Reportajes y Especiales

REPORTAJES | Siete palabras para el Táchira

25 de marzo de 2018

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Un predicador dijo alguna vez que las siete palabras de Jesús en la Cruz son mucho más que eso; son hechos, acontecimientos y realidades. Durante una semana Diario La Nación preguntó a sus seguidores en redes sociales cuáles serían las siete palabras que, desde sus puntos de vista, le hacen más falta al Táchira. Las respuestas de la gente fueron agrupadas en siete valores y virtudes que, en su conjunto, hacen de este un mejor estado. Siete personalidades de la región, con influencia en distintos ámbitos de la sociedad, aceptaron la propuesta de interpretarlas. En el inicio de esta Semana Santa 2018 presentamos esta lectura reflexiva y propositiva para animar a una convivencia más sana y cristiana.

Por: Daniel Pabón

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1. Fe, en todo momento

 

Monseñor: Mario Moronta

¿Por qué el Táchira debe mantener la fe? No solo porque este pueblo siempre se ha distinguido por tenerla, responde el obispo de San Cristóbal, Mario Moronta. Esa, de hecho, no es la razón más importante. “La fe no es una virtud que uno adquiere por esfuerzo propio, sino que es un don de Dios”, destaca.

No se puede decir, entonces, que la fe se pierde, responde Monseñor a uno de los comentarios recibidos en @lanacionweb en que un usuario indicó que en el Táchira la fe se ha perdido. “Lo que se pierde”, diferencia el pastor diocesano, “es el ejercicio de la fe, muchas veces por egoísmo, por ignorancia religiosa o porque nos dejamos llevar por cosas materiales”.

 

[mks_pullquote align=»rigth» width=»700″ size=»16″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]“No es cierto que Dios nos haya abandonado”: Moronta[/mks_pullquote]

 

La fe es -dice la Biblia- la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. “Por eso implica una decisión personal, un optar por seguir a Dios que nos ha dado precisamente esa fuerza no solo para creer en Él, sino para actuar en su nombre”, razona Moronta en entrevista con Diario La Nación.

Actuando en nombre de Dios y alimentando la fe con la oración, la palabra, la eucaristía, los sacramentos, la caridad y la formación, es como se empiezan a ver aquellas cosas y lugares donde Él se manifiesta: en la naturaleza, en uno mismo, en los demás y en los actos religiosos. “Así, uno va descubriendo que es Dios quien nos va guiando”.

La fe, entonces, es la que ayuda a entender que Dios está presente, aún en momentos en que pareciera no estarlo. “No es cierto que Dios nos haya abandonado”, responde también el Obispo frente al parecer de algunos. “No es Dios quien abandona, sino que se mete dentro de la misma situación de miseria, en el caso de la muerte de Jesús, para que allí lo descubramos”.

Si alguien dice que Dios lo abandona, será por alguno de estos tres motivos: a lo mejor nunca ha estado cerca de Dios o le falta reconocer que Dios nos ha dado la fuerza suficiente para vencer las dificultades, o porque en algunas situaciones Dios permite que haya sufrimientos para hacerse presente y que la gente descubra que Él actúa.

Sobre la situación de Venezuela, el también primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal ha descubierto en el diálogo con la gente que muchos de quienes se quejan nunca estuvieron cerca de Dios.

“Si yo tengo fe, yo tengo que decirle al otro hermano que está ayudando a que haya miseria, pecado, corrupción… que se convierta. La fe no es solamente decirle a Dios: ‘Señor, líbrame de esta maldad o de esta situación o de este hambre. Por la fe, yo tengo que decirle al corrupto: ‘cambia’; al que no quiere darme comida: ‘dame comida’… Se trata de que yo, con la fe, tengo que ir al encuentro con los demás para ayudarlos a descubrir la presencia de Dios”.

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2. Trabajo, con honradez

 

Rina Mazuera

El trabajo no solo es un derecho, sino un deber. Permite satisfacer necesidades; no solo obtener recursos, sino que es una forma de vida. “El trabajo nos permite desarrollarnos integralmente, nos permite sentir que contribuimos, que somos útiles, que cumplimos un rol en la sociedad”, analiza la decana de investigación y posgrado de la Universidad Católica del Táchira, Rina Mazuera.

La sociedad tachirense, por ser fronteriza, comparte beneficios pero también desventajas. “Por nuestra ubicación geográfica es importante mantener el valor del trabajo, no solo desde el punto de vista personal, sino también familiar y social”, valora, al sopesar que también tenemos algunas realidades sociales dentro de la frontera apegadas a la ilegalidad como el contrabando o el bachaqueo.

