Sucesos

Familiares y amigos despiden a Orlando José Maldonado, tachirense fallecido en incendio de Ciudad Juárez 

19 de abril de 2023

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Salió impregnado de ilusiones y esperanzas, hoy familiares y amigos lo despiden en medio de mucho dolor e impotencia al ser sorprendido por la muerte. Sus corazones están destrozados. Hoy le darán cristiana sepultura

 

Bleima Márquez

Fotos: Gustavo Delgado

Familiares lloraron desesperados la muerte del joven de 26 años. (Foto/Gustavo Delgado)

En medio de mucho dolor, familiares y amigos de Orlando José Maldonado Pérez, de 26 años, conocido cariñosamente como ‘Nando’, recibieron, este martes 18 de abril, el cuerpo embalsamado de este joven migrante tachirense que murió la noche del lunes, 27 de marzo, en el incendio de las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) de Ciudad Juárez (México), ocupadas por migrantes con la esperanza de alcanzar el “sueño americano” y mejorar la calidad de vida propia y de sus seres amados.

En una pequeña sala estaba el féretro, sobre la oscura urna reposaba una cruz con flores blancas, a su alrededor una serie ramos con rosas blancas y algunos girasoles amarillos. Se sentía un ambiente de paz, pero también de profunda tristeza.

Afuera, justo al frente de la casa donde Nando vivía, un numeroso grupo de personas elevaban oraciones. Rezaban el Santo Rosario. Todos pedían por el eterno descanso de ese joven que un día salió de su hogar cargado de ilusiones, de muchos proyectos. Tenía una vida por delante, pero la fatalidad tocó su puerta y se lo llevó.

En las aceras de la calle 4 de Tucapé, donde queda la  casa de Nando, había un gran movimiento de personas: unos entraban, otros salían; la gente conversaba, algunos tomaban, muchos lloraban. En otra de las viviendas vecinas, a pocos metros más abajo, una gran olla estaba en fuego. Preparaban comida para los presentes, para la familia y para todos los que se mantenían solidarios, compartiendo la aflicción por la pérdida irreparable. El joven ya no estará más con ellos.

Al voltear la esquina está la casa materna, la morada de su abuela, adonde él llegaba todos los días para verla y recibir su bendición. Todos, hermanos, primos y tíos, hacían lo mismo, tenían la costumbre de reunirse a golpe de las cinco de la tarde para charlar y compartir. La familia de Orlando es muy unida.

Allí, en esa casa, justo en la sala, el equipo de prensa de Diario La Nación conversó con la familia. A pesar de la pena, todos fueron muy amables.

Se sentaron en un mueble de madera con tapicería de cuero, atrás una pared de ladrillos y en el medio un ventanal cubierto por una clara cortina estampada. Sus rostros reflejaban desconsuelo y agotamiento por el trajín y la incertidumbre de días atrás.
Mileivy Maldonado, hermana de Nando, comenzó a hablar. Sus ojos claros y afligidos transmitían tristeza, nostalgia. “Mi hermano era una persona alegre. Tenía muchos amigos. Era muy colaborador. Antes de emigrar tenía una bodega aquí y trabajaba mecánica”, dijo con una dulce y suave voz que destila mucho amor.

Antes de iniciar la travesía Nando, su familia y los amigos, hicieron un compartir en la casa de la abuela, allí mismo en la calle 4 de Tucapé. Prepararon una parrilla. “Se fue porque su principal meta era darle un mejor futuro a su hijo”, recalcó Mileivy y enfatizó que se había ido con la intención de volver. “Dijo que iba a trabajar. Allá lo esperaba mi otro hermano. Pensaba hacer un dinero y regresar para montar un taller de mecánica”.

Contó que la situación económica del país lo hizo tomar la decisión de partir hacia Estados Unidos en busca de una mejor vida para su hijo y su madre. El pequeño se encuentra en Panamá y lo esperan para compartir con él y para la despedida eterna.
Recordó que cuando pasó el fatal hecho se enteraron por los medios de comunicación y la lista que publicaron en redes sociales. Luego la embajada de México en Venezuela, y la pusieron en contacto con la embajada de Venezuela en ese país azteca.

La identificación

Gleiver Maldonado, hermano mayor de Nando, fue quien tuvo la responsabilidad de viajar a México para todo lo concerniente a la repatriación de su hermano. Un proceso que se pudo llevar a cabo por ambas embajadas: La de México en Venezuela, y la de Venezuela en México.

“Se hizo la coordinación. Ellos mismos nos contactaron, le mandaron a mi hermana la foto, todo el sistema de huellas dactilares. Lamentablemente sí se comprobó que era él. Los gastos de hospedaje, alimentación, y demás logística fue cubierto por ellos”, detalló Gleiver y señaló que el viaje fue bastante agotador, siete horas de vuelo.

