué vamos a hacer al día siguiente, más allá de sacar a Maduro del poder. Mi respuesta definitiva es que nosotros seguimos teniendo un candidato que queremos someter en unas elecciones libres e independientes, y ese candidato es un proyecto que resume dos cosas fundamentales: primero, limitar el poder del Estado para hacerlo más eficiente y para que así cumpla su verdadera función que es proteger los derechos naturales de la gente, es decir, el derecho a la vida y a la propiedad. El Estado no tiene derechos que el individuo no posee. Y segundo, liberar la economía y construirla libre y sin controles. Esto hace al ciudadano muy poderoso y al Estado más pequeño.

—Usted promete acabar con la inflación en 6 meses. ¿Cómo?

—Muy sencillo, dejando de financiar el déficit fiscal a través de la impresión de dinero, y sobretodo eliminando los controles económicos. Lo que proponemos no lo sacamos de una caja ni de un manual teórico, ya se hizo en Alemania cuando estaba dividida por el Muro de Berlín, y se veía que en la parte oriental la gente vivía como en Venezuela, buscando qué comer y haciendo colas para comprar un poco de comida; había hambre y miseria mientras que en la parte occidental se observaban anaqueles repletos que reflejaban prosperidad y progreso.

Las medidas que propongo regularizan la economía, desarrollan la libre competencia basada en la oferta y la demanda, es decir que el que decide no es un grupo de burócratas en una oficina sino el consumidor. No es el gobierno imponiendo precios artificialmente. En una economía donde hay oferta y demanda, nadie es tan estúpido para ponerse a especular con altos precios, porque el que venda a precios más bajos es el que recibirá la confianza del consumidor. Así funcionan las sociedades modernas. Eliminar la inflación como se hizo en Hong Kong después de la Segunda guerra mundial, Japón, Chile y en Venezuela lo podemos hacer, siempre y cuando tengamos el coraje de tomar las medidas correctas.

Y una de esas medidas correctas es parar el gasto, porque cada vez que se habla del gasto del gobierno se piensa que es para beneficiar al pueblo. Por eso cuando el gobierno imprime dinero, no está beneficiando al pueblo sino a sus redes clientelares, y lo que hace es echarle gasolina al principal impuesto encubierto que estamos pagando todos los venezolanos que es la inflación.

Cuando yo hablo de acabar con la inflación en seis meses parece atrevido, pero esto ya se hizo en otros países. Se puede hacer, porque cuando se frena la inflación, permites que la gente pueda prosperar y hacer cosas que incentiven la economía. En un país donde la gente no puede comer y no le alcanza el sueldo para vivir, no hay creatividad ni desarrollo. Estamos en la era de la información y la tecnología, y lo que vale es la creatividad. Las grandes fortunas del mundo están en manos de muchachos que han tenido ideas.

—Su plan podría ser impopular para el chavismo porque plantea reprivatizar empresas y eliminar bonos. ¿Por qué el chavismo votaría por usted?

—No votaría por mí, votaría por el plan. El chavismo mejor que nadie sabe hoy día que todas las empresas que están en manos del Estado no funcionan: por ejemplo, PDVSA fue destruida, CANTV y sus servicios son un desastre, el sistema eléctrico lo puede paralizar una iguana y, la única institución del Estado que funciona es la que se encarga de saquear el mérito y el éxito al que prospera, que es el SENIAT. La gente entenderá que no existe el dinero público sino el dinero de los ciudadanos que pagan con sus impuestos, y este no puede estar supeditado a pagar empresas ineficientes y burocráticas que no producen ningún beneficio a la sociedad. Esos impuestos deben servir para hacer carreteras, mantener el alumbrado, seguridad para las personas, etc.

Esto fue lo que comprendió la sociedad de Reino Unido con Margaret Thatcher, que antes de su aparición en el escenario político había un culto al Estado. Ella planteó las privatizaciones y provocó una gran revolución, porque cuando privatizó la telefónica, y la gente que decía que no iba a votar por ella para primer ministro, fue la primera en comprar acciones de esta empresa. Observaron cómo no tenían que estar pagando impuestos para mantener una telefónica que no servía, sino por el contrario, se encontraron con una empresa eficiente y además, la gente común del pueblo que adquirió acciones, recibía no solamente servicio sino dividendos.

—¿Le daría su apoyo a algún candidato de la oposición? ¿Con qué condiciones?

