Reportajes y Especiales

La fatiga pandémica y la coronafobia: dos fenómenos opuestos de este tiempo

18 de marzo de 2022

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La presidenta de Psicólogos sin Fronteras-Venezuela, Marisol Ramírez, repasa en esta entrevista cómo la pandemia ha tenido impacto en la salud mental y afirma que continúa dejando en exposición e indefensión al venezolano frente a los planes y proyectos a futuro, la calidad de vida, la seguridad alimentaria y los servicios de salud


 
Daniel Pabón


Raquel anda sin tapaboca por una plaza de Caracas. No es la primera vez que lo hace. Lo dejó en casa y, al parecer, no le importa. Se cansó de usarlo, confiesa. Del otro lado de la línea telefónica, Carlos también confiesa desde San Cristóbal que salir a la calle le sigue generando una preocupación que lo desborda. Cuenta dos Navidades sin querer viajar a reunirse con la familia, dice sentirse cómodo con su teletrabajo y dejó de recibir visitas en casa.
De marzo a marzo han transcurrido dos años desde la confirmación de los primeros casos de covid-19 en Venezuela, que coincidieron con la declaratoria de pandemia por las autoridades sanitarias mundiales. Con el camino recorrido, Raquel y Carlos, nombres ficticios para resguardar sus identidades, podrían representar indicios de dos fenómenos opuestos de esta nueva normalidad: fatiga pandémica y coronafobia.
La fatiga pandémica es un término introducido por la Organización Mundial de la Salud. Se refiere a “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”.
La coronafobia hace parte del Diccionario histórico de la lengua española. La definen como “miedo patológico al coronavirus”. Fue documenta por primera vez con la acepción en el artículo titulado «Coronafobia», publicado por I. Ortega el 9 de marzo de 2020 en 20 Minutos (Madrid), y después se atestiguó en otros artículos que muestran la preocupación por la salud mental de la población tras la irrupción de la covid.
Sobre ambos fenómenos conversó con Diario La Nación la presidenta de Psicólogos sin Fronteras-Venezuela, Marisol Ramírez Vargas, especialista en Planificación de Políticas de Salud del Centro de Estudios para el Desarrollo (CENDES UCV).
Así como la covid-19 ha mostrado a lo largo de estos dos años distintas variantes y mutaciones, sus efectos se han visto no solamente a nivel físico, con el llamado poscovid, sino también en afectaciones a la salud mental, señala Ramírez, coordinadora del Programa de Asistencia Psicológica y Formación en Acompañamiento Psicosocial “Acompañando en el Dolor”, una alianza que mantienen PSF-VZLA y el CESAP desde 2017.
—¿Por qué se da la fatiga pandémica?
—Es una reacción natural de los grupos, de la gente, que tiene que ver con el cansancio. Como decimos que es una reacción natural, también decimos que es una reacción esperada, porque después de tantos meses de restricciones, de incertidumbre, de haberse prolongado esto en el tiempo, aparece ese cansancio que se traduce en una desmotivación y en una poca confianza acerca del cumplimiento de los mecanismos protectores y de las medidas de bioseguridad. Es esperable que la fatiga pandémica ocurra.
—¿Por qué ocurre la coronafobia?
—Ya el solo hecho de su nombre nos habla de un trastorno. Es distinto a la fatiga pandémica, que es una reacción natural y esperada. Esta otra es una reacción de la mente, del ser humano, donde el problema es que se genera un trastorno de ansiedad.
Si nos remontamos a los inicios de la pandemia, la primera manifestación que vivimos tenía que ver con el síndrome de la cabaña; un problema complejo que recluía, que aislaba, como una forma de evitación del contagio. Ese síndrome de la cabaña, por supuesto, fue generando fatiga pandémica. Y esa fatiga pandémica, que persiste y muta y va teniendo distintas expresiones, le da el paso a la coronafobia.
La coronafobia, entonces, es un miedo excesivo a contagiarse, que generalmente lo sufren grupos reducidos o relativamente pequeños de personas. No todo el mundo tiene coronafobia, así como no todo el mundo desarrolla miedos excesivos a los espacios cerrados, o a ciertos animales.
Si este miedo excesivo no se caracteriza, no se identifica, no se maneja, ese trastorno de ansiedad puede llevar a un trastorno obsesivo compulsivo. Ya estamos hablando de problemas de la salud mental, de cuadros.
—¿Qué es importante identificar en relación con la coronafobia?
—Hay tres áreas claves.
El área física: cuando una persona tiene esta sensación de que está enfermo, de que respira mal, de que tiene una situación de salud que no tenía… ese miedo a que seguramente se contagió, y además se somatizan en exageración todos estos síntomas, estamos teniendo un reconocimiento importante en términos físicos.
El área psicológica: es el miedo expresado en un ‘si me enfermo me voy a morir, o voy a perder a mi familia, o me voy a complicar…’, son esas manifestaciones distintas del miedo, que no se quedan solo en miedo, porque hay angustias, trastornos del sueño, trastornos alimentarios, trastornos relacionales… vamos viendo cómo esto se va configurando de manera más compleja.
Y el área de la conducta: la persona se excluye, desarrolla excesiva necesidad de la limpieza, exagera todas aquellas medidas de bioseguridad que, si bien es cierto, nos protegen, en exceso terminan por generarnos un problema.
