Reportajes y Especiales

La forma en que la gente valora el agua determina cómo se gestiona y comparte

22 de marzo de 2021

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*Comunidades abordadas en un proyecto del CISP, en zonas del Táchira, Mérida y el Zulia, se abastecen con aguas no aptas para el consumo

*Investigadores también observan con preocupación la sustitución de vegetación natural por cultivos rentables de papa en los páramos andinos

*La preservación del recurso empieza a nivel de las cuencas, evitando la deforestación y promoviendo la recuperación agroforestal


Daniel Pabón

Como zona productora que es de agua, en los Andes venezolanos es posible que su gente valore de forma diferente este recurso en relación con habitantes de zonas del árido y semiárido del país, como Falcón, Nueva Esparta o el norte de Sucre. Aquí, por donde quiera que se mire hay verdor y, en consecuencia, sensación de abundancia de agua. Aunque esto, precisamente, también genere contradicciones.

Bajo el lema “Valoremos el agua”, Naciones Unidas dedica este Día Mundial del Agua 2021 a lo que significa este recurso vital para las personas, su verdadero valor y cómo se puede proteger mejor, en el entendido de que la forma en que valoramos el agua determina cómo se gestiona y se comparte.

En el Táchira predomina la sinfonía de verdor que cantaba “Chucho” Corrales en ‘Tierra tachirense’, pero al tiempo en Michelena y Colón padecen largos periodos sin el servicio, mientras que en La Grita puede fallar cuatro de los siete días de la semana. En Mérida capital se observa mucho verdor y vegetación, pero a escasa distancia, en Ejido, están sedientos. El contraste se repite en Trujillo.

En opinión de Carlos Espinosa, especialista en obras hidráulicas e ingeniería sanitaria y ambiental, esa contradicción implica o puede ser producto de, primero, un antagonismo entre demanda de agua y uso irracional de la misma y, segundo, otro antagonismo entre eficiencia e ineficiencia en la gestión del agua, enumera el profesor titular de la Universidad de los Andes (ULA) y exdirector de su Centro Interamericano de Desarrollo e Investigación Ambiental y Territorial (Cidiat).

“El valor del agua es mucho más que su precio: el agua tiene un valor enorme y complejo para nuestros hogares, la cultura, la salud, la educación, la economía y la integridad de nuestro entorno natural”, invita la ONU en la efeméride de este año. “Si pasamos por alto alguno de estos valores, corremos el riesgo de gestionar mal este recurso finito e insustituible”.

La valoración del agua es concebida por Espinosa conforme al cuarto postulado de la gestión integral de recursos hídricos, que dice que el agua intrínsecamente es un bien social y es un bien económico.

Así debe ser considerada en su gestión, concuerda el investigador y académico de la ULA. Socialmente, dice, el agua satisface necesidades humanas básicas. De hecho, el acceso al agua es un derecho humano y está garantizada de manera explícita en la Constitución. Pero el agua, además, es un bien estratégico y económico para la nación y para la sociedad.

“La gestión del agua tiene costos asociados a su preservación, a su captación, a su tratamiento, a su conducción, a su almacenamiento y a su distribución, más los costos asociados a la recolección, depuración y disposición final de las aguas servidas”, ilustra.

Un largo recorrido que, como demuestran diagnósticos recientes, en el Táchira y sus alrededores evidencia desafíos.

Contaminación biológica en comunidades

Para contribuir a la construcción de comunidades saludables y resilientes al cambio climático en la cuenca del río Escalante, el proyecto “Acción comunitaria por el agua” es una iniciativa financiada por la Unión Europea e implementada por el Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos (CISP), en asociación con la ULA, a través del Cidiat, y la Cruz Roja, en el Táchira, Mérida y el Zulia.

El profesor Espinosa participó en este proyecto que, entre otras actividades, en 2020 diagnosticó específicamente la problemática que enfrentan comunidades seleccionadas en la cuenca del río Escalante, localizadas en los municipios Panamericano del estado Táchira, Alberto Adriani de Mérida y Colón del Zulia, en cuanto al abastecimiento de agua para consumo humano.

“El denominador común de este estudio fue la contaminación biológica de las aguas de consumo, ya sea por contaminación de las fuentes, deficiencias en los procesos de potabilización en las plantas potabilizadoras o inadecuada manipulación y conservación del agua a nivel del hogar”, refiere Espinosa, en diálogo con Diario La Nación.