—Ningún candidato de los que existen hoy en la oposición representan las ideas que yo defiendo plasmadas en el plan que Prociudadano presentó. Ni siquiera María Corina Machado, que algunos la tildan de liberal, que debería defender la propiedad privada. Todo lo que yo le he escuchado es que hay que salir de Maduro -punto en el que estoy de acuerdo con ella-, pero no le he oído qué tenemos que hacer con las empresas públicas, con la inflación o con el control cambiario.

No se puede construir un país sobre la base del odio y la violencia. El decir que el otro es malo y yo soy bueno, porque los seres humanos somos imperfectos. Lo que se puede hacer perfectible son los proyectos, que necesitan acuerdos. El país no lo va a cambiar “fulano” o “mengano”, sino una ruta, un plan como el que presentamos. Lo que permitió que el pueblo de Israel saliera del proceso de esclavitud que estaba viviendo fue la ruta que planteó Moisés, quién les dijo que iban a ser 40 años en el desierto donde iban a pasar sed y hambre, pero que al final llegarían a la tierra prometida.

Nosotros no estamos haciendo un plan antipopular. Le estamos diciendo al país la verdad. A mí me tiene sin cuidado lo que digan algunos que quieren que Venezuela de un salto hacia atrás, es decir que abandonemos este modelo socialista controlador, y pasemos al modelo de contubernio entre el Estado y los parásitos que creó la socialdemocracia, que llamaban empresarios.

Estas ideas que yo predico en Venezuela suenan extrañas, porque en el país, en su gran mayoría, no ha habido empresarios. Nadie puede imaginar una rueda de prensa en ninguna parte del mundo donde hay sociedades libres y verdaderos empresarios, que empresarios peleen con el gobierno para que les den dólares preferenciales. En Venezuela lo que ha habido es mercantilistas, es decir que aprovechan sus conexiones de poder para sacar beneficios económicos. Un empresario no necesita la muleta del Estado. En Venezuela no hemos tenido empresarios.

—¿Quién financia su campaña, quién está detrás?

—Así como quien nunca ha cantado puede entender a quien canta, así como el que nunca ha pintado puede comprender a un pintor, así como el que nunca ha entrenado puede entender a un deportista, el que nunca ha trabajado, el que nunca ha tenido que mantener una empresa no puede entender que una persona tenga la capacidad de levantar financiamiento o de producir.

Yo llevo desde el 2010 metido en el sector privado. Pero además de eso, yo vivo como predico. En el Grupo Sexto Poder tenía más de 120 empleados, entre directos e indirectos. Yo tengo una compañía privada que se llama Seguros y banca, que por cierto es uno de los pocos medios en Venezuela que tiene de patrocinantes a casi el 70% del sector asegurador y bancario del país. Pero igualmente yo hablo de que en Venezuela hay que eliminar el sueldo mínimo, y permitir que libremente los empleadores y empleados convengan su sueldo. Esto lo digo y lo practico. En mis empresas no tengo ni un solo empleado que gane sueldo mínimo, no porque yo sea muy compasivo, sino porque creo que hay que premiar el mérito, el talento y la competitividad, y el sueldo de las personas lo ponen las personas. Esta es la sociedad en la que creo, en la del mérito, la competencia y de la libre empresa.

A mí no me está financiando ningún dinero extraño. Yo he hecho negocios todos confesables. He visto la campaña que me ha sacado la gente de Globovisión, y aprovecho para decirles lo siguiente: ellos están usando un medio de comunicación para mentir. Yo puedo salir del país y no me van a detener por tener negocios con el gobierno. Yo puedo retar a cualquier persona del gobierno para que me saque alguna transferencia o contrato, y no van a poder sacarlo. Ellos no, porque la diferencia entre esa clase de empresarios y yo, es que lo que he hecho lo he creado. Yo vengo de la pobreza extrema. Me ha tocado sudar muchísimo, tengo una historia que contar.

A mí nadie me regaló un cheque. Pero en una sociedad como la venezolana donde el socialismo ha permeado profundamente, tenemos un culto al hambre y una idolatría a la pobreza. Y todo aquel que produzca y que no haya perdido su espíritu empresarial en un sistema como el que existe en Venezuela, entonces es sospechoso.

—Usted fue acusado por supuesto lavado de dinero. ¿Tiene relaciones con el narcotráfico?

—Quiero aclarar de qué fui acusado yo. Fui acusado por el diputado Julio Chávez del PSUV, en una suerte de ve, corre y dile, del señor vicepresidente de ese mismo partido, Diosdado Cabello. Me acusó de recibir dinero de un grupo de banqueros a través del presidente Álvaro Uribe Vélez para desestabilizar el Plan Patria Segura, que entonces estaba ejecutando en Venezuela el ministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, a través de un plan que había enviado, según el informe de inteligencia del SEBIN, el comisario López Sisco.

