Jueves de «gran movimiento» en la frontera
2 de mayo de 2024
La doctora Triana Asian Niño ha conocido las terribles facetas del covid-19, tanto desde su visión clínica de la enfermedad -el paciente y su cuadro sintomatológico-, como desde su propio cuerpo, que si bien ha pasado a lo largo de su vida por algunas patologías, no despertaron en ella tanto temores como cuando fue invadida por este incendio viral que se ha expandido a través de todo el mundo.
Freddy Omar Durán
Filósofa, escritora y psiquiatra forense, zuliana radicada en Madrid, ha sido testigo de las terribles repercusiones que ha cobrado la pandemia en las tierras castellanas, y ahora desde una muy relativa lejanía debe enterarse de las trágicas vicisitudes de sus colegas venezolanos, en especial los de su tierra natal, que incluso ofrendan sus vidas para salvar las de otros.
Sin olor, sin sabor…
Afortunadamente, su caso no complicó en neumonía, mas no por ello el padecimiento fue nada fácil, y en la actualidad debe acarrear algunas de sus secuelas.
—Tuve el covid-19 en el mes de marzo –inicia su relato la doctora Asian- de este año, cuando se desató en España la pandemia en pleno. Como médico, supe desde el inicio que lo iba a contraer por tratarse de una enfermedad de transmisión respiratoria y de altísimo contagio. Empecé con síntomas el 16 de marzo, y estuve enferma hasta casi finales de abril. Toda mi familia lo contrajo.
Narró que los síntomas fueron moderados: inició con una pérdida total del olfato y del gusto y fue escalando por todos los demás signos, como la tos, la fiebre, fuertes dolores musculares, cefaleas, afecciones gastrointestinales como diarrea y fuertes cólicos, y por supuesto la dificultad respiratoria, que fue quizá el síntoma más alarmante y el que le hizo acudir al hospital.
— Fui a un gran hospital de Madrid, el cual estaba completamente desbordado. No estábamos en absoluto preparados para algo como esto y para el momento en que yo enfermé rondábamos la suma de casi 700 muertos diarios. En el hospital pude apreciar la verdadera magnitud y gravedad de la situación y también me di cuenta de que había cientos de personas en peores condiciones que yo; muchos murieron a lo largo de mi estancia.
Solo estuvo 12 horas allí, pues su interés era que le hicieran una radiografía para descartar neumonía, lo que afortunadamente ocurrió. Regresó a su casa y terminó de pasar el cuadro, solo tomando paracetamol y vitaminas.
Para ella, el covid-19 fue algo real, algo que se padece y no simplemente se sobrelleva como una gripe. Fue una enfermedad que, si bien en ella obró bajo ciertas recurrencias, eso no significa que en cada paciente sea igual a los demás.
—Debo decirte que en mi vida he tenido enfermedades serias. Cuadros serios, tanto virales como autoinmunes, y nunca había tenido tanto miedo como en este. La debilidad, la fiebre y el cansancio duran semanas, y pueden quedar secuelas. En mi caso, tuve lesiones en piel durante meses y ahora una ligera hipertensión arterial. Es cierto que no todos sufren la enfermedad de la misma manera. Depende muchísimo de cómo esté tu sistema inmune en ese momento y, sobre todo, de qué tipo de alimentación y que suplementos tengas a la mano en el momento de contraer la enfermedad -expresó-.
Narró que también depende de la carga viral que adquieras. No es igual contraer lo en un hospital (que es lo que sucede a los médicos usualmente) que contraer lo en un supermercado. Este es un virus sumamente peligroso por varias razones.
—Pero para mí, su alta peligrosidad radica en su altísimo poder de contagio y las respuestas idiosincráticas de los pacientes. Es letal en muchísimos casos y suele ser impredecible ya que las complicaciones pueden ser innumerables –reiteró.
Reto mayúsculo
En su declaración se pone muy de relieve una alta consideración para sus colegas, quienes no solo deben confiar en su conocimiento y experiencia, sino en su fortaleza interior.
