Regional

“Lo que me aleja del trago, es el tamaño de mi brazo”

10 de junio de 2018

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“Tengo 29 años de edad, 6 años dentro de la comunidad de Alcohólicos Anónimos (A.A), en esos cuatro años de los 19 a los 23 pasé muchas cosas, desilusiones, depresiones muy fuertes que señalaban que había un problema.

Yo conozco la comunidad desde los 19 años de edad; pero entré a los 23, referida por un siquiatra. Allí comienzo a hacer vida dentro de A.A. El médico me dijo que yo tenía problemas con mi manera de beber. Claro al principio la negación fue lo principal. Yo decía: ¡como se le ocurre!… ¿tan joven?…”

 ¿Cómo era su manera de beber?

–Casi todos los días tomaba, a veces paraba por la universidad y los estudios; pero ese es el gran engaño y dices: Ahora si lo puedo controlar. Si yo arranco, no paro, me enlaguno, si cambio de personalidad, si digo me voy a las once y llegué a las tres de la mañana habiendo dicho que llegaba a las 11 de la noche, ahí hay un problema.

La historia de María Elena, es la historia de muchas y muchos jóvenes que en medio de su talento, su vida diaria, sus ventajas y desventajas, las virtudes y decepciones, se encaminan sin darse cuenta en la enfermedad del alcoholismo.

Se debaten en un sí y en un no, con preguntas que pasan por su mente como: ¿Yo alcohólica(o)?… y ellos mismos se responden: No vale, solo fueron unos traguitos en una noche de emociones encontradas.

El despecho, la muerte de un familiar, el impulso de alguien que te dice ´toma eso vida y no le pares´ o el simple hecho de pasarla bien ´sin control´, son la causa del despertar de ese “monstruo” que está oculto en cada uno de los seres humanos y se aviva al ser alimentado por el descontrol al beber unas cuantas copas o tragos y hasta botellas de cerveza, ron, whisky, vino, miche, bebidas espirituosas o como lo quieran llamar; pero para todos lleva el mismo nombre: Alcohol.

 ¿Por qué entraste a Alcohólicos Anónimos?

__Para mí no fue nada fácil decir que era una alcohólica. Ni aceptarlo, siempre decía que era otra cosa menos eso. Mi enfermedad comenzó muy rápido, yo empecé a tomar a los 13 años. El mundo del alcoholismo no a todos les afecta por igual, no es una cuestión de cantidad, sino de la calidad como me afecta a mí.

Hay gente que bebe 30 años, 40 años; hay gente que bebe 5 años. Hay gente que bebe un año y en ese periodo se identifica como un alcohólico.

Yo bebí por 10 años y mis conductas fueron las que me hicieron identificarme como una alcohólica. Sin embargo, yo llego a la comunidad y volví al siquiatra. Uno de los siquiatras me dijo que no sufría de alcoholismo que fuera a Alanon (grupo para los familiares de los alcohólicos es un grupo de apoyo a la familia).

Yo me alegré y dije voy a los grupos de los familiares de alcohólicos y no soy yo la alcohólica. La misma gente que habla con uno se da cuenta, y eso que duré como año y medio sin emborracharme. Es una cuestión de conducta, la enfermedad es emocional.

   ¿Qué la impulsó tomar desde los 13 años?

__Todo comenzó porque a mi padre le diagnosticaron cáncer gástrico y yo tenía una relación con mi papá ejemplar. Él no aceptaba mi realidad. Ese era mi escape: tomar. No sé donde escuché que el alcohol mataba y yo tomaba de todo, me agarraba las botellas a escondidas. Yo estudiaba noveno grado en un colegio de monjas, mis amigos no tomaban.

Llegaba prendida al colegio y a mis amigos les parecía como raro. Cuando pasamos a quinto año, todos comenzaron a tomar por la euforia de la graduación y ahí me liberé, convencida que era algo normal.

   Enfermedad ´desconcertante´

Me deprimía, me encerraba, me quería morir, la enfermedad es extremadamente ‘desconcertante’. Porque a pesar de mi dolor y mi sufrimiento, y todo aquello emocional que no aceptaba. Yo pude hacer muchas cosas.

Me gradué en el colegio, pude entrar a la universidad, mi papá muere cuando estaba en primer año de la universidad, eso fue peor, porque estando en la universidad tenía la libertad de tomar cuando yo quisiera.

A los 16 años, estudiando en la universidad, mis amigos eran mayores que yo y me comentaban que mi manera de expresarme en cuanto al alcohol era muy diferente, yo estaba pendiente de cuanto se tomaron, cuantas botellas habíamos llevado, para mí era un gran orgullo decir que había tomado mucho, que habíamos bebido y cuanto habíamos comprado.

Recuerdo que una de mis entradas a los sitios de rehabilitación fue porque mezcle pastillas con alcohol, en ese momento ni siquiera lo había planificado. Ese es el problema del alcohol y puedo decir con toda seguridad que una semana de mi vida la pasé completamente borrada.