Y con un informe firmado por Rodríguez Torres a las órdenes de Diosdado Cabello, se me acusó de legitimación, porque yo supuestamente estaba recibiendo este dinero de unos banqueros para desestabilizar a través del Grupo Sexto Poder, el Plan Patria Segura. Esa es la verdad de esa acusación de legitimación. El chiste se explica solo.

—¿Tiene relaciones con el oficialismo? ¿Con Diosdado Cabello, que dijo que usted sería candidato a la Presidencia?

—La única relación que yo tengo con Diosdado Cabello es que me quitó la casa de mis hijas y ordenó detenerme muchísimas veces. No lo conozco personalmente. Si me pasara por al lado, yo no sé cuánto mide Diosdado Cabello. Ese cuento de que a Diosdado Cabello alguna vez yo lo conocí, es una mentira que inventó esa señora que está en el exilio y que es una mujer, por ello no quisiera ahondar sobre esto.

—¿Usted es un candidato conveniente para el Gobierno porque legitima unas elecciones que la mayoría opositora rechaza?

—Yo no voy a participar en este proceso electoral. Yo quise, junto con Prociudadano, presentarle al país un plan, para que soñara con un país distinto. Yo creo en Venezuela hay que retomar la fe en el voto nuevamente. Hay que decirle a la gente que la vía es electoral y crear las condiciones para que la gente vote, y que todos confiemos en los resultados. Y este no es el caso de las elecciones del 22 de abril.

Yo creo que un acto de responsabilidad del gobierno y que quienes lo adversamos es tratar de diferir esas elecciones del 22 de abril (pospuestas para el 20 de mayo), pactar unas condiciones mínimas para participar en un proceso electoral. Hacer unas primarias en la oposición. Lo importante es que al final del día tengamos un proceso donde se respeten los resultados, y que si al día siguiente el gobierno pierde, se le respete el derecho como oposición política, porque no puede ser que aquí algunos digan que al chavismo al día siguiente, si pierde las elecciones, hay que acabarlo y destruirlo. Y eso no puede ser. Yo no creo en eso.

—¿Por qué creen en lo contrario, que según las encuestas, piensa la gente en general?

—Porque yo creo que hay que decir, si hay que vengarse hay que escuchar a las víctimas de este proceso. Observo por ejemplo, a la madre de Vallenilla que le mataron a su hijo que pide un consenso en Venezuela. Yo he sido expropiado y robado, y jamás perseguiría a un hijo de Cabello, que me quitó la casa de mis hijas. Yo no soy igual a él, y porque creo que esa energía que ellos quieren que usamos matándonos y persiguiendo, debemos usarla para juntos reconstruir Venezuela.

—¿Qué cree que va a pasar en Venezuela habida cuenta de que el Gobierno no va a dar marcha atrás con su decisión de adelantar las elecciones para el 22 de abril de este año?

—Yo creo que el Gobierno tiene que encontrar un acuerdo con la oposición, y hay que diferir esas elecciones. Lo contrario es un error, porque el gobierno puede ganar esos comicios, pero no la gobernabilidad. Yo confío aún en la sindéresis de ciertos sectores de la oposición, y apuesto por eso en lo personal como líder de Prociudadano, en que podamos encontrar con el oficialismo un punto de encuentro para posponer esas elecciones y que se busquen las garantías, entre ellas la mediación de las Naciones Unidas y Estados Unidos para organizar un proceso transparente.

También pienso que antes de llegar a las elecciones debemos lograr un gran acuerdo que pase por la decisión de que si el gobierno pierde las elecciones, se plantee una ley de justicia transicional que impida que los jerarcas del chavismo sean perseguidos. Este es el único requisito indispensable para pasar de la dictadura a la democracia. Se hizo en Chile, Sudáfrica y España, porque todo lo que sostiene al gobierno es el miedo a la cárcel, y esto hay que acabarlo con una ley que establezca que no van a ser perseguidos.

—¿Se inspiró en el look de Obama para hacer su propio look como candidato?

—(Entre risas), primero no soy candidato, pero tampoco tengo culpa de parecerme a Obama. Qué culpa tengo de ser negro y medir, como el expresidente de los Estados Unidos, 1,80. No puedo pintarme la cara de cal.

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