Los investigadores visitaron comunidades muy necesitadas, carentes muchas de ellas de infraestructura hidrosanitaria como acueductos, cloacas sanitarias y sistemas de disposición tipo séptico y sumidero.

En algunas de esas comunidades, como las generadas producto de “invasiones consolidadas”, observaron aguas residuales circulando por cunetas y las calles sin pavimento.

“Como conclusión, las comunidades abordadas en este estudio prácticamente todas se abastecen con aguas no potables, no tratadas, con aguas no aptas para consumo”, indica el ingeniero civil de profesión.

Como recomendaciones, identificaron: primero, implementar programas de capacitación y fortalecimiento para el personal de ingeniería municipal, equipo de salud, maestros e hidrológicas regionales; segundo, capacitar a los miembros de las comunidades sobre la manipulación del agua y los alimentos a nivel del hogar y, tercero, implementar pequeñas unidades de filtros lentos de arena en esas comunidades para garantizar la calidad bacteriológica del agua.

Este proyecto que implementa el CISP también contempla, entre sus actividades, la capacitación y organización de líderes comunitarios, docentes, estudiantes y funcionarios para la gestión adecuada del recurso hídrico, así como campañas de sensibilización sobre conservación del agua y prevención de enfermedades de origen hídrico.

Desafíos de conservación en la región

Los estados andinos se consideran productores de agua por su ubicación geográfica en el país. La conservación del recurso implica preservar cantidad, disponibilidad y calidad. Esta actividad debe hacerse a nivel de las cuencas, entendidas como unidad territorial, y enfocada al agua, como elemento vinculante en la cuenca.

Por eso, el primer desafío que enumera Espinosa es el de preservar las cuencas, evitando la deforestación e implementando programas de recuperación agroforestal. “En la medida que se preserve la cobertura vegetal, ayudamos a preservar la disponibilidad del agua”.

Lo segundo, hay que sanear los centros poblados, implementando sistemas de recolección, de tratamiento de aguas residuales, y mejorar o implementar la recolección y disposición de desechos sólidos.

Con preocupación, en tercer lugar, se observa cómo avanza la agricultura en los páramos andinos, con la implementación de cultivos de alta rentabilidad y de suelo desnudo (es decir, cuando se tiene que quitar la cobertura vegetal para montar la plantita) que progresivamente van desplazando la vegetación natural e introduciendo contaminación por agroquímicos, que también contaminan las aguas.

Cuando el especialista se refiere a la sustitución de vegetación natural, como frailejones, en zonas de muy alta pendiente por cultivos rentables de suelo desnudo, se refiere específicamente a la siembra de papa que se observa, por citar un ejemplo, cuando se transita entre Apartaderos y el pico el Águila en Mérida, pero que también otras fuentes constatan en el Táchira.

La frontera agrícola de papa va cada día más arriba. ¿Si el frailejón es una especie protegida, que no encuentra otro suelo ni clima adecuados para existir como ecosistema, por qué no siembran papa en otro sitio? “Es oportuno solicitar a las autoridades competentes la toma de cartas en este asunto a fin de darle una solución a este grave problema”, emplaza Espinoza.

“Tiene más valor que el oro”

En sintonía con la propuesta de ONU-Agua para este año, Diario La Nación preguntó a sus seguidores en Facebook, Instagram y Telegram: ¿Qué significa el agua para ti? Esto nos respondieron:

José Alexander Castro: “El agua para mí es el líquido más preciado que puede existir. Tiene mucho más valor que el oro. La vida del hombre siempre está rodeada de valores. Creamos y seamos conscientes de que el valor más hermoso que tenemos los seres humanos es el poder tener y cuidar el preciado líquido. Gracias, Dios, por el agua que tú creaste para saciar la sed del hombre. Amén”.

-Juan Carlos Nacimiento: “Vida”.

-Flor María Vera: “El agua es parte vital de nuestra vida”.

-Mario José Villalobos: “El agua significa vida, sin agua el ser humano no puede vivir, así que ahorremos el agua, usémosla racionalmente porque se está agotando”.

Y para el lector, ¿qué significa el agua?

4.000 litros por segundo distribuye el sistema principal de suministro de agua, el ART, que surte agua potable a 1.195.545 personas del estado (90% de la población del Táchira), según lo precisa el Ministerio para la Atención de las Aguas en su sitio web.

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