[mks_pullquote align=»left» width=»700″ size=»16″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]“Se sigue fomentando una fuerza laboral”: Mazuera[/mks_pullquote]

 

Si bien son una forma fácil de obtener dinero, no permiten a quien las practica desarrollarse como ser humano. Esto está muy relacionado con el proyecto de vida que se tenga, agrega la doctora del programa de Derecho Civil Familia y de la Persona por la Universidad de Zaragoza.

En esto hace énfasis Mazuera: es importante, cuando se habla de trabajo honrado, que no únicamente implica la dimensión de obtener recursos, sino que forma parte de un proyecto de vida. “Al mismo tiempo, el trabajo nos da seguridad, estabilidad y nos permite saber que cumplimos un rol en la sociedad. Quien se va por la vía fácil del contrabando, podrá tener dinero pero a riesgo de perder la libertad y la vida”.

En los más recientes documentos del Observatorio Social del Estado Táchira (OSET-UCAT), Mazuera y sus investigadores han observado que la fuerza de trabajo del Táchira, por rama de actividad, se sitúa en mayor porcentaje en servicios comunales, sociales y personales, luego en comercio al por mayor y al menor, así como en industrias manufactureras.

El Táchira siempre ha gozado de una gran fuerza laboral. “Si bien se ha ido perdiendo, no todo el mundo se ha ido. Se sigue fomentando esa fuerza laboral”, anima la académica.

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3. Caridad, con el hermano

 

Leward Fernández

La caridad está reflejada en el amor de Dios. El presbítero Leward Fernández, director de Cáritas de la Diócesis de San Cristóbal, la define como la virtud teologal en la que cada ser humano, desde su propio sentir, entrega de sí al otro. El papa Francisco la entiende como “la caricia de Dios a los pobres”.

No es cierto que la práctica de la caridad esté reservada solo a los ricos que tienen mucho dinero para repartir a los demás; cualquiera puede ejercerla. Tampoco es cierto que esté basada en cosas materiales; ayudar a cruzar la calle a un anciano o llevar una palabra de aliento a un enfermo y escucharlo -por ejemplo-, también es caridad.

[mks_pullquote align=»left» width=»700″ size=»16″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]“Personas ajenas a nuestro círculo nos prestan ayuda”: Fernández [/mks_pullquote]

 

“Hoy, dada la situación país que nos atañe a todos, hemos podido sacar a flote esa caridad. Incluso, en la vivencia diaria vemos en la calle cómo personas ajenas a nuestro círculo familiar nos prestan ayuda material, humana e incluso espiritual”, observa Fernández.

En Cáritas, explica, se han tomado en serio el hecho de dar. “No de lo que sobra -aclara- sino de entregar aquello que tengo: un plato de comida, un vaso de agua, un abrazo… un gesto que simbolice ese gran amor que Dios tiene para con cada uno de nosotros”.

Muchos le preguntan a Fernández cómo pueden ayudar, si no tienen ni para comer. Él les pide no olvidar que Dios da no el uno, ni el dos, sino el céntuplo (cien veces mayor) de aquello que hacemos por un hermano nuestro, necesitado. “Cuando miramos a nuestro alrededor y vemos tanta necesidad, nos quedamos abrumados y creemos no estar haciendo mucho, pero al revisar nuestra conciencia y al hacer memoria de lo que muchos hermanos nuestros hacen en sus parroquias, nos damos cuenta de que sí se está haciendo, sí se está trabajando para acrecentar el reino de Dios aquí en la tierra”.

Cáritas Diocesana es, a la fecha, una red de más de 80 Cáritas Parroquiales -lo que equivale a 83% de las parroquias- y más de 2.000 voluntarios que día a día despiertan con la esperanza de ayudar a quien necesita, de “alzar rostros caídos” y hacer lo que Francisco dice: llevar esa caricia de Dios a los hermanos más necesitados.

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4. Iniciativa, contra el conformismo

 

Sor Zulay Pernía

Sor Zulay Pernía, directora del Colegio Asilo San Antonio, compartió para Diario La Nación la siguiente reflexión:

El tachirense se ha destacado siempre por la cordialidad, la simpatía, la solidaridad, la alegría, cualidades que le caracterizan en la diversidad de espacio donde fluye su convivir. Así, en su afán de lucha en la conservación de valores heredados, ha visto opacar su existencia en la confrontación de las situaciones críticas por las que atraviesa el país, sintiendo desvanecer  progresivamente sus fortalezas ante una actitud emergente de conformidad y resignación.