   ¿Perdía el sentido?

–“Cuando estaba reunida con amigos no. Pero llegaba a mi casa y seguía tomando, sola. Me encerraba en mi cuarto y comenzaba a llorar por mi papá hasta olvidarme de todo.

Estuve internada en una clínica de San Cristóbal a punto de entrar a la Unidad de Pacientes Agudos(UPA), en ese momento estudiaba en la universidad. Me hospitalizaron por tres meses”.

Luego de ese tiempo de reposo, comenta María Elena que se incorporó a la universidad y culminó su carrera. Esta joven tachirense, de personalidad extrovertida, en medio de su charla afirmó que por la gracia de Dios no perdió ningún año de su carrera. “No me preguntes cómo, solo te digo que fue Dios”.

    ¿Cómo está su parte espiritual?

__Soy católica,  voy a misa, en mis momentos  críticos, ¡Dios me sacaba, me agarraba del cabello y me sacaba del peligro y me sacaba del fango!, era rudo el daño. El alcoholismo es extremadamente auto-destructivo. Yo no necesito que alguien venga a destruirme porque yo me quería destruir. Y de hecho mi primer pensamiento para beber fue: quererme morir.

   Enredo Emocional

__A los 23 años, al cumplir año y medio de graduada de licenciada en Administración, mención Mercadeo y en medio de una vida entre bajas y altas protagonizada por tristezas profundas, inconformidad, cambio constante de carácter, comenzó a rondar un pensamiento en la vida de María Elena: “No sé qué me está pasando”. Ella explica que vivía en un perturbador enredo emocional cuya excusa era la muerte de su padre.

“No tenía ni novios y cuando se me acercaban era difícil que un hombre se quedara con mi actitud tan pesimista, sin fuerzas y quejándome siempre. Cuando me acerqué nuevamente a Alcohólicos Anónimos por un nuevo llamado me di cuenta que era el momento.

Hay un test de 12 preguntas y ahí dice que sí contestas más de cinco puedes considerarte un alcohólico potencial. Y a los 19 años, en mi primera crisis, yo contesté 11 preguntas; es decir, tenía todos los requisitos y a pesar de eso, no me quedé en ese primer instante.

   Escuchar y aceptar
__A mi regreso a la comunidad escuché de nuevo el mensaje, luego a las personas, me identifico, me doy cuenta que esto no es una cuestión de edades, ni de poderes ni de clases sociales, ni si es hombre o mujer.

Ser joven y estar dentro de la comunidad no es sencillo. Cuando yo llegué había compañeros que habían llegado muy jóvenes, entonces eso me llamaba la atención.

Uno llega se sienta y escucha, las personas te dan la bienvenida y tú no tienes que dar ninguna explicación al respecto, solo escuchas. Ese es nuestro objetivo, pasar el mensaje a otras personas y levantar el fondo de uno. Yo pasé por esto y es cuando la persona se logra identificar y dice a mi me pasó.

El 18 de junio del 2012 llegué a la comunidad; pero yo celebro los 21, estoy abstemia desde el 21 de noviembre y tengo 6 años sin consumir. Bebía whisky, ron, cerveza, aguardiente, bueno, de todo.

   “Si me descuido la enfermedad me jala de nuevo”

__No ha sido fácil, no es una cuestión del beneficio que yo pueda tener en mi vida, porque si yo me pongo a hacer un equilibrio de lo bueno y lo malo. Es mucho lo que yo tengo hoy día a comparación de mi pasado. La cuestión está en mi enfermedad, porque es que si yo me descuido la enfermedad me jala de nuevo.

Uno le puede buscar la vuelta; porque a mí lo que me aleja del trago es el tamaño de mi brazo y lo tengo que decirlo para yo escucharlo. Por ese motivo es que debo ir a los grupos, asistir a los programas de recuperación.

Porque esa es otra, yo puedo haber tapado la botella; pero es que emocionalmente una persona alcohólica no es una persona normal. Es un ser humano que tiene una conducta completamente anormal, es decir, tiene reacciones anormales beba o no beba.

¿Y en estos años cuales han sido los cambios?

__“Me siento mejor, mi vida está más organizada, más equilibrada. Duermo tranquila, soy feliz, me siento organizada y disciplinada. Me levanto sabiendo que hice anoche. Porque cuando te levantas y no sabes cómo llegaste a la cama, pues se te cae de vergüenza todo”.

Su relación con la familia ha mejorado porque las familias se ven sumamente afectadas con una persona cuya enfermedad es el alcoholismo y cuando no tiene control, se perturba todo el núcleo familiar.

María Elena, dio clase en un instituto universitario, fue gerente durante 4 años de una empresa tiene dos años de haberse retirado. En este momento, trabaja independiente a través de las redes sociales en la parte gerencial.

