Pedro Morales *
Contextualización
Más allá de las tensiones geopolíticas y económicas, el conflicto entre Irán e Israel puede interpretarse como una manifestación de una batalla espiritual más profunda, a menudo descrita como una «guerra luciferina». Este concepto, entendido como un enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal, se refleja en las lógicas espirituales de ambas naciones, que niegan a Jesucristo como el Salvador y el centro de la verdad divina.
En el caso de Irán, su narrativa espiritual está profundamente influenciada por el islam chiíta, que considera la lucha contra Israel como un deber sagrado y parte de una misión escatológica. Este enfrentamiento busca acelerar la llegada del Imam Oculto, una figura mesiánica que traerá justicia y redención según su fe. Sin embargo, esta lógica también se entrelaza con elementos que algunos interpretan como una inversión de los valores divinos, evocando la idea de la misa negra: un acto simbólico de subversión de lo sagrado, donde lo profano se exalta y lo divino se niega. En este marco, la resistencia de Irán contra Israel no solo es política, sino también una expresión de una lucha espiritual que desafía el orden cristiano.
Por otro lado, Israel, cuya identidad nacional está profundamente arraigada en el judaísmo, ve su existencia como el cumplimiento de una promesa divina y la restauración de la Tierra Prometida. Sin embargo, en el contexto de esta «guerra luciferina», Israel también enfrenta desafíos espirituales, ya que su narrativa mesiánica no reconoce a Jesucristo como el Mesías, lo que implica una negación de la plenitud de la verdad divina. La lucha por Jerusalén, como epicentro espiritual, se convierte en un campo de batalla donde las fuerzas que buscan subvertir el orden divino también operan.
La misa negra, entendida como la exaltación de lo profano y la negación de lo sagrado, se convierte en un símbolo de las fuerzas que intentan desestabilizar los valores fundamentales de la fe en ambos lados del conflicto. Así, el enfrentamiento entre Irán e Israel no es solo político o militar, sino una lucha espiritual que refleja las tensiones entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal, en un mundo que parece estar al borde de un cambio trascendental.
Introducción
Desde hace una década, el mundo ha experimentado un aceleramiento en los acontecimientos que sacuden sus cimientos: guerras, pandemias, desastres naturales, persecuciones y colapsos en todos los niveles. Este panorama, lejos de ser un fenómeno aislado, parece responder a un contexto espiritual y profético que nos invita a reflexionar profundamente sobre nuestra fe y nuestra relación con Dios. En este marco, la Adoración Eucarística en Postración emerge como un acto de resistencia espiritual, un refugio de esperanza y una proclamación de que Cristo es nuestra victoria en medio de la incertidumbre.
Un escenario de transformación y renovación
El Apocalipsis nos advierte: «¡Ay de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran furia, sabiendo que tiene poco tiempo» (Apocalipsis 12:12). Esta advertencia parece resonar con fuerza en los tiempos actuales, marcados por un aumento de tensiones políticas, tecnológicas, bélicas, naturales y espirituales. Desde la renuncia del Papa Benedicto XVI en 2013, un hecho que muchos consideran el inicio del cumplimiento del tercer secreto de Fátima, hasta el inicio del tiempo del cernido en 2017, hemos sido testigos de un periodo de purificación en el que Dios separa el trigo de la cizaña. Este proceso, lejos de ser un castigo, es una oportunidad para renovar nuestra fe y fortalecer nuestra relación con Cristo.
El año 2025, identificado como el año del aceleramiento, representa un punto crítico en este proceso. Las fuerzas del mal parecen intensificar su ataque, pero también es un tiempo de gracia para quienes permanecen fieles. Según la profecía de San Malaquías, el Papa actual podría ser el último, antes del fin de los tiempos, identificado como «Petrus Romanus», bajo cuyo pontificado la Iglesia enfrentará su mayor prueba. Este escenario nos llama a una profunda reflexión y a un compromiso renovado con nuestra fe, recordando que, aunque enfrentemos tribulaciones, el triunfo del Inmaculado Corazón de María está asegurado para quienes permanezcan fieles.
La Adoración Eucarística en Postración como respuesta espiritual
En este panorama de incertidumbre, la Adoración Eucarística en Postración se convierte en un acto de fortaleza interior y luz de aliento. Este gesto, profundamente arraigado en la tradición cristiana, no es solo una expresión externa de reverencia, sino una manifestación de la disposición interior del alma para entregarse plenamente al Señor. La postración, como acto físico, simboliza la humildad y la rendición total ante Dios, reconociendo que todo lo que somos y tenemos proviene de Él.
Durante la adoración, el adorador se encuentra frente al Santísimo Sacramento, centrando su atención exclusivamente en la presencia real de Cristo. Este enfoque elimina las distracciones externas y permite que el alma entre en un estado de profunda conexión con Dios. En un mundo donde las preocupaciones del pasado y las ansiedades del futuro nos abruman, la adoración eucarística nos invita a vivir en el «aquí y ahora» de la presencia de Cristo, experimentando una paz y una alegría que trascienden las circunstancias de la vida diaria.
Prácticas para conectar espiritualmente en la Adoración Eucarística
Para quienes deseen profundizar en esta experiencia transformadora, es importante adoptar ciertas actitudes y prácticas que faciliten la conexión íntima con Cristo durante la Adoración Eucarística en Postración. En base a la experiencia propia, muy humildemente se presentan algunas sugerencias para vivir plenamente este momento de gracia.
1. Preparación interior. Disposición del corazón
Antes de comenzar la adoración, es esencial preparar el alma para el encuentro con Cristo:
- Reconoce la presencia real de Jesús en la Eucaristía: La Iglesia enseña que Cristo está verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento, no solo como símbolo, sino como realidad viva.