Ser conforme frente a la adversidad es darle la espalda a ese ciudadano cordial, solidario y alegre que ha luchado con tesón en la construcción de un estado, de un país. Es abandonarse en brazos de la inercia del pensamiento, que favorece actitudes de desidia, de pereza, de negligencia, es tomar una postura de desesperanza que puede conducir al desasosiego, al desaliento y a la fatal depresión.

[mks_pullquote align=»left» width=»700″ size=»16″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]“Es el momento de expresar la creatividad”: Pernía. [/mks_pullquote]

 

Tenemos armas para combatir todos estos presagios. En las venas del tachirense corre la sangre de un pueblo creyente en su dignidad, en su valentía y en su fuerza, como valores derivados de la confianza en Dios y su regalo en la virtud de la esperanza, que contrarresta toda adversidad.

Ante la incertidumbre y el dolor, es deber ciudadano mirar con detalle la diversidad de situaciones que acontecen y disponen mente y corazón a un desafío que movilice actuar con cordura y acierto.

Es el momento de la iniciativa, es el momento de expresar la creatividad; ambos, puntos fuertes de la idiosincrasia venezolana. Es la hora de unir la palabra creadora de grupos, de poner a prueba la iniciativa de tantos y tantos que desean participar en la transformación positiva de este país; pero sobre todo, de construir pensamientos nuevos que generen acciones y valoricen al ciudadano, recorriendo barrios, urbanizaciones, ciudades, impregnándolo todo y renovando la calidad de la persona y las instituciones.

La iniciativa creadora y socializada es vitalidad, luz y camino nuevos.

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5. Paz, sobre todas las cosas

 

Omar Pérez Díaz

Podrían ser tres letras que, así unidas, cueste lograr y al mismo tiempo sean lo más urgente de alcanzar. El principal camino a la paz es el respeto, jerarquiza Omar Pérez Díaz, coordinador del área social del Instituto de Estudios Humanitarios (IEH) nodo San Cristóbal y coordinador de la Cátedra Libre para la Paz Mahatma Gandhi de la ULA-Táchira. Ese camino se completa con la comunicación y la convivencia.

“Si nosotros tomamos estos tres elementos como referencia, si somos respetuosos, si nos comunicamos y sin aprovecharnos del prójimo más bien ayudamos a los más vulnerables, estamos siendo agentes de paz”, describe, en el terreno individual.

[mks_pullquote align=»left» width=»700″ size=»16″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]“El principal camino a la paz es el respeto”: Pérez Díaz. [/mks_pullquote]

 

La paz, en el contexto nacional, significa en palabras de Pérez Díaz lograr una calidad de vida que permita la convivencia, que la esperanza no se pierda, que el conjunto de la sociedad sea capaz de consolidar su estabilidad logrando mejores servicios.

“Si logramos estos niveles de exigencia, también podremos decir que podemos vivir en paz. Porque la paz engloba todos los aspectos, desde lo teológico e individual, hasta lo social”, teoriza Pérez Díaz. Lo contrario es la zozobra, o la imposibilidad de cubrir las necesidades más básicas del hogar. Y su expresión suele ser -completa el docente- un estado de frustración acentuado.

Con la Cátedra Libre de Paz, fundada en la Universidad de Los Andes en 2012, han querido asentar como referencia la visión de Gandhi, el padre de la independencia de la India: “El suyo es un pensamiento según el cual el espíritu supera muchas veces la problemática social, adaptándose. Gandhi estableció la esperanza como referente. El problema es que aquí la esperanza se está perdiendo”.

Mantenerla, prosigue, pasa también por aferrarse a un reconocimiento mutuo en sociedad. Porque vivir sin importar el posible daño que se haga a los semejantes es una acción que no contribuye a la paz, advierte Pérez Díaz.

El escritor Álvaro Rendón invita en sus libros a una tarea esperanzadora: “Si la paz puede enseñarse, la paz puede aprenderse. Es más, la paz debe ser un aprendizaje permanente”.

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6. Compasión, en la frontera

 

Francisco Sánchez

Francisco Javier Sánchez, investigador del Centro de Estudios de Fronteras e Integración (CEFI) de la ULA-Táchira, compartió para Diario La Nación la siguiente reflexión:

La frontera es a un mismo tiempo fin y comienzo. Al Táchira lo caracteriza y determina en gran medida limitar con Colombia; los tachirenses asumimos la condición de fronterizos con mayor o menor intensidad según la distancia al límite y a la percepción de su influencia en nuestras vidas.

