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“Para mejorar la economía, hay que tener voluntad política”

24 de julio de 2023

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Para el especialista, el factor más importante que ha perdido la economía venezolana ha sido el capital humano

Diego Mendoza

El economista Hermes Pérez Fernández conversó con Diario La Nación para explicar parte por parte los cimientos sobre los que se pensó que se estaba desarrollando una fuerte recuperación de la actividad económica del país.

 

Para Pérez, quien ha ejercido cargos de gerencia en el Banco Central de Venezuela (BCV) y es actualmente profesor de Macroeconomía en la Universidad Metropolitana de Caracas, la leve mejoría experimentada en 2021 y parte del 2022, se debió sobre todo a hechos aislados, medidas espontáneas que asumieron los ciudadanos para poder sobreponerse a la difícil situación, y a un gobierno que decidió dejar de aplicar ciertas normas y leyes.

Por supuesto, para el economista, sin cambios estructurales reales y bien definidos, era difícil pensar en una recuperación firme y sostenida en el tiempo, y la permanente caída del consumo registrada a mediados de 2022 así lo demostró. Indicador que a pesar de encender las alarmas, no llevó a tomar las medidas pertinentes para ejecutar reformas que al posponerse siguen lastrando en el foso a la economía, y en consecuencia, a la calidad de vida de los venezolanos y de las generaciones futuras.

Hay que empezar por los antecedentes 

 

¿Cómo explicar esa especie de mejoría que hubo entre finales de 2021 y mediados de 2022, y que conlleva a varias personas a sentir optimismo?

 

R.: Para entender eso, hay que empezar por los antecedentes. El país vivió una crisis económica formidable. Una contracción de su economía que se prolongó desde 2013 hasta mediados de 2021.

 

En ese lapso, según información del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Central de Venezuela (BCV), la actividad económica en el país se contrajo 88 %. Y donde, solamente la actividad privada, se contrajo un 90 %, eso significa, por ejemplo, que de cada 100 empresas que estaban abiertas en 2013, para 2021, 90 habían quebrado.

 

Es por esta razón que, en su momento, el jefe del hemisferio occidental del FMI comentó que era la crisis económica más importante de la cual tenía registro la institución.

 

Esta situación de alguna forma llegó a un tope a mediados de 2021, donde las principales encuestas empresariales sugieren que se tocó fondo. Acudo a estas referencias porque el BCV no ofrece datos desde 2019.

 

A partir de este punto, parece que se empezó a evidenciar un rebote que de alguna manera se alargó hasta 2022.

 

En este sentido, por ejemplo, en 2021, según algunas estimaciones, el crecimiento del país fue del 0,5 %. Algo mínimo, pero hay que tener en cuenta que veníamos de una contracción. Y en 2022, ese crecimiento, según datos no oficiales, estuvo en torno a 8 %.

 

En cuanto al 2023, el FMI estimó en un primer momento un crecimiento en torno al 6,5 %, que fue corregido a la baja en abril, quedando en 5 %. Pero, sin embargo, este pronóstico puede quedar grande, aunque ojalá no sea el caso.

 

 

Pero, ¿qué medidas o factores hicieron posibles esos leves signos de recuperación tras haber tocado fondo?

 

R.: Lo que ha ocurrido es que lamentablemente, la mejora no se produjo en respuesta a un conjunto de medidas económicas, sino a hechos aislados que de alguna forma fueron dándose.

 

Por ejemplo, un elemento que explica la mejora económica fue la creciente dolarización de las transacciones, que las personas adoptaron para protegerse de la hiperinflación.

 

Aquí había una ley de ilícitos cambiarios en la que estaba prohibido hacer transacciones con dólares, incluso mencionar estas actividades. Claro, que esto no impedía que las personas hicieran uso de los dólares que poseían con el mayor de los cuidados.

 

Y en 2018 esta ley fue derogada, lo que dio mayor libertad para avanzar en la dolarización de facto.

 

Otra cosa que ayudó fue la liberalización de facto de los precios, tras varios años de establecer controles que llevaron a una situación de escasez de productos. Es importante saber que la ley de regulación de precios sigue existiendo, solo que el Gobierno no la está aplicando.

 

También hay que reconocer que en 2021 y 2022 hubo una mejora importante en los precios del petróleo, y eso favoreció en un 178 % los ingresos del Gobierno, pese a la baja producción. Para tener una referencia, en 2020 el barril se negociaba en 25 dólares, aproximadamente, mientras que en 2021 casi toca los 100 dólares.

 

Vale así mismo mencionar el papel de las remesas que envían los más de siete millones de venezolanos que han migrado. Algunas estimaciones sugieren que en 2022 ingresaron al país casi 3.500 millones de dólares en remesas. Para este año, esa cifra podría llegar a los 4.000 millones.

 

Otro elemento que tuvo protagonismo fue la débil estabilización cambiaria que hubo desde 2021 hasta mayo de 2022. Y también se pudo notar una desaceleración en la inflación, sobre todo en el primer semestre de 2022.

 

Y en cuanto a medidas del gobierno que se podría decir que ayudaron, está la eliminación de los confinamientos ordenados durante la pandemia por Covid-19, y la aprobación de una ley de emprendimientos. Por supuesto, se podría decir que son medidas esporádicas.