—Como médico, enfrentarse a una pandemia –subraya la doctora Asian- es un reto mayúsculo y que amerita de una gran fortaleza emocional y valor, mucho valor. El riesgo de contraer la enfermedad en el personal sanitario es elevadísimo y sobre todo si no se cuenta con el equipamiento necesario para protegernos. En este momento de la pandemia sabemos más del virus y cómo abordarl,o desde el punto de vista terapéutico. Por ejemplo, ahora sabemos que es una enfermedad que desata una respuesta inflamatoria generalizada y una serie de alteraciones en la cadena de coagulación, y sabemos más o menos predecir o, mejor dicho, adelantarnos a su evolución. Hace meses se manejaba como un virus respiratorio, y ya se sabe que no es solo eso.
Por supuesto, la situación del gremio médico en el Zulia la afecta de un modo personal, pues a muchos de los que han perdido la vida los conoció y trató en los pasillos universitarios y hospitalarios.
—La tragedia de los médicos zulianos es algo que me conmueve profundamente porque, antes que nada, son mis colegas, hermanos. Me formé en la Universidad del Zulia, junto a profesionales de primerísima línea, de enorme calidad humana y técnica y con un gran amor por su trabajo. Lo que está sucediendo allí es una verdadera tragedia y con toda responsabilidad debo decir que influyen enormemente las condiciones miserables en las que se ven obligados a trabajar… y además, el deplorable estilo de vida de la que fue una de las ciudades más prósperas del país y ahora se ha visto reducida a condiciones muy similares a las de un sitio de guerra. Ese estrés sostenido, la mala alimentación, las múltiples mortificaciones, es del día a día, y la completa falta de protección en la que laboran ha traído ese saldo nefasto. Es algo que lamento muchísimo.
Alimentación y buen ánimo
Como profesional de la salud, sus recomendaciones a la población refuerzan los componentes psicológicos y nutricionales que debe tener la prevención, complementario a todo lo que se ha dicho al respecto
—¿Qué puedo yo recomendar a la población? Primero que todo, no dejarse dominar por el pánico. El miedo, el terror, que es otro elemento de la pandemia, debilita profundamente nuestro sistema de defensas, tanto psíquicas como físicas. Hay que tener un nivel de precaución razonable y protegerse con todos los medios que estén al alcance. Hay que llevar una dieta exenta de azúcares, harinas refinadas y aceites vegetales, excepto el de oliva o el de coco. Esto es algo que aún no se ha divulgado de manera masiva, pero es crucial. El ser humano lleva una dieta totalmente insalubre desde hace décadas y se ha demostrado que el virus está haciendo estragos en personas jóvenes con enfermedades metabólicas, producto de esa alimentación. Hay que parar esto. Hay que fomentar el consumo de minerales y vitaminas como el zinc, magnesio, omega 3, vitaminas D y C, y complejo B. Esto es determinante e influye en los mecanismos de defensa, hacia esta y cualquier enfermedad.
Pese al cuadro cuasi apocalíptico que se nos presenta a diario, es optimista, y considera que una actitud positiva debe “infectar” a la medicina, que está en camino a su reinvención.
—El covid-19 está muy lejos de desaparecer (quizá jamás lo haga) y es perentorio dotar a los servicios sanitarios de los recursos mínimos necesarios para seguir trabajando. Hay otras enfermedades que se cobran vidas todos los días y esta pandemia que ha paralizado al planeta también nos ha tomado por sorpresa a todos los sanitarios. Es preciso seguir adelante y asumir con valentía esta situación histórica. Mi mensaje es de optimismo y de invitar a la población en general y a mis colegas a no caer en el pánico, a exigir siempre condiciones dignas de trabajo y seguir estudiando sin descanso. Hay que reinventar la medicina, si es preciso, tumbar paradigmas y aceptar que tenemos muchos límites aún por descubrir y cruzar. Creo que el ser humano saldrá victorioso de esta prueba, si verdaderamente aprendemos la enseñanza.
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