Regional

Estudiar educación en declive: escasez de estudiantes en Táchira

12 de agosto de 2024

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“Tenemos asignaturas que están arrancando el semestre con 5 alumnos, 6 y 7. Esto es un indicador de la crisis que en el futuro va a tener el país”, mencionó Omar Pérez Díaz, vicerrector decano de la ULA Táchira

En el estado Táchira, al menos cinco universidades ofrecen carreras de Educación. La mayoría de ellas tienen menos de diez estudiantes matriculados en cada período académico. Eso demuestra que a los bachilleres no les interesa formarse como docentes o maestros de aula. Una de las causas es la baja remuneración que se recibe desde hace varios años en los planteles públicos. Es crucial que el Estado se cuestione sobre el futuro de la educación: ¿Quiénes serán los próximos docentes? ¿Qué les espera a los niños y jóvenes dentro de 5 o 10 años?

 La carencia de incentivos económicos y la disminución en la calidad de los maestros pueden resultar en una reducción de profesionales capacitados para la enseñanza. Esto impacta directamente en la calidad de la educación que los estudiantes reciben y afectará a las futuras generaciones.

 “A pesar de que hay muchas vocaciones docentes, eso no les da para vivir”, expresó el presbítero Javier Yonekura Shimizu, rector la Universidad Católica del Táchira, UCAT. Esta institución, desde el 2021, no tiene inscripciones en las carreras de educación debido a la falta de matrícula estudiantil. De allí egresaron decenas de educadores.

Algunos estudiantes de bachillerato tienen el deseo de cursar estudios universitarios en el campo de la educación. A medida que ellos conocen la realidad en el campo de trabajo, debido a la disminución de la cantidad de docentes en aulas y las restricciones presupuestarias, es decir, los bajos sueldos, optan por abandonar esa pasión y estudiar otras áreas que les permitan alcanzar una mayor libertad económica a través de emprendimientos o empleos en empresas privadas.

Yonekura hace hincapié en que no vale la pena estudiar este tipo de carreras tanto en universidades públicas como privadas. “Se invierte tiempo y dinero. Es una carrera que está tan mal remunerada y poco reconocida por el Estado venezolano”.

Omar Pérez Díaz, vicerrector de la ULA Táchira. (Foto/Adriana González)

La UCAT es una universidad privada, y a pesar que los estudiantes con recursos económicos suficientes pueden estudiar allí para ser docentes, no hay la matrícula suficiente para hacer una inscripción. El presbítero Ricardo Casanova, vicerrector académico de esta casa de estudios, mencionó que en cada inscripción de año solo se preinscriben dos estudiantes por carrera, por lo que la universidad no puede matricularlos.

Casanova explicó que aquellos docentes adscritos a la facultad de Humanidades y Educación que no podían ser trasladados a otras carreras, como Administración, cumplieron el contrato e inmediatamente fueron retirados.

La carrera de educación fue cerrada en la UCAT. No hay estudiantes.

Para el nuevo año académico 2024-2025 incluyeron en la facultad de Humanidades y Educación la carrera de licenciatura en psicología, la cual será la única funcionando en esta facultad. En un pasado allí se formaban educadores en las siguientes menciones: Biología y química, castellano y literatura, ciencias sociales, física y matemática, informática, informática y matemática, e integral.

Casanova explicó que la última vez en inscribir un estudiante en estas carreras en el primer año fue en el 2018, por lo tanto desde esa fecha trabajaron los docentes para sacar la última promoción en el 2021.

Debido a estas situaciones el estado Táchira e incluso el país podría afrontar una escasez de maestros en el futuro, y el sistema educativo se convertiría en unos de los trabajos con menor demanda laboral.

 “Es un sistema en el que la educación está en crisis, en que la figura del maestro socialmente no es valorada, no es reconocida, sus condiciones sociales no son las mejores”, manifestó el doctor Douglas Izarra Vielma, Coordinador General de la Extensión Académica en San Cristóbal del Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL-IMPM.

Oriana Chacón y Paola Pernía, de la ULA-Táchira, estudiantes del tercer semestre de Educación, mención Biología y Química.

Izarra ha observado una disminución constante en la matrícula de esta extensión educativa durante varios años. De hecho, consideró que es absurdo pedirles a las personas que sacrifiquen sus vidas, ilusiones y deseos de superación en nombre de un concepto tan abstracto que es la vocación.

Aunque la vocación podría ser un impulso para trabajar en esta carrera, no debería ser la única condición de ejercer la profesión de maestro, especialmente cuando deben enfrentar numerosos desafíos sin recibir una remuneración digna.

