Regional

Historia de horror de la periodista Zuleima

26 de marzo de 2022

4.204 vistas

La periodista, de 45 años, es diabética desde los 10 años. Emigró en el 2018 a Lima, Perú, donde una uña encarnada le causó la amputación del segundo dedo del pie izquierdo. Además le dio tromboflebitis, lo que obligó a los médicos a amputarle la pierna izquierda, más arriba de la rodilla.

El dato

Necesita una prótesis para poder caminar. En San Cristóbal cuesta 13 millones de pesos, unos 3.700 dólares; 7 millones indica un presupuesto en Bogotá, y 2.600 dólares en Caracas.


Por José Luis Guerrero S.

Lima/Perú

El 8 de diciembre de 2020, a la periodista tachirense Laviell Zuleima Vivas Lozada, de 43 años, le amputan la pierna izquierda en el hospital Hipólito Arrieta, de Lima, Perú. Días antes, los médicos le habían amputado el segundo dedo del pie izquierdo.

A mediados de noviembre de ese año fue internada en el centro asistencial por una herida en el dedo, causada por una uña encarnada, la cual fue removida semanas atrás, pero dejó una lesión abierta. Ella, diabética desde los 10 años, comenzaría a vivir una etapa de su vida que califica de horror.

 

Emigró desde Cordero, municipio Andrés Bello, estado Táchira, el 17 de febrero de 2018, junto a su sobrino Diego Alejandro Chávez Vivas, de 19 años. Estuvo  sola en la cama de este centro de salud. No hubo  un familiar o amigo cercano, allí, a su lado, atento a lo que sucedió. Fueron días  de mucha angustia y desesperación. Narra que no  dejó de llorar y deseó morir. Por esos días, la población del mundo vivió la ola de pandemia por el covid-19. El temor del contagio, ser internado en centros de salud y fallecer, estaba por todos lados.

— Mi sobrino, Diego Alejandro, estaba desesperado. Es el único familiar cercano, conmigo en Lima, pero no tuvo acceso todos los días al centro de salud. No se lo permitían por el contagio del covid-19; además, debía trabajar para poder pagar la habitación donde estábamos, cubrir los gastos de alimentación. También vivió momentos de mucha angustia — narra Zuleima en su casa de habitación, del sector Campo Deportivo, en Cordero.

Caracas/Venezuela

A los diez años, en Caracas, donde nació y vivió con sus padres, le diagnostican que es diabética. Padece una enfermedad crónica de por vida. Es insulinodependiente tipo I. Debe inyectarse insulina todos los días, porque el páncreas no produce esta hormona en la cantidad que el cuerpo necesita.

Comienza otro ciclo de vida, donde las golosinas y las harinas deben ser controladas. El exceso de azúcar en la sangre trae graves consecuencias y hay que seguir hábitos alimenticios. Al paso de los años entiende que la enfermedad es de larga duración, que debe aprender a convivir con ella.

El glucómetro es su acompañante: un pinchazo en un dedo con una lanceta o aguja especial, la cinta reactiva para medir el valor  de la glicemia o azúcar en la sangre, que determina la cantidad de insulina a colocarse.

—Eso se aprende -responde de inmediato-. No es nada complicado, pero como he pasado por tantos episodios difíciles a lo largo de la vida, y la diabetes es una enfermedad degenerativa, hoy día, a mis 45 años cumplidos, sufro de triglicéridos, colesterol, debo controlarme la tensión, me detectaron hipotiroidismo, problemas renales y pérdida de la visión…

Aún adolescente, la familia decide radicarse en Cordero. Así lo hacen. Ella se gradúa de bachiller en el liceo Alberto Adriani, sector de La Guayana, en San Cristóbal.

Cordero/Venezuela

A finales de 2017, luego de renunciar a su trabajo en Táriba, municipio Cárdenas, Zuleima decide emigrar a Perú. Está clara en marcharse del país y ha comenzado a vender las pocas propiedades para reunir dinero. Sus padres, Ramón Vivas y Belén Lozada, están tristes. La hija mayor se va a Perú. Sigue el control diario de la diabetes, y su mamá vigila la alimentación.