Despertar espiritual

El programa de alcohólicos comenzó hace 83 años un 10 de junio de 1935 y la historia cuenta la historia de Bill W y el doctor Robert Smith, los dos desahuciados del alcoholismo. “Es un despertar espiritual, es como cuando usted se lanza de un paracaídas y las instrucciones te dicen que le jales la cuerdita para que se abra el paracaídas -comenta María Elena- así es la sugerencia con el programa A.A.

En el primer paso tú aceptas que tienes una enfermedad que es el alcoholismo y que tu vida se ha vuelto ingobernable; pero a partir de ahí es un contacto consciente siempre con Dios, pidiéndole humildemente a Dios para que te ayude.

En definitiva, esto es espiritual, es voluntad y trabajo. Al llegar a A.A y aplicar poco a poco los principios espirituales resulta en cambiar la vida. El programa no te limita a pertenecer a un grupo religioso.

No se trata de religiones ni de política, a nosotros lo que nos une es la enfermedad.

 

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¿Cómo buscar y recibir atención?

Todas las personas que quieran ir pueden asistir sean o no sean alcohólicos. En el momento en que la persona, mujer u hombre acepte que es alcohólico, pasa a ser parte de la comunidad, el que uno se declare alcohólico anónimo eso no asegura la permanencia dentro de los grupos, puede haber personas que van y no se quedan.

En el estado Táchira hay 28 grupos funcionando. En los diferentes municipios de esta región, la persona que crea que necesite un apoyo fraternal o alguno de sus familiares que quiera ayudar a alguien, puede llamar al teléfono: 0276-3444172, esa es la oficina intergrupal y queda en el edificio Los Mirtos, en la Quinta Avenida de San Cristóbal.

Las redes sociales, en Facebook: Alcohólicos Anónimos Táchira, en Twitter e Instagram: @aatachira y a nivel nacional 0501 sobrios.

En el grupo al que pertenezco nos reunimos todos los días de 6:00 a 7:30 de la noche sin excepción, trato de asistir la mayoría de las veces. Cada grupo tiene sus condiciones. Entre nosotros sugerimos un tema y compartimos experiencias, fortalezas y esperanzas. Te puede ayudar una persona que apenas este llegando o que tenga muchos años.

Nuestra enfermedad es un contacto con otras personas que sienten lo mismo que tu, la enfermedad no se cura, te recuperas; pero no te curas.

El programa de alcohólicos anónimos no es solamente parar dejar beber, sino hacer un cambio de vida. Amoldarse a principios que te van a hacer madurar emocionalmente; entonces, no todo el mundo está dispuesto, porque es más fácil evadir que asumir.

La gente se puede dar la oportunidad de escuchar. En la calle falta mucha información y la gente defiende muchas cosas con respecto al alcoholismo. Las personas creen que el alcohol no mata y yo he visto seres humanos que recaen y mueren por alguna causa.

Lo que pasa con el alcohol es que socialmente es mejor visto alguien borracho en la calle que ver a alguien entrando a A.A. Ver a un muchacho joven borracho en la calle es normal, pero ver a alguien joven entrando a la comunidad de A.A es impactante para las personas. La gente se “timbra”.

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¿Dónde están los amigos?
Después de 6 años sin consumir ni una gota de alcohol, María Elena, quien luce fresca, con una personalidad llena de compromiso, jovialidad, risueña, elegante y con una pequeña cruz que cuelga sobre su pecho, expresa: “Hubo un grupo que se abrió, aquel que era solo para beber. Por supuesto, hay muchos grupos para reunirse; pero los verdaderos amigos son los que se quedan y en situaciones como esta te dicen cuándo estás fallando y en definitiva, son los que se quedan”.

  ¿Su mensaje para los jóvenes?

__Uno siempre, en el fondo de su corazón, sabe si es alcohólico o no. Uno sabe si tiene un problema o no, solo depende de uno si se desliga de la negación o sigue metido en esa situación. Soluciones hay. Una de las soluciones en mí fue Alcohólicos Anónimos.
Pero dentro de todo hay terapeutas, sicólogos, siquiatras, un grupo religioso; hay muchas soluciones. Hay que tomar conciencia si me estoy haciendo daño o no. Si yo sé que me está haciendo daño, entonces, que quede en mis manos asumir la responsabilidad de lo que yo quiero hacer.

  ¿Cuál es su sueño?
__Yo anhelo que Venezuela cambie. Ojalá y no me tenga que ir. Como joven uno tiene muchos sueños, quiero tener una familia, una estabilidad, que se haga la voluntad de Dios y si no es así, seguiré trabajando y sirviendo; esa es la misión de uno en la vida.
Después de todo este proceso puedo decir que duermo tranquila. Soy feliz. Tengo mis momentos de melancolía pero solo me digo a mi misma: el levantarme en la mañana y recordar todo lo que hice es una santa bendición. (María Teresa Amaya)

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