Regional
“Les damos hogar, alimentación, medicinas y les fabricamos sus propios ataúdes”
3 de febrero de 2020
La Casa Hogar Los Abuelos de Jesús, en Chururú, cumple una gran labor
La Casa Hogar Los Abuelos de Jesús, en Chururú, en el municipio Fernández Feo, cumple casi seis años atendiendo a personas de la tercera edad que, por diversas circunstancias, enfrentan el último periplo de sus vidas, en la soledad y el abandono
Raúl Márquez
El sol de las dos de la tarde destella con fuerza, intensificando el calor sobre la llamada “puerta del llano”. Entre tanto, ellos se sitúan en corro y rezan el santo rosario. Sin embargo, y en honor a la verdad, algunos no rezan, tal vez mueven levemente los labios y siguen las letanías, pero sus miradas, sosegadas, parecen estar en otra parte.
Tras cada misterio, siguen los cánticos, aplauden, murmuran. De este modo, cumplen parte de la rutina diaria en la Casa Hogar Los Abuelos de Jesús, institución que desde hace casi seis años viene cumpliendo una labor titánica, en favor de un grupo de ancianos que transitan el último periplo de sus vidas, en la soledad y el abandono. Está ubicada en Chururú, municipio Fernández Feo, zona sur del Táchira.
Modesto Pérez, su fundador, relata los inicios y el día a día de esta obra de amor y solidaridad. “Años atrás quise adquirir un terreno en la calle principal de El Piñal, con el fin de construir un restaurante y, con parte del dinero que obtuviera, ayudar con medicinas a las personas que estuvieran recluidas en el hospital, pero en aquella oportunidad no pude concretar esa meta. Tiempo después, un domingo del año 2013, me dirigí a la capilla de Chururú a orar, como siempre lo he hecho, y fue como una revelación que, de pronto, me llegó, y era construir la casa hogar en estos terrenos. Y así comenzamos con esta obra de Dios, el 15 de febrero de 2014, y aquí seguimos, pese a todo”, explica, con una media sonrisa.
Comenta que para subsidiar los gastos de esta importante institución, donde actualmente son atendidos 13 ancianos, cuenta con parte de las ganancias del restaurante y de una panadería. En ciertas ocasiones —según explica— han organizado actividades profondos, en las cuales, el apoyo de algunos comerciantes y medios de comunicación del sur del Táchira no se ha hecho esperar.
“Para sortear la crisis que nos golpea y seguir adelante con nuestra misión, en varias oportunidades hemos tenido que recurrir al apoyo de los fernandenses, quienes han respondido de manera fraterna y bondadosa”, apunta Pérez.
“Reciben las atenciones necesarias”
Precisa, por otra parte, que los abuelitos, desde el momento en que son ingresados a la casa hogar, comienzan a ser tratados con dignidad y respeto. En ese sentido, puntualiza que comparten dormitorios cómodos y ventilados, comen de manera balanceada y, además, reciben los cuidados médicos necesarios, de acuerdo con las patologías que padecen.
“Poco a poco, fuimos construyendo la sede y adquirimos los enseres básicos para atenderlos como es debido. En cuanto a la salud, son chequeados por médicos del municipio que acuden a nuestra sede cada cierto tiempo. Además, cuando alguno se agrava, lo movilizamos de manera inmediata al Hospital Tipo I de El Piñal. En lo que respecta a las medicinas, a veces las compramos y, en otras ocasiones, nos las donan; así vamos”, subraya.
Así pues, comenta Pérez, siguen adelante enfrentando las situaciones que viven en este momento los tachirenses, como el problema de la escasez del gas doméstico y del combustible. “A veces debo comprar la gasolina para movilizarme a hacer las compras para el comedor de los abuelitos, pues algunos oficiales no creen que ´guapeamos´ por esta institución”.
“Les fabricamos los ataúdes”
Marcos tiene 90 años de edad y, a pesar de ello, hilvana muy bien sus ideas, cuando es abordado en cuanto a su experiencia en la Casa Hogar Los Abuelos de Jesús. “Aquí nos tratan bien, tenemos de todo, lástima que estemos enfermos. Pero, bueno, así es la vida. Hay que aguantarnos, hasta que nos toque y listo. Por lo menos, también tenemos segura nuestra última morada, y eso es bueno”, diserta, con voz lenta y cierto aire filosófico.
En efecto, de los 28 abuelos que han fallecido desde que funciona la casa hogar, la mayoría ha recibido el servicio funerario por parte de la misma institución. En este orden de ideas, han tenido que mandarles a hacer los ataúdes, para ahorrar gastos.
“Al principio, cuando un abuelito moría, las funerarias nos colaboraban y hasta nos donaban los ataúdes. Obviamente, con el empeoramiento de la crisis por la que atravesamos, esto no siguió siendo posible, y es entonces cuando decidimos, por nuestra cuenta, mandarlos a fabricar”, subraya Pérez, con seriedad.
Detalla al respecto que algunos carpinteros no les cobran y otros piden una colaboración mínima, por lo que, en resumidas cuentas, invierten unos 80 mil pesos; una suma módica, en contraste con los precios del mercado. “Tengo entendido que una urna y un servicio funerario están oscilando, actualmente, entre los ochocientos mil pesos y el millón y medio de pesos. Una cantidad que nunca podríamos cancelar”, reflexiona.
Aparte de la urna, fabricaron los pedestales, la cruz y los portavelones. “Luego que fallecen seguimos dignificándolos con nuestro propio servicio funerario; incluso los transportamos al cementerio en mi camioneta, que también es ambulancia, cuando es preciso”, asegura, sonriente.
“No los abandonen”
Modesto Pérez, junto a su esposa Elvia Pernía de Pérez, y Sandra Yamile Rodríguez, coordinadora de la casa hogar, insta a las familias tachirenses a atender a las personas de la tercera edad, como ellas se lo merecen.
“Es penoso saber que muchos familiares de algunos de nuestros abuelitos tienen dinero y no son capaces de traerles siquiera sus medicinas. Debemos recordar que gracias a ellos muchos hogares salieron adelante. Se trata de hombres y mujeres trabajadores, que lo dieron todo por el país, por los suyos, para ahora encontrarse solos y a la buena de Dios. Recordemos que todos llegaremos a viejos y ojalá seamos tratados con el respeto y la dignidad debida”.