Freddy Omar Durán
Entre la colección de deterioros que se extienden entre Arjona y El Junco, dentro del territorio del municipio Cárdenas, algunos son tan graves que sencillamente han cerrado accesos en una red vial única sin alternativas.
Pero hay otros puntos que, aunque transitables, poco les falta para quedar inservibles si a la Naturaleza le da por alguna de sus arremetidas.
En el sector El Junco Los Mataderos, por ejemplo, nuevamente la quebrada que pasa bajo una parte de la calzada, a finales de julio hizo de las suyas, y entre la elevación de maleza se alcanzan a ver fallas de borde amenazando con ensancharse.
Una vecina del lugar de mediana edad lleva toda la vida viviendo allí, y ha crecido viendo como a ese problema no se le ha dado solución.
–Es una batea que cada vez que llueve se tapa y se desborda a los lados. Esa pasarela ya lleva como cuarenta años, y si se da de cuenta los tubos debajo de ella ya están comidos y están llenos de basura—afirmó la habitante de El Junco Los Mataderos.
Pero lo que más le preocupa, no es solo que las intensas lluvias o la crecida de la quebrada Charaveca se concentre en el sector, sino que acabe arremetiendo con otros tramos de la vía, ya sea arriba hacia Capachito o abajo rumbo a las Vegas de Táriba.
–Lo que sí hay, un problema que nos va a afectar, es lo que sucede en la vereda 6 de Arjona. Hay una parte que está agrietada y nos imaginamos que de pronto se va a caer la vía allí. Apenas si pasan las motos. Hay una salida por Palo Gordo pero está en muy pésimas condiciones. Esto es una bomba de tiempo y en cualquier tiempo explota— agregó.
Obra sin terminar en La Esperanza
Haciéndole honor a su nombre, el Barrio La Esperanza aguarda por la pronta atención del rosario de huecos en su vía principal, y lo que es más fundamental, la finalización del gavión en la vía, en la que por ahora corre un caudal de aguas cristalinas.
Los trabajos han estado suspendidos, y por ahora, en vez de cuadrillas en acción hay montículos de materiales de construcción y grava esparcida sobre la pasarela y la construcción sin terminar al lado.
Miguel Moncada, vecino de la localidad, sostuvo que hace alrededor de 10 años se ha agravado ese daño vial, y confía en que la solución representada por ese gavión no se paralice indefinidamente. En su concepto, La vía principal de la Esperanza con sus baches y falta de pavimentación debe además soportar un cargamento pesado, que opta pasar por allí ya que no hay otra ruta “sana” por donde llevar su flete.
Muy cerca del gavión, en la vereda Charaveca Uno, se cansaron de aguardar por soluciones oficiales, y a punta de cemento van resolviendo, aunque como comentó el señor José Aristóbulo Medina van poco a poco, en la medida de las posibilidades económicas de los vecinos, entre quienes se reúne el presupuesto necesario.
Arjona sin dolientes
Esneider Berrios, en bicicleta ha aprendido a sortear los múltiples baches, pero no por ello se niega a practicar 3 a 4 veces a la semana un deporte en medio de la belleza natural y la pureza del aire que la rodea.
Sin embargo le han constado las luchas y cuidados que tienen motocicletas y automóviles para no ser devorados por algún cráter, con consecuencias onerosas para sus vehículos.
Como se ve en el sector Arjona Parte Alta, muchos de esos baches terminan convertidos en piscinas insalubres, y algunas adquieren un tono verdoso, como la que se encuentra al pie de un reductor de velocidad.
Régulo Antonio Colmenares, de 81 años, quien ha fungido como corregidor del sector en varias ocasiones, extraña esos tiempos en que las soluciones se despachaban con mayor presteza y prestancia, sin esperar a que los inconvenientes se volviesen insostenibles.
–Ahora está más descuidada la comunidad. Los responsables de asumir estos problemas no están capacitados para estar pendientes de eso. Yo trabajé por la comunidad en tres oportunidades y en ese entonces se veía todo limpio; ahora hay mucha mugre. Yo iba al Concejo municipal y me daban obreros para limpiar la vía. Esto tiene de no pavimentarse como unos 10 años— aseveró.
Aclara Colmenares que el inmenso charco al pie del “policía acostado” se debe a la lluvia, y no es por una cañería en mal estado:
“No le hicieron el cajón ahí cerca del talud que levantaron, y las aguas no tienen salida. Eso es permanente. Cuando llueve es peor y el charco se toma toda la carretera, y los carros y las motos deben hundirse en él, con el peligro que eso implica”.