Los aspectos negativos de lo limítrofe se han profundizado: inseguridad personal y jurídica, contrabando, corrupción, periferia, marginalidad. Además, desde 2014, y debido a las terribles condiciones del país, incluida la represión del Estado, la emigración de venezolanos se ha incrementado a niveles insospechados; situación inédita en América. En el Táchira somos testigos y partícipes de ese tsunami migratorio, la gran mayoría de las personas salen de Venezuela por esta entidad para adentrarse en Colombia donde unos residirán, y otros, los más, seguirán su travesía hasta alcanzar un tercer país.

[mks_pullquote align=»left» width=»700″ size=»16″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]“No tenemos más alternativa que aferrarnos a nuestros valores”: Sánchez. [/mks_pullquote]

 

Ante esta realidad, los tachirenses no tenemos más alternativa que aferrarnos a nuestros valores que son de raíz cristiana, republicana y democrática: la compasión por el prójimo y la ayuda al samaritano, el respeto a la Ley, la cordialidad, civilidad y convivencia pacífica, la cooperación y buena relación con el vecino nortesantandereano con quien incluso nos identificamos en aspectos puntuales, y con el colombiano en general.

Es en la cotidianidad de los días donde los tachirenses debemos demostrar la madera de la que estamos hechos. Se nos reconoce por esos señalados valores, consustanciales a nuestra forma de ser y parte de nuestra identidad; pues bien, aquí y ahora debemos hacer gala de lo mejor de nosotros, para que en medio de la adversidad, la anarquía y el maltrato, es decir, de la barbarie, prevalezca la civilización de la que somos parte.

En tiempos de oscuridad, debemos ser luz y esperanza de la mano del Santo Cristo de La Grita. Ante el peregrinaje de nuestros hermanos connacionales que ven en el Táchira el último trozo de tierra y de fraternidad venezolana al partir, debemos hacer el esfuerzo para  que se lleven un recuerdo amable de la Patria; tal vez, cuando el viento vuelva a soplar a favor de esta Tierra de Gracia, sea ese recuerdo tachirense el que les haga retornar y contribuir en su reconstrucción.

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7. Cordialidad, como distintivo

 

Luis Hernández Contreras

Siempre tuvo razón el abogado, político y cronista taurino Omar Mezza Ramírez en haber creado el eslogan “San Cristóbal, ciudad cordial de Venezuela”. Luego, la visión del publicista Erasmo José Pérez la convirtió en “San Cristóbal, la Ciudad de la Cordialidad”. Así se ha conocido en el mundo entero desde la primera edición de la Feria Internacional de San Sebastián de enero de 1965. Este repaso lo hace el cronista de San Cristóbal, Luis Hernández Contreras, al asentar que, en adelante, nos distinguimos ante los demás por esta virtud antañona que nos conceptúa positivamente: cordialidad.

Fundada como una “villeta de paso” entre Pamplona y Mérida, San Cristóbal fue punto de descanso para el viajero. Calificada como “el lugarejo”, no ofrecía atractivo en tiempos de epidemias, calamidades y terremotos, excepto su posición geoestratégica.

[mks_pullquote align=»left» width=»700″ size=»16″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]“Los ‘descorteses’ han sido vencidos desde hace dos siglos”: Hernández Contreras. [/mks_pullquote]

 

Favorecida por el mapa, su geografía está abierta a los más recónditos destinos. En razón de ello recibió “cordialmente” a Bolívar, en 1813. Los registros de ayer marcan la alegría de su pueblo en las fiestas de enero. Era tiempo propicio para recibir a los visitantes granadinos, a los del Nuevo Reino, a los “reinosos” que vencían las montañas de Boyacá y de Santander para compartir las maravillas que cargaban en sus alforjas: carne paipana, queso reinoso, enseres de talabartería. Todo un conjunto de productos que fue llamado “el batán”.

Esa dinámica comercial con el oeste, sumándose el contacto con los llaneros que se adueñaban de la montaña de San Camilo para aposentarse en las inmediaciones de La Guacara, quedándose muchos de ellos en La Sabana, hoy La Concordia, y la puerta abierta al europeo que explotó dentro de los patrones capitalistas el rico fruto del café, permitió exhibir esa cordialidad, contextualiza Hernández Contreras.

“La puerta abierta quedaba así, luego de la necesaria prueba que resistía la desconfianza. En adelante, San Cristóbal ha sido una ciudad hospitalaria que conduce al extraño a la dirección solicitada”.

Como todo, han existido habitantes huraños, indiferentes, incómodos y ‘descorteses’. “Esos han sido vencidos desde hace dos siglos por esa manera de comportarse que nos distingue en esa conocida frase que su autor tomó del ambiente natural que ha rubricado a San Cristóbal, a pesar de los pesares, de las contingencias sufridas, de las circunstancias violentas y de momentos aciagos, como la Ciudad de la Cordialidad”.

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