— Yo confié en una persona y esa persona me robó el dinero que tenía para el viaje –recuerda Zuleima, en tono de voz pausado, en la mesa del comedor de la casa de sus padres-. Fue muy triste ese momento. Una tía me prestó la plata que me faltaba y me pude ir para Lima,  exactamente el 17 de febrero. Mi sobrino, Diego Alejandro, abandona los estudios de ingeniería informática en la UNET y me acompaña.

Laviell Zuleima Vivas Lozada, desde los 10 años es diabética. (Foto/José Luis Guerrero)

Ambos no tienen empleo fijo. Venezuela vive una fuerte crisis económica y miles de personas se van del país, la mayoría a Colombia, Perú y Ecuador. Lo hacen por la frontera Táchira-Norte de Santander, epicentro de los migrantes.

Antes de graduarse de licenciada en Comunicación Social, en la Universidad de los Andes, en el 2005, ya Zuleima trabajaba en la Oficina Regional de Información, de la gobernación del estado Táchira. El militar Ronald Blanco La Cruz mandaba en el Palacio de Los Leones.

Cuatro años después, César Pérez Vivas es gobernador. Hay cambios en el personal y ella es despedida. Se va a Valencia, estado Carabobo, y trabaja como redactora de noticias en Notitarde, El Carabobeño, Diario La Calle, y otros medios locales, hasta el 2015, cuando decide retornar a San Cristóbal.

—Yo en realidad, en Valencia, dormía en un cuarto donde no tenía cocina para poder preparar la comida. Comía en la calle, y en verdad era un desastre, porque no almorzaba a la hora. No había control alimenticio y eso me fue mermando la salud. Tomaba pastillas para la tensión, para el hipotiroidismo. Sí me inyectaba a diario la insulina, hasta dos o tres veces al día, dependiendo de cómo me midiera la glicemia capilar. Lo que pasó es que ese descontrol al comer me hizo mucho daño.

Al retornar al Táchira, José Gregorio Vielma Mora es ahora el gobernador del estado. En la dirección de Política del gobierno regional, en el 2016, había vacante para periodista y logra el trabajo. Su jefe inmediato es Luis Eduardo Díaz Maldonado. A finales de año renunció.

Cúcuta- Colombia/Lima- Perú

Dinero en mano, llegó la hora de partir, es febrero de 2018. Ella y su sobrino se alistan con ropa ligera, zapatos de goma, meriendas para el camino, equipaje básico y algo de dinero para comenzar. Cruzan el puente internacional Simón Bolívar y una vez en La Parada, departamento Norte de Santander, inician una travesía de casi seis días de viaje entre Cúcuta, Colombia y Lima, Perú. Muchos sueños.

— Viajamos por tierra, en autobús. Al llegar a Lima no conocíamos a nadie. Solos los dos, mi sobrino y yo. Nos ubicamos en una habitación y luego a buscar trabajo en lo que fuera. Gané dinero limpiando casas, en ventas de comida, lavando ollas, limpiando pescado, y luego sí logré encontrar algo que me gustaba: manejar las redes sociales de una red de clínicas— narra.

La diabetes se movía por su cuerpo con más intensidad. Reconoce que estaba muy descontrolada. Trabajaba jornadas agotadoras, entre 12 y 14 horas diarias, sumadas a los malos hábitos alimenticios porque no tenía cómo cocinar, ni el tiempo para poder hacerlo.  El consumo de pan, pastas caseras o de panaderías y gaseosas, era cotidiano. “Comía lo que se me atravesaba”, dijo. El estrés también hacía mucho daño en su cuerpo y ella no lo notaba.

Lima/Perú

A mediados de marzo de 2020, cuando empezó la pandemia covid 19, Zuleima sigue manejando las redes sociales de una clínica en Lima. En la capital hizo contacto con un grupo de personas que le ayudaron a conseguir la insulina. Pronto comenzaría su historia de horror.

