Regional

Todo gobierno busca conocer cómo piensan sus vecinos

20 de mayo de 2024

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Víctor Matos

Es hasta bíblico. El poder para sostenerse siempre ha creado divisiones de departamentos y personajes que averigüen el comportamiento de sus vecinos, tanto internos como externos, de ahí que hayan surgido las cadenas de espías en el mundo y los agentes de inteligencia y de contra inteligencia tanto a nivel diplomático, civil, como militar.

Se cuenta en un pasaje de la Biblia de los Jueces, cuando Dalila, como filistea enemiga de Dios, vende por un puñado de monedas de plata el secreto de Sansón cortándole el pelo, pero mucho antes que el propio Moisés había enviado a una docena de espías para conocer el terreno que se iba a transitar hacia la Tierra Prometida.

Hasta que el instinto de la averiguación se profesionalizó a raíz de la presencia de un tenebroso personaje como lo fue Joseph Fouché, político francés que ejerció su poder en la Revolución francesa, durante el imperio napoleónico hasta la restauración borbónica.

Había nacido el 21 de mayo de 1759 en La Pellería y falleció en 1820 en Trieste, Italia, y a él se le atribuye la fundación del espionaje moderno y responsable de un estado policial tras ocupar el cargo de ministro de Policía o del Interior-

Era un personaje enfermizo, endeble, enclenque y hasta religioso de la Congregación del Oratorio y quien jamás se vinculó plenamente o irrevocablemente a algo o a alguien. No tomó sus órdenes clericales mayores ni hizo ningún voto de pobreza o de obediencia, y se distinguió por no ser fiel de por vida, ni siquiera a Dios, no digamos a un hombre.

Bajo su cargo, controlaba el poder bajo las sombras y provocaba la caída de sus enemigos, incluyendo al incorruptible Maximiliano Robespierre, a quien finalmente mandó a la guillotina.

Le llamaban “el ametrallador de Lyon” o “el cocinero de la conspiración” y forjó la alianza para derrocar al mismísimo Napoleón Bonaparte para tratar de frenar su desmedida ambición.

Hoy en día, el legado de Fouché lo aplican las grandes potencias como los Estados Unidos con la CIA, incluso lo que fue la Unión Soviética con la KGB; igualmente el Reino Unido con el MI5 o el Mossad de Israel, así como en el continente, el G2 de Cuba.

Venezuela se sumó a esa comparsa de averiguar a sus ciudadanos. Primero durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez con su Seguridad Nacional que devino luego en la época de la democracia con la Digepol, más adelante la Disip y actualmente con el Sebin, o Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional.

Para lograr sus propósitos, se sirven de miles de funcionarios de todos los estratos sociales, y más aún con el uso de las nuevas tecnologías que permiten seguir los pasos de manera minuciosa de sus gobernados, instalando, como lo hizo la desaparecida Alemania del Este, un Estado policial que daba cuenta hasta del resfrío de sus habitantes.

James Bond idealizó el espionaje en plena Guerra Fría

A principios de la década de los 60 del siglo pasado, un personaje inundó las pantallas para personificar a un espía que se desempeñaba en plena Guerra Fría, conocido como James Bond y que defendía al servicio de Su Majestad británica los intereses del mundo occidental. El argumento, escrito por el exdiplomático inglés Ian Fleming, pronto se convirtió en el preferido y amado de la audiencia mundial, resistiendo 25 años de sus hazañas, con diferentes actores, que idealizaron y pusieron el bouquet romántico a la vida de los espías después de la 2ª Guerra Mundial, en donde el mundo se dividió entre las potencias de Rusia y los Estados Unidos.

En sus historias, se ponen de relieve la acción decidida del héroe, tan distintas de la verdad pues los agentes más bien trabajan de manera solapada, a oscuras y sin que se les reconozca para la mayor efectividad de su labor, ya sea encubierta como de fachada sobre la labor de alguna profesión que no practican.

Pero, el espionaje o el servicio de inteligencia ha demostrado ser la herramienta más eficaz para conocer la actividad del amigo o enemigo donde cada país cree tener la razón de acuerdo a sus intereses políticos, económicos o ideológicos.

Víctor Matos