Con o sin altos precios los compradores se volcaron este fin de semana  a  comprar  alimentos. Para algunos  son las cotidianas, pero para otros son las llamadas compras nerviosas por los alrededores de Los Pequeños Comerciantes y el Terminal de Pasajeros de La Concordia.

Las restricciones al ingreso de vehículos en el lugar era ostensible; no así a las muchedumbres a pie, que si no fuera por el uso del tapaboca, no podía uno afirmar si guardaban la cuarentena o no. No hay distanciamiento social.

Aunque no dejaban de acotar su escándalo por el encumbramiento de los altos costos de la vida esta semana, ello no era óbice para algunos de adquirir productos de la canasta básica en cantidades considerables.

La fuerza pública, ataviada para situación de amotinamientos callejeros, vigilaba con cautela la zona, y advertían a los vendedores ambulantes, en igual cantidad que los otrora días “normales”, de que no obstaculizasen las vías públicas.

En el ala más hacia el norte de Terminal de Pasajeros, los cambistas informales no ocultaban su fervor por hacerse de la moneda extranjera.

Tanto comerciantes como compradores aprovechan el breve lapso que les permite la cuarentena e incluso la prostitución que por esos lados opera en algunas esquinas muy disimuladamente, ha trasformado su horario de trabajo, y se ha vuelto madrugadora.

En las afueras, ya sobre la prolongación de la avenida García de Hevia, conocida como la  Quinta Avenida, a la altura de la sede de  Minfra, unidades de transporte  que toman rumbo hacia Táriba esperaban por pasajeros,  y al movilizarse  unas cuantas  ya están a su full capacidad de pasajeros.

Freddy Omar Durán