 

 

Si bien usted sugiere que estos fueron hechos aislados, ¿qué cosas cree que cambiaron para revertir o ir obstaculizando esa situación de mejoría?

 

R.: Voy empezar por analizar el consumo de la familia venezolana, un dato que en cualquier país del mundo suele representar alrededor del 70 % de la actividad económica.

 

Este dato lo extraigo de una de las pocas veces que se ha publicado de manera oficial acerca del Producto Interno Bruto (PIB).

 

Pues bien, este indicador creció 17 % en el primer trimestre de 2022, y luego en el tercer trimestre apenas un 8 %. Y a pesar de que estos datos muestran un  crecimiento importante, hay un elemento técnico a considerar.

 

El consumo es la variable más estable que tiene la actividad económica, por la simple razón de que las personas dependen de consumir para poder vivir.

 

Por lo que esta diferencia de tener un consumo de 18 % en el primer trimestre de 2022, y en el tercero uno reducido a la mitad, es una señal de alerta. Indica que algo grave estaba pasando para que las personas dejaran de consumir.

 

Y si uno se va a revisar las importaciones, puede ver que en el primer trimestre su crecimiento fue del 27 %, en el segundo de apenas 9 %, y en el tercer trimestre, 1 %.

 

Esto quiere decir que los comerciantes, como vieron que el consumo estaba cayendo, detuvieron la traída de productos. Y es significativo que esto haya ocurrido en el tercer trimestre porque es cuando se importan los productos que van a ser vendidos en diciembre.

 

Ahora, ¿cuál es la razón detrás de esto? El consumo cae porque seguimos teniendo la inflación más elevada del planeta. Además, hay la pérdida del poder de compra de los salarios, con los precios en bolívares, pero también los marcados en dólares, algo que se conoce erróneamente como inflación en dólares, pero que no es otra cosa que la apreciación cambiaria.

 

Sumado a ello, se tiene la implementación de una política de contención salarial, que ya lleva 14 meses. Tenemos un pago mensual que tiende a cero, al igual que todos los conceptos que se asocian al salario mínimo. Esto, en un país que tiene una nómina de activos y jubilados que alcanza los seis a siete millones de personas, representa la debacle del consumo que golpea a todo el sistema de oferta.

 

Otra causa fue la implementación del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras, el cual es regresivo y se cobra a todas las personas sin importar lo reducido que sea el monto de su compra.

 

Además, ha habido una política de aumento en el cobro de impuestos fiscales, parafiscales, tasas y demás, que ha aumentado los costos.

 

También tenemos la restricción crediticia ordenada por el gobierno y la prohibición de hacer transferencias en dólares entre banco e incluso en el mismo banco. Y sumado a ello, continuamos con inmensos problemas en los servicios públicos y el surtido de combustible.

 

Y no podemos pasar por alto el entramado de corrupción del caso conocido como PDVSA-cripto, que golpeó a mucha gente e incluso al mismo gobierno.

 

Para concluir en este punto, no se pueden obviar los problemas estructurales derivados de la falta de institucionalidad, de un programa económico, de mantener una inmensa deuda externa que no está siendo pagada, lo que por supuesto, conlleva a demandas. Y la última, pero no por ello, menos importante, la invaluable pérdida de capital humano.

 

 

Siendo conocedores del punto donde nos encontramos, ¿qué medidas económicas considera usted que serían posible iniciar mañana mismo para corregir esta situación?

 

R.: Mira, para empezar, el caso de la inflación es fácil de resolver, allí lo que hay es un problema de voluntad. Por poner un ejemplo, en Estados Unidos la inflación llegó a estar el año pasado en 9 % interanual, por lo que rápidamente se abocaron a reducir la cantidad de dinero disponible, y ahora tienen una inflación del 3 %.

 

Otro punto sobre el cual se debe avanzar es la mejora de los ingresos familiares, y esto se consigue a través de dos vías: por un lado, reduciendo la inflación, y por el otro, aumentando el salario mínimo. Actualmente, el Gobierno tiene capacidad para llevar el salario a entre 50 y 100 dólares mensuales.

 

Hay que reducir y armonizar los impuestos municipales. Para ayudar a estimular el consumo hay que reducir el IVA a 10 y 5 % de manera temporal. Se tiene que recortar o eliminar el IGTF, exonerar del Impuesto Sobre la Renta (ISLR) a las personas naturales y a las pequeñas y medianas empresas que ganan por debajo de ciertos ingresos.

 

Se debe reducir el encaje bancario a 50 % para permitir mayor acceso al crédito. Todo el país no puede seguir teniendo una capacidad crediticia que es menor al de una sola agencia bancaria en Miami, eso hay que cambiarlo.

 

Y se tiene de alguna forma que aumentar las transferencias a las personas que están en el umbral de la pobreza, vía tal vez un Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) nacional que al mismo tiempo sirva para incentivar la producción.

 

Considero que estos son, para empezar, los puntos fundamentales, también habría que ir recuperando los servicios públicos, y por supuesto, el marco institucional. Para todo esto se tiene capacidad ahora mismo, con gente realmente preparada para asumir este reto, es cuestión de tomar la decisión.

 

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