Freddy Omar Durán
La tragedia de la señora Ana Iris Castro de Duque es similar a la de alrededor de 38 viviendas del sector Zorca Campo C, a punto de colapsar por los deslizamientos del terreno.
Pero el caso de ella se agudiza siendo una persona de la tercera edad, que junto a su ya fallecido esposo pudo levantar la casa hace 35 años.
La fatalidad hizo coincidir el fallecimiento de aquel con el inicio del hundimiento más pronunciado de la edificación.
Ella ha contado para recibir ingreso con una pequeña bodega o tienda, que atendía clientes quienes se movilizaban en automóvil, a los que solo les bastaba estacionarlo, bajarse y ya, cuando la vivienda se encontraba casi a ras de carretera.
Hoy en día con un declive de casi dos metros, con los únicos compradores que cuenta son los que ya conocen su negocio, y no los que por el camino se puedan detener para hacer alguna compra.
Pero ese es el mal menor. Más preocupantes son las columnas cuyas bases se han reventado como globos, grietas por doquier, puertas que ya no abren e incluso techos combados que de un momento a otro pueden colapsar.
Además, cuando las lluvias arrecian, se suma la pesadilla de estar invadida por el agua y su destructivo paso por objetos personajes y el inventario de su tiendita.
Esto nunca lo había experimentado en sus 34 años de residencia en el lugar, aunque Campo C en general tiene su propia historia en cuanto a afectaciones de viviendas.
Como persona de la tercera edad, la señora Ana Iris Castro ha vivido los “apretones” financieros de sus contemporáneos; pero el contar con una residencia siempre le había dado tranquilidad; misma que ya ha perdido.
Antes de que existiera la casa, adquirieron un terreno sobre el cual a costa de muchas desveladas de parte de la pareja, terminó construyéndose.
— Esto se logró con tanto sacrificio, hasta no durmiendo a veces. Yo cosía y me trasnochaba toda la noche para ayudar a mi marido que era carpintero. Poco a poco se fue construyendo. Me duele mucho dejarla. Yo vivía antes en una casita alquilada en Capacho. El terrenito lo fuimos pagando a plazos– comentó condolida la viuda de Castro.
El año pasado un cáncer acabó la vida de su esposo, quien no alcanzó a vislumbrar el mal que se avecinaba.
Muchos trucos han tenido que inventar para evitar males mayores, como recortar la puerta de entrada cuando se ha trancado, quitar peso a algunas habitaciones, o abrazar paredes con cabilla para reforzarla y evitar su desplome.
La Alcaldía de Capacho Nuevo y Protección Civil se han apersonado de una situación compleja y de gran alcance, que ha ameritado la intervención de Hidrosuroeste, pues se ha señalado como causa de mal la proliferación de pozos sépticos y botes de aguas blancas, como factores de debilitamiento del montañoso terreno.
Crece la angustia
Con su hija Ana Katherine viven la angustia de quedar en la calle y sin mayor posibilidad de reubicación, y sin recursos económicos para poder atender la “recomendación” de “alguien” que les dijo, palabras más, palabras menos: “Pues cómprense otra”.
También le han aconsejado que tenga algo de paciencia, pues en algún punto puede que los terrenos se “estabilicen”, pero todo está lejos de demostrar tal alivio, con un indetenible proceso destructivo.
Por supuesto, insiste en que ellas esperan, y de hecho así lo ha tramitado y solicitado ante organismos oficiales pertinentes, una ayuda para trasladarse a un nuevo sitio, propio, que no consistiría nunca de un regalo, pues con un cómodo y racional financiamiento su situación crítica podría ser solventada.
Tales solicitudes han sido elevadas tanto a la Gobernación como al MINHVI, pero la respuesta hasta los momentos ha sido que tales beneficios se encuentran paralizados.
Como se evidencia en la casa vecina, los efectos de los deslizamientos de tierra en Campo C no se limitan al potencial de dejar sin techo a cientos de adultos, ancianos y niños, pues se extiende, un punto de mayor sensibilidad para “algunos”, hasta el colapso de una carretera vital para las comunicaciones binacionales.
Tal vez si este colapso vial se concreta se haría visible el problema, pero ya sería demasiado tarde para el costo humanitario previamente cancelado.
Pero ya ese barranco súbito frente a su casa ha costado vidas: Un motociclista, meses atrás, falleció al salirse de la vía con tal velocidad que fue a dar directamente a la pared aledaña a la fachada.