Por último, en términos de lo psicológico y del comportamiento, hay cantidad de expresiones como un ‘no quiero regresar al trabajo’, o un ‘¿será que puedo emprender una cosa distinta donde no tenga que ir a trabajar?’… Esto, que se puede mezclar con una aspiración de un mejor futuro o de una actividad productiva distinta, podría estar encubriendo en el fondo un miedo de comportamiento a relacionarse con otros por el miedo a infectarse.
—¿Se están dando ambos fenómenos entre venezolanos?
—Si partimos del principio de que, en Venezuela, por distintos factores, si bien es verdad que el covid ha sido muy virulento y hemos tenido fases o períodos donde el contagio ha sido muy alto, también es cierto que el comportamiento del virus, y de nosotros como población, ha sido totalmente distinto a otras zonas del mundo donde realmente sí hubo problemas. Actualmente, se sabe que en China poblaciones se están confinando porque hay altísimos indicadores de contagio. En este momento en el conflicto que vive Ucrania y sus países cercanos por la guerra con Rusia, vemos como, por ejemplo, los casos de infección empiezan a manifestarse importantemente. Digo esto porque es importante entender que las realidades locales cambian.
En Venezuela, la pandemia tuvo todo el impacto que ha tenido en la salud mental, sobre todo, porque la pandemia continúa dejando en una situación de mucha exposición y de indefensión al venezolano frente a los planes y proyectos a futuro, la calidad de vida, la seguridad alimentaria, la seguridad de su salud… la pandemia vino a recrudecer toda esta situación.
Yo no podría afirmar que los venezolanos categóricamente sufren de una u otra. Creo que, evidentemente, hay sectores de la población que dan muestra de estos problemas. En el servicio de psicología que nosotros coordinamos con Psicólogos sin Fronteras en alianza con el Grupo Social CESAP encontramos mucho de esto. Este es un servicio de psicología gratuito que funciona en un esquema de cinco a seis sesiones para el paciente, y que por ahora sigue siendo a distancia (telefónica o virtual), aunque próximamente anunciaremos la apertura presencial del servicio. Hemos observado que hay un incremento importante de estos cuadros de desesperanza, de incertidumbre, que se acercan a la fatiga pandémica, y también de estos otros cuadros dentro del manejo del miedo y las emociones, que podríamos llamar evidencias de coronafobia.
Sin embargo, en un país como el nuestro en el cual hay tantos miedos a tantas cosas, a la pérdida de la vida, de la salud, de las condiciones materiales para poderse procurar la vida… el miedo es constante. Entonces, el miedo se vuelve, lamentablemente, un elemento que acompaña al venezolano. La angustia, la ansiedad, la incertidumbre. El miedo a enfermarse, en muchos sectores de la población, sobre todo los más vulnerables, sin quitarle importancia ha sido un miedo que está en segundo lugar, ligeramente relegado, porque lo más importante es el miedo a no poder procurar el alimento, a no poder tener trabajo, a no poder resolver la vida.
—¿Ambas situaciones son malas?, ¿o tienen algo de bueno?
—Entendiendo la diferencia entre una y otra, entre una reacción natural como es la fatiga pandémica, y entre un trastorno de ansiedad que es como empieza la coronafobia, yo no diría que son ni buenas ni malas; son manifestaciones, expresiones, relacionadas con nuestra salud mental, una más natural y esperada que la otra; y, la otra, una complicación a nivel psicológico y mental.
—Se podrían ver la fatiga pandémica y la coronafobia como las antípodas de un mismo tiempo. ¿Cómo llegamos a puntos medios? ¿Cuáles son sus recomendaciones?
—Estos puntos medios tienen mucho que ver con la autoobservación; es decir, la persona debería poder observar e identificar qué tipo de respuesta le están generando las manifestaciones que está teniendo ante la pandemia. Si hay trastornos del sueño, o alimentarios, o relacionales, producto de todo este confinamiento y de toda esta transformación, sería interesante buscar ayuda profesional, porque estamos hablando entonces de una complicación.
Otra cosa importante es estar debidamente informados, eso disminuye incluso el cansancio. Si usted escucha una noticia, es importante que revise fuentes confiables, medios de comunicación verificados, las voces autorizadas de los médicos y de los epidemiólogos, como hay muchos en nuestro país, o sociedades médicas y científicas como la Sociedad Venezolana de Infectología, que son fuentes confiables que le darán tranquilidad.
Una tercera cosa es que usted se asegure la posibilidad de tener ayuda profesional porque, por ejemplo, alguien que padece de coronafobia decide seguramente hacerse hisopados de manera frecuente. Esto realmente está demostrando que hay ansiedad, angustia, que hay que controlar.
El miedo a salir a la calle, el miedo a ver a la gente, el ser compulsivo con la limpieza, el querer cambiar de trabajo… Lo más importante es que, ante cualquier señal que a mí como dueño de mi vida me alarme, me preocupe, me indique que algo está pasando, debo buscar ayuda profesional cuando no pueda avanzar, cuando sienta que estoy teniendo problemas en distintas áreas de mi vida y no pueda avanzar.


Coordenadas

Marisol Ramírez Vargas, presidenta de Psicólogos sin Fronteras-Venezuela, especialista en Planificación de Políticas de Salud del Centro de Estudios para el Desarrollo (CENDES UCV)

*Redes personales:
Instagram: @marirami.psic | Twitter: @marirami_psic
*Redes organizacionales:
Instagram: @psfvenezuela | Twitter: @psfvenezuela
Instagram: @acompdolor | Twitter: @acompdolor

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