Regional

“Pan de Vida” en el ocaso de la existencia

1 de febrero de 2021

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En La Tendida, para quienes llegan a la tercera edad en condiciones precarias, existe una esperanza. Treinta ancianos consiguieron un reducto bondadoso donde les dan alimento y atención.

Es un comedor ubicado frente a la plaza Bolívar de esa localidad, donde cada día sirven un almuerzo para estas personas; pero que también va más allá en su acción; ante la indiferencia y el desapego, resguardan en sus instalaciones a los ancianos que abandonan a su puerta. Es la Fundación que brinda “Pan de Vida” en el ocaso de la existencia.

Esta organización fue puesta en marcha hace trece años por el presbítero Iván Jaimes, actual párroco de la Unidad Vecinal, en San Cristóbal, ciudad donde ya existen nueve casas de la Fundación, por medio de la cual desarrollan los programas Pan de Vida Juvenil y Pan de Vida en la calle, y hacen entrega de arepas a las personas que acompañan a los enfermos en el Hospital Central, así como a población vulnerable.

La superiora de esta obra en La Tendida, Nelly de Sánchez, explicó que esta es una institución sin fines de lucro, iniciativa de la Iglesia católica, pero coordinada por laicos que desean aportar su granito de arena para los necesitados. “Vivimos de la caridad del pueblo, con lo que se recolecta dentro del municipio. Atendemos con el almuerzo a treinta ancianos, muchos de ellos sin hogar o sin familia”.

El lema es ayudar

Un equipo de cuatro personas cumple con todas las funciones requeridas para que cada día los adultos mayores reciban su alimento.

Debido a la pandemia no se utilizan las instalaciones del comedor para servir el almuerzo, sino que se envasa para que los beneficiados lo consuman en sus casas y si por sus condiciones de salud no pueden desplazarse hasta la sede, hacen la entrega a domicilio, con un motorizado que presta su cooperación.

También cuidan a varios adultos mayores, que dejaron abandonados a las puertas del lugar, experiencia esta muy triste para Nelly de Sánchez: “En varias ocasiones, cuando llegamos, nos encontramos con un abuelito sentado en el porche con una maletica; nos dice que allí lo dejaron. Para ellos acondicionamos un espacio, porque no podemos dejarlos a la intemperie y a su suerte”.

A la fecha ya han albergado a siete ancianos, a los que brindaron atención médica, espiritual y acompañaron hasta el momento de su fallecimiento. Además, en estos casos también se encargan de los servicios fúnebres; los acompañan hasta su última morada, como si fueran su familia.

“Ahora hay tres en la casa, ellos reciben nuestro afecto y cuidados; a pesar de las carencias que existen en el país, tratamos de darles lo mejor, que sientan que no están solos, que merecen estar acompañados y protegidos. Aunque no es una casa hogar, la habilitamos para estos seres abandonados”.

Esta fundación se sostiene con los donativos que reciben y cuando se les acaban los insumos, salen a las calles, acuden a los comercios y a los establecimientos del mercado Municipal para conseguir lo necesario. “Estamos convencidos de que quien le pone el sabor a esa comida es Dios y, por eso, ellos están bien alimentados”.

Aun así, tienen muchas necesidades en lo que respecta a reparaciones en las salas de baño y en la fachada, pero para ello se requieren fondos con los que no cuentan.

Las prioridades son los alimentos, medicamentos, ropa y calzado en buen estado y productos de limpieza. “Esta es una obra de caridad, y nosotros la sostenemos con la caridad de quienes desean colaborar”.

Existen los voluntarios que destinan algunas horas de su tiempo a colaborar; también los socios que hacen un aporte mensual para el sostenimiento del comedor. Pero con las circunstancias que afectan a Venezuela, esta ayuda ha disminuido considerablemente.

“Seguimos con la bendición de Dios, porque solos no podríamos. Son circunstancias difíciles, pero continuamos con la disposición de poder brindar nuestro apoyo a estas personas de la tercera edad, que ya dieron lo mejor de sus años productivos y ahora se encuentran solas, en malas condiciones económicas o de salud”.

Una obra que se sostiene con pequeños aportes que suman en bienestar para un grupo de ancianos que perdieron afectos y hogar. La Fundación “Pan de Vida” se fortalece en la voluntad de sus actores y en la profunda fe manifiesta en la vocación de servir con entusiasmo a quienes transitan por los últimos años de su existir.

Norma Pérez

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