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20 de abril de 2024
Daniel Pabón
Cuando Rossy Ruiz cursaba la materia de Introducción a la Ingeniería Ambiental, en la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET), una de las primeras asignaciones fue elaborar una cartelera con material de reciclaje. Ella la hizo sobre energías alternativas. Usó CD´s viejos y empleó la técnica artesanal del papel maché. La mezcla le quedó tan resistente que ahora, recién egresada con el índice académico más alto de esa carrera, todavía utiliza esa cartelera para hacer explicaciones.
Cada 17 de mayo se celebra el Día Mundial del Reciclaje. Al declararlo, desde 2005, la UNESCO quiere hacer conciencia en la población de la importancia y necesidad de tratar los residuos de forma adecuada, y el impacto que genera sobre el ambiente una mala gestión de los residuos. El reciclaje es clave para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Desde que inició Ingeniería Ambiental, Ruiz aprendió la regla de las 3R: Reducir, reusar y reciclar. La aplicación de las 3R permite disminuir la cantidad de residuos y desechos que producimos, haciendo que los sistemas de recolección sean más eficientes, ilustra un folleto del proyecto Acción 3R del Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos (CISP) en Venezuela.
Lo primero es reducir el consumo y la generación de residuos y desechos; pensar siempre antes de comprar el envoltorio, el recipiente, el producto… ¿Es realmente necesario? Ejemplo: la bandeja del queso y el jamón en la charcutería. También es posible reutilizar los residuos que puedan tener otro uso, dándoles una segunda vida útil, reparándolos o donándolos. Ejemplo: una botella plástica como matero de una planta.
Y la tercera erre es la que este miércoles celebra efeméride: Reciclar. Ruiz, cuyo apellido por casualidad también empieza por erre, comenta que esta palabra es muy usada, a veces con significados distintos a su correcta definición: reciclar es someter un material usado a un proceso para que se pueda volver a utilizar. “Es un proceso más industrializado. El material pasa por un tratamiento para hacer una nueva materia prima que se emplee para otra cosa”, explica.
En el Táchira sí hay oportunidades para el reciclaje, asegura la ingeniera ambiental, al recordar varios puntos en el municipio San Cristóbal donde han sido dispuestos contenedores, que son fáciles de identificar, para llevar materiales. Algunos están en el Parque Metropolitano, avenida Carabobo, avenida 19 de Abril, plaza Los Mangos y la redoma de Batidos El Tigre.
La Escuela de Reciclaje, en Las Lomas, ilustra en sus redes sociales que, aunque en teoría todo material nace como un residuo sólido que se puede aprovechar, para que ese residuo pueda ser reciclado debe cumplir, primero, con que sea separado desde el origen y no en el vertedero y, segundo, con que exista una empresa o proyecto que lo pueda procesar.
Así, es posible reciclar el plástico PET (botellas de refresco y agua mineral), las bolsas de supermercados y comercios, las tapas plásticas, las latas de aluminio, las botellas y envases de vidrio, las cajas como las de zapato, los empaques como el de la crema dental y las hojas de papel.
Muchas razones
Si alguien se está preguntando por qué debería separar para que otros reciclen, Ruiz desgrana múltiples razones, desde las personales hasta las ambientales.
El que recicla puede ahorrar recursos económicos, ahorrar dinero. También puede hacer que los desechos disminuyan en volumen, porque estará contribuyendo a que a los vertederos vaya únicamente lo que no puede ser reusado o reciclado.
El estudio de caracterización que hizo el proyecto Acción 3R del CISP, en conjunto con la UNET y con el apoyo de la Unión Europea, reveló que en el sitio de disposición final de desechos de Manorta (zona norte del Táchira) el 84 % del vidrio recolectado era recuperable, el 31 % del papel y 39 % del cartón tenía valor comercial, así como el 62 % del plástico encontrado.
“Gran parte de lo que hace volumen puede ir a plantas recicladoras”, conecta Ruiz. “Desde la casa podemos ayudar, con el simple hecho de separar a un lado envases de los refrescos que nos tomamos. Los podemos ir acumulando y dirigirnos a esos contenedores ubicados estratégicamente en San Cristóbal para depositarlos”. Esta acción contribuye a mejorar la calidad de vida de todas las personas.
Ruiz considera que en su ciudad y estado natal está empezando a verse una evolución en el pensamiento con respecto a la reducción, la reutilización y el reciclaje. “Hace años esto era impensable aquí en el Táchira”, contrasta. Las diversas campañas de visibilización han hecho que la gente conozca más sobre el tema y así aumenten las posibilidades, dice, de acercarnos a un Táchira ecológico.
“Hay apertura, pero falta trabajo para que la información llegue a muchos más y no se quede solamente en campañas puntuales”, expresa, al invitar a todos, desde sus hogares, a hacer algo, aunque parezca pequeño.
Tiene una meta
La UNET fue la primera universidad de Venezuela que ofreció la carrera de Ingeniería Ambiental. El 29 de julio -casualmente el día que Ruiz cumple años- de 2004 empezó clases la primera promoción. Más de 18 años después, más de 400 egresados después, el 8 de diciembre de 2022 Rossy Alexandra Ruiz Vivas se convirtió en la primera graduanda de Ingeniería Ambiental en la UNET en titularse con la máxima distinción honorífica Summa Cum Laude. Su índice académico de 8,56 sobre 9 le mereció ponerse ese día la toga y el birrete blancos.
A menos de un año, lo evoca como un sueño hecho realidad. Después de tantos obstáculos en el camino, celebró sobre todo la satisfacción de sus padres, aunque recibió aquellos méritos con humildad: “Eso no me hace mejor que ninguno de los otros egresados, todos tienen sus capacidades”, manifiesta, a sus 26 años.
Desde San Cristóbal, donde vive, imparte clases particulares de matemática, física, química y estadística, desde nivel básico hasta universitario, mientras lucha por conquistar su próximo sueño.
Cuando Ruiz empezó a estudiar francés, en enero del año pasado, descubrió las diversas oportunidades de estudio disponibles en Francia. Aplicó a un programa y atravesó cuatro etapas: de selección, de entrevista en francés, de examen científico y de entrevista profesional con la universidad que la aceptó: la École des Ponts, en París, quiere que sea su estudiante en formación para continuar sus estudios de Ingeniería, adscrita al departamento de Transporte y Medio Ambiente de la Ciudad.
El programa es presencial, y la están esperando para empezar clases en septiembre próximo. Lo que quizás sea más difícil, que es la carta de aceptación de la universidad, ya lo tiene. Ahora busca apoyo económico sobre todo para pagar la matrícula anual de 4.150 euros, sin contar gastos de viaje, visa y estadía los primeros meses mientras puede comenzar a trabajar. Una suma que para su familia y para ella, como para la gran mayoría de los venezolanos, en realidad, representa una inversión importante.
Con la llegada de mayo, mes del reciclaje, Ruiz decidió hacer público en redes sociales la solicitud de apoyo económico para cumplir su sueño. Creó una página de Gofundme, y desde ya se manifiesta agradecida con todos quienes la puedan apoyar.
Ruiz, que lleva al punto del Metropolitano las botellas que separa en casa, cuenta que tiene “como un chip” para reusar. “Para mí, usar una hoja blanca, nueva, es casi imposible, tiene que ser obligatorio, que se justifique”. Sobre el papel del éxito académico que coronó en la UNET, quiere escribir ahora una nueva página de superación profesional en Francia.
Coordenadas para apoyarla:
Twitter: @Rossyruiz96 /Instagram: @rossyruiz29 /Celular: 0424-741.32.86
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