— Yo tenía, en el pie izquierdo, una uña que me molestaba. Era la del segundo dedo -también se le conoce como digitus secundus pedis-, al lado del dedo gordo. Estaba encarnada. Ya el dolor era más intenso y decido mandármela a sacar. Al parecer, como uno pierde la sensibilidad en las extremidades inferiores por la diabetes, no capté que me habían dejado una herida abierta allí.

La tachirense seguía en su trabajo y recuerda que la herida en el pie le dolía al caminar, cojeaba, pero no tenía otra alternativa. Era un dolor intenso y el dedo ya estaba morado porque el tejido sanguíneo suele descolorarse y es indicativo de que algo anda mal, no existe buena provisión sanguínea para ayudar a sanar y los tejidos comienzan a morir. Ya es inevitable y debe ir al hospital Hipólito Arrieta, en Lima, porque el color de la piel en el dedo pasó de morado pálido a negro. Los médicos la revisan y la dejan hospitalizada.

—Yo pude pagar un tipo de seguro que cubría los gastos. Allá no es asistencia gratuita. Como me vieron tan mal, me dejan hospitalizada. Era el mes de noviembre de 2020 y los centros asistenciales están colapsados por la pandemia. A los días me amputan el dedo de la uña que estaba encarnada, la que causó la herida.

Los médicos siguen sus estudios clínicos para determinar qué tan grave era el daño vascular, es decir, del aparato circulatorio.

— Cuando alcanzan a hacerme el examen, ellos detectan tromboflebitis. Me dicen que es  un proceso inflamatorio que hace que se formen coágulos de sangre que bloquean una o varias venas, y  es cuando me informan que me tienen que amputar la pierna, que ya no hay solución. Es lo que también se conoce como gangrena, no circula la sangre y el mal que comenzó en el dedo me estaba comiendo la pierna. Todo era por la diabetes y me insistieron en que ya no había solución. Fue un día horrible— recuerda, luego de hacer un gesto en su rostro y una larga pausa.

— ¿Qué pasaba con su sobrino? ¿Su familia estaba enterada de lo que sucedía?

— Logré prestar un teléfono celular para llamar a mi sobrino y contar lo que me pasaba. Fueron días muy complicados. Él ya le había informado a mi hermana menor, Leynnis Vivas  Lozada, aquí en Cordero. Yo no tenía ropa. Los médicos me dijeron que casi me moría porque me dio un infarto en plena operación. Luego me enteré que uno de los médicos se comunicó por WhatsApp con mi hermana y le advirtieron que yo no iba a resistir; incluso hablaron de mis cenizas. Todos aquí en casa estaban desesperados, porque recuerde que la pandemia estaba desatada, fronteras cerradas, no había dinero. Yo estaba dopada y, para completar el cuadro clínico, me detectaron enfermedad renal y me dializaron cinco veces. Los médicos dicen que hasta me dio covid…casi me muero en Lima.

A finales de enero de 2021 le dan de alta, pero sigue enferma, con infección en el conducto urinario, por la sonda que le habían colocado. Vomitaba mucho, fuertes dolores. Su sobrino la lleva a otro hospital, en Lima, donde permaneció otro mes hospitalizada. El corte en la pierna amputada sanó sin problema.

— Me quería morir. No tenía dinero. Logré una ayuda de 700 soles que me permitió subsistir al salir del hospital y algo de comida. ¡Una experiencia de vida muy dura!

Lima-Perú/Caracas-Venezuela

El Plan Vuelta a la Patria, implementado por el gobierno de Nicolás Maduro para apoyar el retorno de muchos venezolanos a su país, es una opción para regresar a su casa en Cordero. En Lima ya no tenía oportunidades. Su sobrino hizo las diligencias correspondientes, llevó los papeles a la embajada para buscar los pasajes necesarios.

