Víctor Matos
Dentro del edificio sede del diario Asahi Shimbun, cada ocho horas en sus gigantescas salas de redacción se mueven unos tres mil seres humanos respirando, trabajando, pensando y dedicando lo mejor de sí mismos para un solo fin: sacar adelante la edición del periódico más grande y moderno del mundo, el más importante diario de Japón y que hace dos décadas imprimía un tiraje de 12.500.000 ejemplares diarios en sus once ediciones.
Este periódico está considerado como una de las publicaciones que maneja mayor cantidad de información en todo el mundo en sus 25 departamentos editoriales, en donde sus operadores no solo tienen a su edificio como sede del diario, sino que dentro de su estructura ubicada en Tokio, su personal come, duerme, se bañan, van de compras, van al sastre, en suma viven allí los cientos de periodistas y editorialistas, administradores y obreros que hacen posible la producción de este enorme medio de comunicación impresa, cuyo ejemplar llega en un 98 % mediante la suscripción de sus lectores.
Actualmente se ha reducido su millonario caudal de impresión debido al uso del Internet y su producto está totalmente automatizado, liderando en su tiempo a los más grandes diarios que le seguían en cantidad de ediciones impresas, como el Pravda de Rusia con 12 millones de copias; Izvestia, del mismo país con 10 millones; el Daily Mirror del Reino Unido con 5 millones y medio; el New York Daily News de Estados Unidos con 3 millones; Los Ángeles Times norteamericano con un millón 300 mil; el France Soir y el Chicago Tribune con un millón cada uno. Y de Sudamérica, solo estaba Crónica, de Argentina, con igual cantidad de circulación.
Asahi Shimbun no llega a los 5 millones actualmente, pero sigue siendo el diario popular de Japón de tendencia liberal, cuya fundación viene del año 1879 y cuyos dueños salieron de dos familias: Michico Murayama y Soichi Ueno, y que actualmente su producción es ciento por ciento computarizada desde el año 2005 que reemplazó a su antiguo sistema “Nelson”. Cuenta con oficinas en las ciudades de Tokio y Osaka.
En Venezuela, el fenómeno del traslado del lector a las redes sociales y a las páginas web, ha hecho también que disminuya la circulación de sus matutinos y que muchos de ellos desaparezcan de su edición impresa, como por ejemplo los emblemáticos El Nacional y El Universal de Caracas; ya no existen El Mundo ni Tal Cual para hojear sus trabajos, y en el interior estados como el Zulia, no tengan un solo impreso, y los nombres de los emblemáticos diarios, orgullo de su población, como El Carabobeño de Valencia, El Impulso de Barquisimeto, El Correo del Caroní de Guayana, El Expreso de Ciudad Bolívar, Panorama de Maracaibo, El Tiempo de Trujillo y unos pocos que se resisten a dejar su edición en papel como La Nación de San Cristóbal, ejemplifican lo que está sucediendo en los nuevos tiempos del periodismo venezolano.
En América Latina aún permanecen diarios que vienen algunos del siglo XIX como El Mercurio de Chile o El Comercio de Perú, a los que les siguen El Tiempo de Bogotá, La Nación de Argentina, O´Globo de Brasil, que mantienen con menos circulación que antes sus entregas impresas para el deleite de sus millares de lectores.
Mañana martes 27, en homenaje a la aparición del Correo del Orinoco, en Angostura, estado Bolívar, en 1818, celebramos en Venezuela el Día del Periodista, profesión que sigue en la lucha por mantener eficientemente informada a su colectividad.
Correo del Orinoco:
Artillería del pensamiento
“Mándeme usted de un modo u otro, una imprenta que es tan útil como los pertrechos”, escribía en 1817 el Libertador Simón Bolívar a Fernando Peñalver, quien estaba en Trinidad.
Desde su aparición, el 27 de junio de 1818, el Correo del Orinoco cumplió el mensaje para la publicación de decretos, proclamas, vida y obras de los logros militares de la guerra, que llegaba cada sábado a todo el país.
“Este es la artillería del pensamiento, educador de masas de hoy y mañana, portavoz de la creación de un nuevo orden económico y de la información internacional desde el punto de vista de nuestros intereses; fiscal de la moral pública y freno de las pasiones; vigilante contra todo exceso y omisión culpable”, escribía Simón Bolívar a sus oficiales.
El Correo del Orinoco salió por primera vez en Angostura en 1818, fundado por Bolívar el 27 de junio, y se convirtió en el periódico oficial de la independencia y órgano propagandístico de la Tercera República de Venezuela para contrarrestar la influencia de La Gaceta de Caracas, que pertenecía a la corona española y difundía la guerra de acuerdo a sus intereses,
Su lema inicial era: “Somos libres, escribimos en un país libre y no nos proponemos engañar al público”.
Su primer número fue editado por el capitán Andrés Roderick, y durante su vigencia hasta marzo de 1822, estuvo dirigido por destacados luchadores por la independencia, como: Juan Germán Roscio, Carlos Soublette, José Rafael Revenga, José Ignacio Abreu y Lima y Manuel Palacio Fajardo, quienes publicaban artículos en castellano, inglés y francés, pues el medio era el principal enlace en la diplomacia con el exterior. (Víctor Matos)