Regional

Menos ventas y menos sencillo en los mercados populares

13 de septiembre de 2021

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Freddy Omar Durán

Entre escuetas expresiones como “las ventas están más o menos” o la “jornada está dura”, los vendedores de verduras, frutas y víveres en general, que cada fin de semana se ubican en los mercados populares de San Cristóbal, le echan el hombro al trabajo, esperanzados en que el flujo de clientes, que la pandemia y la crisis económica han espantado, regresen.

Entre los corredores que permiten las ventas allí establecidas circula otra realidad, la del tachirense que por esos lares acude esperando los más bajos precios, para lo cual no importan largas travesías de idas y venidas. Y no solo por allí circulan los que tienen una capacidad de compra de moderada hacia abajo, sino los que no tienen ninguna, y es así como la mendicidad cada día se acrecienta. Pero también están los que deambulan con algo que ofertar, por lo general ajos, bebidas de todo tipo, dulces y gelatinas, y últimamente, juegos de azar.

Aunque la esperanza es que al menos con mil pesos hacerse de un kilo de algo, tal no se cumple con todos los rubros; no obstante, las verduras se han sostenido en el precio y los vendedores de las mismas tratan por todos los medios que una clientela, ya de por sí muy mermada, como se vio en la mañana del sábado en los alrededores de Dimo en La Concordia, no se espante. Y para eso, la ñapa y la negociación en cantidad han servido de gancho, para que la gente le sea fiel a los mercados populares, amenazados por una competencia instalada en cada barrio y en cada esquina. De aglomeraciones no había mucho que temer el sábado, por aquello del covid-19, y los transeúntes solo confiaban en la efectividad de sus tapabocas.

Nancy  Moncada, una vecina de la parte alta del barrio 23 de Enero dijo que hubo ofertas. “La oferta para este fin de semana era el zapote, del cual daban 10 -y hasta 14 al finalizar la jornada del día- por mil pesos. La cebolla junca se mantenía a mil pesos el kilo, e inclusive por ese precio se podía adquirir la cabezona pequeña”.

— ¿La papa, zanahoria y tomate, qué precios tienen?

— Dependiendo de la calidad, la papa rondaba los dos mil pesos, y el otro tubérculo que lo complementa, la yuca, se mantenía en mil pesos. El voluble tomate, esta vez se podía encontrar hasta por mil pesos; por el contrario, el pimentón oscilaba entre los 4 mil pesos, aunque caminando un poco podía el comprador dar con sorpresas. Por dos mil, el kilo de zanahoria de buena calidad se podía adquirir, así como la remolacha.

Sobre las frutas, Luis Labrador, del sector Catedral, quien se define como asiduo comprador del mercado, expresó que “en cuanto a las frutas, a excepción del zapote, las otras especies no han variado su valor: la mora, en 3 mil pesos, y cítricos como el limón y la naranja, al menos en Dimo se ofertaban a dos mil quinientos o menos, y por igual precio estaba la guayaba, en tanto se tenía el kilo de lechosa en mil quinientos pesos. Por manzanas y peras, en su versión enana, piden mil pesos por unidad.

— ¿Pudo comprar pollo?

— El precio del pollo veo que esta semana se desinfló un tanto de su tendencia alcista y volvió a bajar la barrera de los diez mil pesos. Sigue siendo caro, pero uno algo puede comprar para llevar a casa.

Lo cierto es que los “mil pesos” por kilo ya no son el estándar de los precios, como sucedía aproximadamente hace un año,  y la cantidad solicitada por cada artículo podía ser inferior al kilo, según el aguante del presupuesto de cada quien.

—Los precios no están mal, de todas maneras, en mi familia, que es de cuatro personas, siempre gastamos entre 40 mil y 50 mil pesos semanales, en el mercado que hacemos por estos lados—afirmó Margarita Duque, que junto a su esposo cargaba una bolsa, no tan abarrotada.

La carne de res no faltaba en los mesones populares. Los carniceros presentan otras opciones, como librillo o la verruga, a 4 mil pesos el kilo, o el callo a 6 mil pesos el kilo. Un tendero sostuvo que hizo un gran esfuerzo para conseguir esos cortes económicos del ganado y así satisfacer a los clientes. Según él, “eso se lo están llevando para China, por camionados”.

Dificultad para dar vueltos

Además de la afluencia de compradores, que no se recupera, otro problema para los ferieros es responderles a los clientes que aparecen con billetes de 50 mil pesos y solo van a hacer compras que no pasan de cinco mil.

—¿Qué más vamos a hacer? –respondió muy resignada Floralba Cárdenas, feriera de Dimo, al preguntársele por el comportamiento de las ventas–. La falta de efectivo también aleja a muchos, pues nos llegan con billetes de 50 mil pesos, y a veces hasta de 20 mil pesos, y no hay manera de darles vuelto.  Entonces, entre nosotros nos ayudamos, y para no perder la venta, hacemos un último intento de que nos cambien los compañeros de acá.

Otra cosa que le preocupa a la vendedora es el incremento de la indigencia, por lo general integrada por discapacitados y personas de la tercera edad, aunque también se pudo ver a una mujer joven embarazada abordando a cuanta persona veía pasar por unos pesos, mientras en su brazo un bebé lloraba en reclamo de comida.

Sorteos por los parlantes

Pero por los mercados populares también se emprende otra carrera por la supervivencia, o mejor un deambular, que no es una novedad con los tradicionales vendedores de ajos o productos como tortas, gelatinas, cigarrillos, bebidas frías o incluso artículos para el hogar y la higiene personal. A esa comparsa ahora se le ha unido la industria de los juegos y el azar, la cual ha tenido una especial resurrección en 2021, tomando como referencia las loterías colombianas.

Con un pendón colgado al cuello, y el pregón por los altavoces, Alfredo Ramírez ofrece una rifa a 40 mil pesos el ticket, cuyo primer premio es su casa de Santa Ana, además de un segundo premio de 500 mil pesos. En el aviso se especifica que la alcaldía de Córdoba ha dado su aval al sorteo.

—Tomamos esta decisión porque necesitamos trasladarnos de Santa Ana hasta Rubio, donde tenemos a nuestras madres y necesitamos estar cerquita de ellas. Con esto de la pandemia, uno no puede estar en un “corre, corre”, de un lado para otro. Ellas son personas mayores de edad y debemos darles nuestra ayuda. Ahí vamos, poco a poco, en nombre del Señor. Hay mucha gente que ahora, por necesidad, recurre a la rifa para agarrar algún ingreso— afirmó Ramírez.

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