Al mes, mediados de abril, ella y su sobrino salieron en la lista, pero Zuleima asegura que su hermana tuvo que pagar dinero a una persona para lograr los dos cupos.

A finales de abril recibía los abrazos de sus padres y demás parientes. Parte de la odisea había terminado. Llegó delgada. Pesaba 47 kilos. Para marzo de 2022 ha recuperado peso, 52 kilos. Ella no puede trabajar; su sobrino, quien ya cumplió 23 años, tampoco ha conseguido empleo.

Cordero/Venezuela

Zuleima necesita una prótesis para poder caminar. No ha recibido la ayuda social esperada y no tiene dinero para poder comprarla. Su familia tampoco tiene los recursos económicos necesarios. Ha enviado oficios, informes, ante entes del Estado, pero no ha obtenido respuestas. Al diputado Diosdado Cabello, y a Freddy Bernal, cuando era el llamado protector del estado Táchira, ha enviado documentos, pero no sabe si llegaron a sus manos.

—Yo he participado en concursos que abren las empresas que fabrican prótesis para tratar de ganarla. Lo he hecho dos veces en Cuidad Biónica, una empresa de Caracas. Uno se inscribe y por redes sociales, el que tenga más corazones de apoyo gana. He visto que son muchas las solicitudes. También lo hice por Ortobiopronic, donde eran  más de 70 participantes y es un solo día, pero no he logrado ganar— cuenta con tristeza.

— ¿Cuál es el costo de la prótesis?, ¿La fabrican aquí, en San Cristóbal?

— Necesito la prótesis para la pierna izquierda, más arriba de la rodilla. Por La Guacara, en San Cristóbal, cuesta 13 millones de pesos, presupuesto de hace tres meses (unos 3.700 dólares); por Colombia sale en 7 millones de pesos, pero hay que costear el viaje a Bogotá, y en Caracas el presupuesto indica 2.600 dólares. Yo no tengo ese dinero.

— ¿Cómo podemos ayudarla?

— Busco el apoyo de todas las personas que me puedan ayudar con dinero para reunir lo que necesito, que estimo sean unos 2.600 dólares. Lo pueden hacer por la cuenta corriente del Banco de Venezuela, número 0102 0391 1500 00368098 a nombre de Laviell Zuleima Vivas Lozada, cédula de identidad número 11.991.027. Su correo electrónico es [email protected]

Este es el ´flyer´ diseñado por Zuleima, donde pide la colaboración de todos para alcanzar su objetivo.

Ella todos los días sigue tratamiento con pastillas  para controlar la tensión, el hipotiroidismo; la insulina que se debe inyectar, la tira reactiva y las lancetas; se suma la consulta con el especialista médico, su alimentación, todo representa inversión de dinero.

Zuleima solo cree en Dios y en su hijo. Todos los días les pide ayuda para alcanzar la meta de poder comprar la prótesis que le permita volver a caminar para retornar a la vida normal o tratar de hacerlo, como ella lo considera. Piensa que, al tenerla en su pierna izquierda, ya adaptada, se volverá a ir del país, regresar a Lima o vivir en Colombia. “Esta realidad que vivimos en nuestro país es muy triste, cada día más difícil”.

Durante 34 años y 8 meses de su vida, que representan unos 12.480 días, 1.782 semanas y 299.520 horas, ha vivido con la diabetes, la enfermedad que le ha hecho mucho daño. En agosto próximo se suma un año más a su vida y desea celebrarlo con la prótesis.

“A veces quiero escapar de este cuerpo… esta es parte de mi historia de horror”.

¡Quieres recibir el periódico en la puerta de tu negocio!

1 Mes

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 5% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    1 Post 1 historia

Mensual
54.000 Cop

Pago único

Suscribirse

3 meses

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 10% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    1 Post + 1 historia
  • Descuento del 5%

Mensual
51.300 Cop

Pago único

Suscribirse

6 meses

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 20% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    2 Post + 1 historia
  • Descuento del 5%

Mensual
48.600 Cop

Pago único

Suscribirse