Reportajes y Especiales
El deterioro se cierne sobre una joya arquitectónica
7 de noviembre de 2020
Norma Pérez
Por los detalles de su construcción y su imponente estructura, la iglesia El Carmen, de Peribeca, se gana la admiración de propios y visitantes. Desde su apertura, en 1969, se ha convertido en un templo emblemático para el estado Táchira.
Las paredes de este sagrado recinto son testigo de incontables ceremonias religiosas, pues son muchos quienes acuden allí a participar de la misa diaria, celebrar bautizos, confirmaciones y matrimonios. También, a despedir a los seres queridos que partieron hacia la eternidad.
Cincuenta y un años después de su inauguración, el templo presenta signos de deterioro que, de no ser atendidos a tiempo, pueden convertirse en una amenaza para esta joya arquitectónica.
Una mirada al pasado
La inquietud por indagar en los hechos memorables de Peribeca hizo que Augusto César Angarita Contreras recabara estos acontecimientos en las páginas de un libro de su autoría, próximo a publicarse, titulado “Historia de mi pueblo”.
Su acuciosa investigación permite reconstruir importantes aspectos que ofrecen una mirada al pasado de este pueblo colonial y de su iglesia.
“Peribeca se encuentra ubicada en un hermoso valle con agradable clima, a 1.050 msnm, rodeada de colinas cubiertas de frondosa vegetación y cruzada por las quebradas La Capacha y Catarnica. Es la capital de la parroquia Román Cárdenas, epónimo del ilustre y preclaro hijo del terruño, quien fue ministro de Obras Públicas y ministro de Hacienda (llamado el mago de las finanzas); sus primeros habitantes fueron los indios peribecas, descendientes de timotocuicas y chibchas”.
De su fundación, señala que el capitán Antonio Beltrán de Guevara, quien se desempeñaba como Oidor y Justicia mayor de Tunja, ordenó el poblamiento a la manera española, eligió la ubicación de la iglesia para adoctrinamiento cristiano de los indios, los dotó de tierra para sus huertas y, por último, dictó el acta fundacional de Peribeca, el 6 de agosto de 1602.
Explica que don Nicolás María Cárdenas Ramírez, llamado el Patriarca por su ascendencia moral y limpias ejecutorias, inició la construcción de una capilla, al lado de su casa, para que allí oficiara su hijo Juan Ramón, una vez graduado en el seminario. El trágico terremoto de Cúcuta, ocurrido el 18 de mayo de 1875, destruyó a Cúcuta, a Capacho y también derribó la capilla.
“Para dotar de iglesia al pueblo, el padre Juan Ramón Cárdenas donó un terreno ubicado al frente del lado norte de la plaza; en ese lugar construyó la iglesia y la Casa Cural, hecha de tapias pisadas con friso, piso de tablilla, techo de madera y teja española; su arquitectura era: una nave central y dos laterales, la fachada tenía una puerta y una torre alta para el campanario. Antes de inaugurar la obra, el sacerdote viajó a Italia, donde contrató la fabricación de dos campanas a un famoso artesano. Desembarcó las campanas en el puerto de Encontrados y las trasladó a Peribeca en parihuelas, un tipo de trineo con rolo de madera que se desliza sobre la tierra, halado por yunta de bueyes”.
El presidente Raúl Leoni aprobó la construcción de la nueva iglesia, la cual se edificó después de demoler la existente, debido a que se observaron graves fallas en su estructura.
“Los constructores de esta magistral obra fueron: Don Jesús Manrique, Fernando Manrique Cárdenas y la empresa propiedad de Darío Gómez. Don Jesús Manrique, constructor de las iglesias de San José, Santo Domingo de Guzmán-El Ángel, y La Ermita; fue reconocido por la Universidad Nacional Experimental del Táchira como arquitecto honoris causa. Para reducir costos usaron: concreto y ladrillo en obra limpia, piedra tallada, madera al natural, hermosos vitrales y lámparas fabricadas manualmente por su hijo Thomas Manrique, únicas en su tipo. Se economizó mano de obra, tiempo, cal, arena y pintura”.
Destaca el historiador que la monumental obra arquitectónica fue inaugurada el 21 de febrero del año 1969 por el presidente Raúl Leoni. “Por su admiración y asombro ante tan imponente joya arquitectónica y la eficacia administrativa para construirla con escasos recursos, le expresó una efusiva y sincera felicitación al ingeniero Fernando Manrique”.
Durante el gobierno de Rafael Caldera se aprobó la construcción de la plaza Bolívar, que armoniza con la tipología de la iglesia, junto con las calles empedradas, y donó unas campanas electrónicas. El obispo designó un sacerdote, por primera vez, como párroco permanente del pueblo.
Urge mantenimiento
Más de medio siglo ha transcurrido desde la creación de la iglesia “El Carmen” de Peribeca; el paso del tiempo y la falta de mantenimiento se hacen notorios en la actualidad.
Al respecto, Augusto Angarita resaltó que el techo del templo sufre un grave deterioro, pues se corrieron las tejas, lo que ha dañado también el manto y al penetrar el agua en la madera, se genera un gran desgaste en este tipo de material, que ya no se consigue: “No existe apoyo de los organismos oficiales para designar un presupuesto de mantenimiento. Una obra tan valiosa como esta, considerada una joya arquitectónica de importancia, no solo regional sino nacional, no se puede abandonar”.
Dio a conocer que el mantenimiento que se ha hecho es gracias al respaldo de particulares, quienes ante la desidia de los responsables hacen esfuerzos personales para tratar de realizar algunas reparaciones, especialmente de la madera, perjudicada por las filtraciones.
Un aspecto que considera importante es que hace unos quince años llegó a Peribeca un enjambre de abejas africanas, que atacó a un habitante del sector, causándole la muerte; estas abejas hicieron nidos en las paredes de la iglesia y aun cuando funcionarios del Cuerpo de Bomberos acudieron en reiteradas ocasiones, no pudieron sacarlas.
“Esta es una reparación costosa que debe ser hecha por especialistas, por las condiciones de altura y para no causar daños mayores al subir al techo. Hay que comenzar desde un extremo, cambiar el manto; se pueden reutilizar las tejas, pero pasando de un extremo a otro, de manera que se haga un reemplazo total del manto, que es el que protege de las posibles filtraciones de agua”.
Para quien siempre ha estado vinculado al pueblo de Peribeca, que quiso profundizar en su historia e involucrarse en su presente, es fundamental la actitud de los ciudadanos de esta comunidad, quienes se unieron para hacer mantenimiento a la plaza Bolívar, restaurar la iluminación y las áreas verdes.
También se organizaron para tomar medidas que eviten la contaminación sónica producida por los vehículos que se estacionan en los alrededores de la plaza Bolívar, con personas que se dedican a consumir bebidas alcohólicas y a escuchar música al máximo volumen hasta altas horas de la noche, lo que genera molestias en los habitantes.
Por los momentos, se encuentra a la espera de una respuesta positiva por parte de los organismos competentes, para que se dé la atención adecuada a la iglesia “El Carmen”, y no continúe el deterioro del templo, para que así pueda contar una mejor historia de su pueblo.
Norma Pérez