La agrupación bandera de la música tradicional venezolana lanzó su nueva producción discográfica el pasado viernes 9 de mayo a través de todas las plataformas digitales
La palabra “autenticidad” es quizás de las más bellas del castellano, no por su fonética, sino por su significado. Algo auténtico se muestra tal y como es. Evoca transparencia, se presenta al desnudo; y esa misma “desnudez” se hace fuente infinita de belleza, sabiduría y mucha alma.
La autenticidad implica comprometerse y conectarse con lo que es valioso en la vida, ser consciente y coherente, tener coraje. Eso es “Auténtico” de Raíces de Venezuela. Un paseo por los géneros de la tradición musical a través de catorce joyas grabadas por la agrupación que constituye un patrimonio cultural del país.
Pablo Camacaro, Héctor Valero, Jesús David Medina, Orlando Moret y Leoncio Ontiveros se reunieron con algunas de las voces más reconocidas de la escena tradicional y popular venezolana, para ensayar, grabar y producir uno de los discos más esperados por el público. El mismo que, gracias a la diáspora, está ampliando el alcance global del arte que envuelve al país de las guacamayas, el apamate y el pabellón.

Los artistas invitados para esta entrega musical son: Luis Fernando Borjas, Jorge Luis Chacín, Miguelito Díaz, Enghel, Rafa Pino, Rafael Pollo Brito, Alemor (Colombia), Natasha Bravo, Mariaca Semprun, Raquel Bustamante, Astrid Celeste, Ainhoa Cantalapiedra (España).
Reconocidos temas de Domingo Moret (1934–2016) como Llovizna, Cuando duerme Caracas y La Llegada del Amor, se encuentran en el álbum, haciendo los honores correspondientes a la memoria de uno de los mejores músicos que el Táchira vio nacer y partir, dejando un inmenso legado que se mantiene en pie, gracias a la institución que representa el Grupo Raíces.
La sinergia generada por la unión de las letras y melodías de Domingo Moret es algo que pocas veces se tiene la fortuna de encontrar. Son la radiografía de un alma exploradora, capaz de plasmar fielmente el viaje de la vida.
La Negra Atilia, Señor Jou, Patatín Patatán, Onda Romántica, Capricho Llanero, Siempre Raíces y Un viaje Agradable, de la autoría de Pablo Camacaro, son temas “de toda la vida” en la tradición venezolana, con algunas letras de Henry Martínez y Luis Laguna, evocan el recuerdo de las épocas de tertulias, comida, risas y corazones revestidos de buena fe, que ofrecen lo mejor de sus talentos mejorando la vida de cada uno de los presentes, a través de la música. La firma de Héctor Valero está en Te sueño Pueblo mío y Tonada al Atardecer. El primero, un vals que encarna la sociología de un país que tiene un pedacito de su idiosincrasia en cada rincón del mundo. Ocho millones de corazones que van por donde pueden resignificando la palabra “pertenecer” y arreglándoselas para que cada día duela menos. El segundo, una tonada, como su propio nombre lo dice, musicaliza el poema de Víctor Hugo Márquez que relata la nostalgia de quien se pierde en los cálidos tonos del ocaso, esos que propician el místico ejercicio de soñar despierto y cantarle “a una luz que dice adiós”.

Para ti, una onda nueva de Jesús David Medina que celebra el amor, a través del ritmo tan alegre y jocoso que nos legó el gran Aldemaro Romero, demuestra la combinación idónea entre talento y conocimientos que le hace a Jesús ser el gran representante de su padre, David Medina, quien formó parte de la agrupación en su fundación y ahora está reunido junto a Domingo Moret llenando de buena música cada rincón de “la vida después de la vida”.
En un disco que reúne los más importantes géneros venezolanos, no podía faltar el bambuco, en esta oportunidad, de la autoría de Leoncio Ontiveros, Dime. Una pluma inconfundible que amalgama líneas melódicas en tonalidades menores, con letras que reflejan la dulzura de los conflictos que “mantienen viva la ilusión”. Leoncio hace parte de raíces desde la partida de Domingo Moret, honrando la memoria del maestro y aportando en la continuidad de la Institución Cultural que representa la agrupación.
La participación de Orlando Moret está marcada por su impecable ejecución de la primera mandolina, uno de los grandes representantes del instrumento a nivel nacional, ofrece todo su bagaje técnico en comunión con el don divino de transmitir a través de sus ocho cuerdas, no solo negras y corcheas, sino todo un discurso que se cimienta sobre las bases del bajo de Héctor, la guitarra de Leoncio y el cuatro de Pablo, hermanándose con la mandolina de Jesús David para elevar el significado de tradición, a través de una producción discográfica que está impregnada de un aroma único: Raíces.
Daniela Zambrano