Sucesos

Se cree que unos amigos de confianza asesinaron al rezandero Mala Vida

5 de abril de 2021

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Los detectives de la Brigada Contra Homicidios están indagando en el  círculo de amistades del rezandero Adán Torres Rosales, de 54 años de edad, en busca de pistas que puedan conducir a la identificación y captura de los hombres que, en horas de la noche del pasado 30 de marzo, le dieron muerte en el interior de su residencia, en la calle principal del barrio El Paraíso, de San Cristóbal, a donde acudieron las autoridades poco después que uno de sus familiares encontrara el cadáver, con heridas de arma blanca.

Las autoridades mantienen hermetismo sobre el caso y se abstienen de revelar información para evitar que trasciendan detalles que puedan entorpecer las investigaciones.

Se sabe que el cadáver de Adán Torres Rosales fue encontrado en el interior de su residencia, en horas de la mañana del martes 31 de marzo, por un familiar que fue a su casa y lo encontró en el interior de su dormitorio, con evidentes señales de violencia.

Fue un sobrino quien realizó el macabro hallazgo, del cual se notificó a funcionarios Contra Homicidios del Cicpc Táchira, quienes rápidamente se trasladaron al lugar para las investigaciones. El cuerpo de Torres Rosales presentaba heridas de arma blanca, hematomas y contusiones, así como lesiones en sus brazos. Estaba envuelto en sábanas y cobijas, y llamó la atención que en la región parietal derecha tenía incrustada un arma blanca, que al parecer fue la misma utilizada para causarle otras heridas.

Los detectives inmediatamente procedieron a aislar la habitación, considerada como escena del crimen, donde comenzaron a trabajar los expertos del laboratorio de criminalística y microanálisis. En tanto, otros investigadores se entrevistaron con los familiares, particularmente con el sobrino, que encontró el cadáver, y los vecinos más cercanos.

Se sabe que Adán Torres Rosales, quien tenía problemas motores por discapacidad, era ampliamente conocido en el barrio, pues se trataba de un rezandero que las personas de bajos recursos buscaban para rezar el mal de ojo y otros servicios, incluso de supuesta ayuda espiritual, razón por la cual su casa era frecuentada por numerosas personas, muchas de ellas extrañas, no conocidas por la víctima ni por los vecinos, y de las cuales tampoco existe referencia.

Vecinos de la calle principal del barrio El Paraíso manifestaron que en horas de la noche del martes, 30 de marzo, escucharon los gritos de Torres y una discusión en el interior de su casa. Pero nadie fue a averiguar lo que estaba ocurriendo, ni dio aviso a la policía. Esa versión también es referida por familiares. Se cree que el rezandero intentó defenderse de sus atacantes y hasta hubo una pelea, y que al momento de ser agredido gritó para llamar la atención, pero nadie acudió en su auxilio. Nadie fue a la casa para averiguar lo que estaba ocurriendo. No fue sino en la mañana del miércoles 31 que un sobrino ingresó a la vivienda y encontró el cadáver, en medio de un gran desorden.

Para los investigadores del Cicpc, el robo pareciera ser el móvil, pues en medio de ese desorden que dejaron en la habitación donde ocurrió el crimen se notó la falta de varios objetos, entre los cuales está una especie de baúl, donde la víctima guardaba su dinero, pesos colombianos. Allí también depositaba lo que le cancelaban sus clientes por los rezos. No se sabe con exactitud el monto de lo robado, ni la cantidad de objetos que faltan. También desapareció el bolso de uso personal de Torres, que siempre portaba y donde guardaba sus efectos de uso personal.

No cabe duda que el móvil es el robo, comentó uno de los funcionarios de manera extraoficial, y se está trabajando en la identificación de personas cercanas a la víctima, pues se presume que los autores del crimen pudieran ser personas conocidas y de amistad con el ahora fallecido, que de manera voluntaria habría aceptado el ingreso a su residencia. Esta es tan solo una de las hipótesis que forman parte de un abanico de posibilidades, pero es la de mayor fuerza.

Entre los objetos que los funcionarios colectaron en el lugar, como evidencia, está el cuchillo que el hombre tenía clavado a la altura de la sien derecha, así como una pala que al parecer utilizaron para golpearlo y provocarle fracturas en sus brazos. “Le metieron trapos en la boca para que no gritara”, explicó Johnny Hernández, el sobrino que encontró el cadáver.

El cuerpo de Adán Torres Rosales fue llevado a la morgue del Hospital Central por los detectives Contra Homicidios, que solicitaron la respectiva autopsia y la extracción del arma que tenía incrustada en la cabeza, que los mismos investigadores llevaron a los laboratorios del Cicpc para experticias. Se está trabajando a tiempo completo y se procesa información, de la cual nada ha trascendido.  Se cree que en el entorno de la víctima pudiera encontrarse la clave para al esclarecimiento del crimen.

Armando Hernández

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