Según análisis realizados en la tesis doctoral del vicerrector decano de la ULA–Táchira, Omar Pérez Díaz, la educación en el estado Táchira enfrenta una crisis. Los datos muestran una imagen preocupante del sistema educativo: planta física deteriorada e improvisada en locales no aptos; carencia de materiales didácticos (hasta la clásica tiza falta en muchas aulas); bajos sueldos y pagados a destiempo que desmotivan e influyen en el desempeño docente, reflejándose en la baja calidad educativa; se imparten clases memorísticas, continuando aún la práctica del apuntismo.

La falta de inversión en la formación de docentes y en la infraestructura educativa puede limitar la innovación y el desarrollo en el ámbito educativo. Sin maestros motivados y bien preparados, es difícil implementar nuevas metodologías y tecnologías en las aulas. Destacó la calidad de educación con respecto al apuntismo, donde muchos estudiantes memorizan información sin comprender realmente los conceptos. Esto afecta su formación y capacitación para aplicar lo aprendido en situaciones reales.

“Hoy vemos como en escuelas hay aulas con 12 alumnos y dos docentes a dedo, y que no reúnen los requisitos ni perfil necesarios para impartir formación y conocimiento”, comentó Ingrid Porras LaBarca, presidente de la Federación de Maestros filial Táchira. Calificando la educación en el estado como “deplorable y calidad no óptima”, consecuencia de la falta de docentes altamente calificados para ejercer la labor y sobre las condiciones hasta inhabitables en algunos liceos y escuelas públicas del estado.

Debido a la falta de docentes, algunas escuelas o liceos optan por buscar a otros profesionales o bachilleres para dar “clases” a estos estudiantes. Esta dificultad surge por no pagar un salario digno y el educador no tener mejor calidad de vida. Se suma la baja matrícula en las universidades para las carreras de educación. “Salvar la educación lo es todo”, afirmó Porras, como una búsqueda de contrarrestar esta escasa matrícula universitaria.

En este año 2024, como se muestra en la infografía, se evidencia que en la Universidad Católica del Táchira la cantidad de estudiantes en educación total es de 0; en la Extensión Académica de San Cristóbal del Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL-IMPM, la totalidad de matrícula es de 169 estudiantes; y en la Universidad de Los Andes, núcleo Doctor Pedro Rincón Gutiérrez, ULA–Táchira, es de 839 alumnos.

La ULA-Táchira tiene la mayor demanda de estudiantes inscritos en las carreras de educación con 839, pero hay una carrera, Idiomas Extranjeros, la cual también pertenece al departamento de Educación, que tiene una matrícula de 1.157 inscritos, sobrepasa la demanda de cinco carreras juntas que son: Geografía e Historia, Biología y Química, Física y Matemática, Español y Literatura, y Básica Integral.

Para muchos estudiantes, Idiomas Extranjeros es visto como una carrera para aprender otras lenguas, pero no como para terminar siendo profesor. Esta carrera les abre a los estudiantes las puertas para la diáspora, ya que pueden desenvolverse en otro país con más facilidad al dominar otro idioma.

Talento en aula

Las estudiantes del tercer semestre de Educación, mención Biología y Química de la ULA-Táchira, Oriana Chacón y Paola Pernía, comentaron que a ellas les gustaría ser docente cuando finalicen su carrera.

“Pero a mí -responde Oriana Chacón- que sea en una institución privada, si para ese momento el salario es digno para poder vivir en paz”. Ella trabaja desde su casa en tareas dirigidas.

Su compañera Paola Pernía opina diferente: “Sí se hace por vocación, yo digo que el sueldo es lo de menos, porque si estudias una carrera lo haces por vocación, porque te gusta, te interesa”. A ella le gustaría enfocarse en la biología y química en el área investigativa y no como docente.

Las estudiantes mencionan que tienen profesores con mucha vocación porque realmente imparten el contenido educativo de una forma amena, incluso desde la virtualidad.

Chacón y Pernía asisten a la universidad una o dos veces a la semana porque tienen la mitad de las asignaturas a distancia y la otra mitad se cursa de manera semipresencial, debido a la falta de recursos económicos de los profesores para asistir a la universidad. Incluso, tienen maestros del estado Mérida para poder cubrir las materias que no tienen docentes en el estado Táchira.

— ¿Cuántos estudiantes iniciaron la carrera con ustedes?

— Cuando iniciamos había alrededor de 17 bachilleres en nuestro salón y actualmente somos cinco o seis, más o menos –mencionaron Chacón y Pernía que fue en el primer semestre del 2022–. Faltan todavía más de cuatro semestres para finalizar la carrera.

Sobre este punto, el profesor Omar Pérez Díaz recordó que la Universidad de Los Andes-Táchira es una universidad pública, y a pesar de eso son pocos los bachilleres que estudian actualmente este tipo de carreras de educación.

“Yo tengo en la universidad como docente 44 años y la carrera de educación era una de las que más me motivaba”, mencionó Pérez Díaz al ver la diferencia de la cantidad de alumnos de hace más de 10 años a los que hay actualmente.