- Oración previa: Dedica unos minutos para pedirle a Dios que te ayude a dejar de lado las distracciones y preocupaciones. Una oración sencilla como «Señor, abre mi corazón para encontrarte» puede ser suficiente.
- Confesión y reconciliación: Si es posible, acércate al sacramento de la reconciliación antes de la adoración para presentarte con un corazón limpio y dispuesto.
2. Postura Física. La Postración como gesto de entrega
La postración es un gesto corporal que expresa humildad y reverencia ante Dios. Este acto físico tiene un profundo significado espiritual:
- Adopta una postura reverente: La postración consiste en inclinarse profundamente o acostarse rostro en tierra, tocando el suelo con la frente. Este gesto simboliza la rendición total a Dios, reconociendo Su grandeza y tu pequeñez.
- Deja que el cuerpo refleje tu disposición interior: Este gesto no es solo físico, sino una expresión externa de lo que el alma siente: humildad, adoración y entrega.
3. Enfoque en la presencia de Cristo
Para vivir plenamente este momento, es esencial centrar toda tu atención en Jesús presente en la Eucaristía:
- Silencio interior y exterior: Busca un lugar tranquilo y apaga las distracciones externas (ruidos, dispositivos electrónicos) e internas (pensamientos innecesarios).
- Contempla el Santísimo Sacramento: Fija tu mirada en la custodia o el sagrario, reconociendo que estás frente a Jesús mismo. Este acto de contemplación te ayuda a concentrarte y a entrar en comunión con Él.
- Oraciones simples y repetitivas: Reza frases como «Señor, aquí estoy para adorarte» o «Jesús, confío en Ti». Estas palabras ayudan a mantener el enfoque y a profundizar en la oración.
4. Abandono Total. Entrega a Dios
La adoración es un momento para entregarte completamente a Dios, dejando que Él actúe en tu vida:
- Entrega tus pensamientos y emociones: Ofrece a Jesús tus preocupaciones, alegrías, miedos y esperanzas. Permite que Él tome el control.
- Confía en Su amor: Recuerda que Jesús está presente para amarte y acogerte tal como eres. Este amor incondicional es el centro de la adoración.
- Permite que el Espíritu Santo te guíe: Pide al Espíritu Santo que te ayude a orar y a experimentar la presencia de Dios de manera más profunda.
5. Permanecer en el momento presente
La adoración requiere estar plenamente presente en el aquí y ahora, sin preocuparte por el tiempo o las distracciones:
- No te apresures: Deja que el tiempo pase sin preocuparte por cuánto llevas adorando. Lo importante es estar con Jesús.
- Acepta lo que sientes: No te frustres si no experimentas emociones intensas. La adoración no siempre se trata de sentir, sino de estar presente y disponible para Dios.
6. Gratitud y alabanza
Al finalizar la adoración, dedica un momento para agradecer a Dios por Su presencia y por el tiempo que has pasado con Él:
- Agradece por Su amor y misericordia: Reconoce que este encuentro con Jesús es un regalo inmenso.
- Alaba Su grandeza: Puedes terminar con una oración de alabanza o un canto que exprese tu amor y gratitud.
Un llamado a la Adoración Eucarística en Postración
En este contexto, iniciativas como la Jornada de Adoración Eucarística en Postración cobran un significado especial. Del 1 al 7 de julio de 2025, se invita a los fieles a participar en siete días de oración y adoración al Santísimo Sacramento del Altar, con el propósito de interceder por la paz en la tierra y la liberación espiritual de Venezuela, América y el mundo entero. Este llamado, liderado por Roger Parra, Director General de Ágape, no es solo una invitación a la oración, sino un acto de unidad y solidaridad espiritual en tiempos de tribulación.
Los participantes pueden comprometerse a una hora santa diaria, uniendo sus oraciones a las de miles de adoradores en todo el mundo. Para participar, se debe enviar un mensaje de WhatsApp al número +1 (918) 978-8099, indicando nombre y apellido, estado o país de residencia, lugar de adoración (como parroquia, capilla o casa, sin incluir direcciones exactas) y la hora escogida, tomando en cuenta el horario de Venezuela. En caso de no poder cumplir con la hora seleccionada algún día, se puede realizar en otro momento y ofrecer la oración a Dios.
Reflexión final
La Adoración Eucarística en Postración es una experiencia transformadora que fortalece la fe y llena al adorador de paz y amor. En tiempos de aceleración y purificación, este gesto de humildad se convierte en una respuesta poderosa a los desafíos espirituales actuales. Como reveló la Virgen en Fátima y Garabandal, y vislumbró el Papa León XIII, estamos llamados a permanecer firmes en la fe, utilizando las armas espirituales que el cielo nos ha dado: el Rosario, la Eucaristía, la confesión, la penitencia y la consagración. Este tiempo de adoración es una oportunidad para renovar nuestro compromiso con el Evangelio y proclamar que en Cristo está nuestra victoria. Así, la Adoración Eucarística se convierte en un faro de esperanza y fortaleza, preparándonos para enfrentar los desafíos de este tiempo de purificación y vivir nuestra fe con autenticidad.
¡Al final, el Inmaculado Corazón de María triunfará!
Artículo anterior relacionado:
Morales, P. (2025). La Adoración Eucarística en Postración como camino hacia la renovación espiritual. Publicado: Diario La Nación. Junio 15 de 2025. Enlace: https://lanacionweb.com/opinion/la-adoracion-eucaristica-en-postracion-como-camino-hacia-la-renovacion-espiritual/
Pedro Morales
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Misión Eucarística para la liberación espiritual «Salve María Auxiliadora, economía de la salvación y de la felicidad verdadera».
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