Cuando los familiares de los siete venezolanos fallecidos durante la tragedia de Ciudad Juárez, llegaron a ese lugar, todos los cuerpos estaban en una funeraria y cada familiar se ubicó al lado de su ser querido.

Todos los cuerpos fueron embalsamados “para que el cuerpo aguante, porque para hoy -lunes, 18 de abril, han pasado como 22 o 23 días. Ya es bastante tiempo”.

Al llegar a Venezuela, también estaba coordinado, hicieron algunos trámites de documentación, y todos tuvieron que volver a identificar el cuerpo de sus familiares fallecidos. No hubo complicaciones. La primera vez fue en Juárez.

“Es muy duro, yo tuve que estar en el momento, fue muy duro. Reconocerlo, verlo, saber que era él, que todas estas ilusiones, todos sus sueños fueron truncados. Fueron evaporados”, dijo con la voz entrecortada Gleiver, su hermano mayor.

Cuatro días en Ciudad Juárez

Su hermana Mileivy relató que para el día del nefasto suceso, Nando tenía tan solo cuatro días de haber llegado a Ciudad Juárez. Los funcionarios de migración lo detienen el mismo día del incendio, el lunes, 27 de marzo, como a las 11 de la mañana, mientras estaba trabajando. “El vendía caramelos para su sustento”.

Luz Pérez, otra de las tías de Nando expresó su dolor e indignación: “Aquí estamos guapeando. Tenemos 22 días en este dolor, y aquí estamos para darle mañana la despedida. Lo que queríamos era enterrarlo, que descanse en paz él y que nosotros tengamos el consuelo de tenerlo en una tierra santa. No dejarlo abandonado allá, sin uno saber sí era la persona o no que nosotros queríamos. Efectivamente sí es, estamos concientes, ya su mamá también lo vio, tal cual como era”, apuntó con nudo en la garganta al sostener el llanto.

“Hablaba conmigo todos los días”

Daisy Pérez, tía y madrina de Orlando José, dijo que desde que salió de Venezuela estuvo en contacto con ella. “El llegó a Panamá, cuando se entera de lo que pasaba en México -que Estados Unidos había cerrado esa frontera- decidió quedarse allá. Trabajó y en enero agarró su rumbo nuevamente a Estados Unidos”, narró Daisy.

Relató que Nando entró a México el 24 de febrero. “México le otorga el permiso para estar en ese país. Empezó a subir, él me hablaba así: tía voy subiendo, voy subiendo, hasta llegar a Ciudad Juárez, entre el 10 al 16 de marzo”, detalló.

En esa población fronteriza de México con Estados Unidos, le hablaron a Orlando José de una aplicación que tenía que abrir para registrarse y obtener una cita para entrar de manera legal. Se trata de CBP One, la nueva metodología de citas para presentarse en la frontera de Estados Unidos estando en territorio mexicano, preferiblemente en una sus fronteras del norte.

“El lo quiso hacer así, lo más legal. Muchos le decían: váyase por un hueco, pague. Pero él me decía: tía yo quiero ser lo más legal posible para yo poder entrar. Todos los días intentaba en la mañana, porque él me decía, pero el sistema abría pocas horas”.
Daisy paró por el llanto que no pudo contener y continúo contando que a diario le decía que estaba bien, que estaba trabajando para pagar el arriendo. “El no estaba en ningún refugio. Desde que llegó a México fue pagando sus habitaciones porque no le gustaba estar así con tanto bululú, prefería hacer la platica”, señaló y agregó que incluso pensaba, con su grupo, alquilar una casita para estar más cómodos.

“Hablé el sábado con él; el domingo no, pero habló con mi hermana y sabíamos que estaba bien. El lunes comencé Nando dónde estás, ubíquese, oye no nos dejes así porque sabemos que anda en la calle y nos tiene asustados. Le escribí, le escribí. Todavía espero que me diga: estoy bien. todavía espero ese WhatsApp que me diga: Todo está bien, como lo decía siempre. Nunca dijo que le faltaba nada”, indicó y rompió a llorar nuevamente.

“Su viaje fue prácticamente una aventura. La travesía que se tiene que hacer, pero nunca aguantó hambre ni fue maltratado. El problema fue en el momento que lo agarraron. Y cuando eso pasó él tenía sus documentos encima, porque nunca los dejaba. Él cargaba ese permiso, su teléfono, su pasaporte”, recalcó y añadió que en ningún momento se comunicaron con sus familiares para informar de su detención. Deisy vuelve a llorar.

El sepelio de Orlando José Maldonado Pérez será hoy miércoles, 19 de abril, a las 3 de la tarde en el Jardín Nuestra Señora de La Consolación, posterior a los oficios religiosos que tendrán lugar a las 2 pm en la capilla Sagrada Familia de Tucapé, municipio Cárdenas.

 

 

 

 

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