La visión del rector

El rector de la ULA, Mario Bonucci, mencionó que su sueldo, con 45 años de servicio, “debe estar por el orden de los 150 dólares con la prima de responsabilidad y con todos estos bonos, o sea, el salario integral. Obviamente yo con eso no vivo, no tengo la posibilidad de tener otro trabajo, por lo tanto vivo de lo que me envía mi familia que está en España”.

El equivalente de 150 dólares en la Tasa del Banco Central de Venezuela es de aproximadamente 5.476,5 bolívares y la cesta básica en Venezuela se ubica en 552,29 dólares en el mes de abril, por lo que un rector debe conseguir más de 70 % de los dólares restantes.

En Venezuela, el salario mínimo es de 130 bolívares, un aproximado de 3,3 dólares. Lo recordó el presidente Nicolás Maduro el pasado 1° de mayo, Día del Trabajador.

El rector aclaró que “un instructor está ganando digamos con este bono de 90 más 40 dólares, o sea está ganando algo así como 141$, un profesor instructor y un profesor titular que debe tener maestría, doctorado y haber pasado 15 años mostrando trabajos de investigación, está ganando menos de 140$ como 139$”, explicó Bonucci.

     Dentro del escalafón de los profesores universitarios se encuentran: Titular, asociado, agregado, asistente e instructor; en este caso el Rector de la ULA es titular. “Nosotros estamos pegados aquí a Colombia, y cuando usted compara los sueldos de los educadores colombianos con nosotros, se da cuenta que hay una enorme diferencia. Aproximadamente está por el bote de los 1.600.000 pesos”, comparación que aportó Omar Peréz Díaz; un profesor colombiano puede llegar a ganar 426,66 dólares, cantidad cercana a lo que necesita un venezolano para cubrir una cesta básica.

¿Vocación?

     Nelly Villamizar, docente de la Escuela Nacional Baldomera Jara, municipio Cárdenas, con 21 años de servicio se mantiene activa. “La educación se lleva, bueno, por lo menos yo la llevo en el corazón”, a pesar que cuando comenzó hace más de 20 años en este sistema educativo todavía se mantiene activa a pesar de las dificultades que ha ido atravesando cuando el salario ya no le alcanzaba.

     “Desde hace 20 años la educación, bueno, el currículo era excelente. Los sueldos de los docentes eran excelentes. Y de verdad se trabajaba con esmero y con dedicación. Hoy en día pues realmente la educación ha bajado mucho de calidad, los malos pagos, los docentes han renunciado, el horario de trabajo ya no es el mismo de antes, que era de 8 a 4”, agregó Villamizar al ver los cambios que ha pasado la educación venezolana.

     En la mayoría de las escuelas públicas, de las cuatro semanas del mes a veces se trabaja solo tres semanas, porque los docentes sólo asisten dos o tres días a la semana, debido a la falta de dinero para trasladarse, bajos recursos para tener los alimentos. Crisis que influye en la educación de los niños.

     “Hay docentes de educación pública que trabajan de servicio, mensajera, haciendo otras actividades de carácter informal para poder pagar el estudio al hijo en el colegio, algo que entre la lógica no cabe, pero es una realidad que se está viviendo en Venezuela”, dijo Omar Pérez Díaz, al verse envuelto en los emprendimientos de sus colegas que hacen para conseguir dinero para darles educación de calidad a sus hijos.

     Villamizar aconseja a aquellos docentes que tienen 10 o 15 años de servicio “que tengan fe en las cosas y que si tienen ese amor y esa vocación por los niños, que sigan adelante y sigan con su profesión y su trabajo. Algún día todo mejorará”, como una forma de ánimo a pesar de la crisis que se vive día a día.

     Trabajar por vocación podría significar olvidar las responsabilidades en el hogar, como alimentar a los hijos, brindarles una educación de calidad y compartir tiempo en familia. La realidad es que, al trabajar de esta manera, los docentes se ven atrapados en una situación abstracta, ya que no reciben la remuneración adecuada para impartir conocimientos con verdadera pasión.

     “Hay instituciones donde no existen baños”, acotó Porras, qué se espera de una institución donde ni los servicios básicos funcionan. Hay municipios que en una escuela solo hay dos docentes por ser tan alejadas de los pueblos, los docentes no tienen el incentivo económico de trasladarse todos los días a lugares tan lejos, por lo que los primeros representantes son quienes hacen el papel de docente.

     El Táchira enfrenta el riesgo de quedarse con escuelas y liceos vacíos debido a la falta de educadores y a la ausencia de salarios dignos para los licenciados en educación. Si no se toman medidas, los niños del futuro podrían enfrentar analfabetismo, y profesiones como médicos, especialistas, ingenieros, periodistas y docentes estarán en peligro. Es crucial preservar la calidad educativa en la región. (Adriana González)

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