Sucesos

Violación en serie: tras un querido amigo se escondía un depredador de niños

22 de abril de 2023

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 Rosalinda Hernández

Las reflexiones que surgieron a partir de la lectura del evangelio en una misa dominical de una iglesia ubicada en la parroquia San Juan Bautista de San Cristóbal, estado Táchira, abrieron la mente y el corazón de *Cesar, un adolescente que durante años llevaba conteniendo el dolor, la rabia y el trauma de haber sufrido un abuso sexual.

Sin saber la trascendencia de sus palabras, el sacerdote dirigió su prédica a la comunidad, especialmente a los padres, niños y jóvenes, alertando sobre los reiterados abusos sexuales que ocurren en la región y en el país. Alentó a quienes conocían de situaciones de violencia sexual a acudir a las autoridades y denunciar el delito.

Al escuchar estas palabras Cesar no solo se sintió mal, el tema lo movió porque se vio identificado y de inmediato advirtió sobre lo que debía hacer para detener a un presunto pedófilo.

Una vez concluida la homilía le pidió ayuda al sacerdote, quién lo encaminó a formular la respectiva denuncia ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), donde se inicia la investigación que da con una aberrante historia de agresiones prolongadas: el abuso sexual a seis menores de edad (niños y niñas) de una misma familia y la posterior detención del sujeto señalado.

Su hijo lo denunció

César es hijo del hombre que está siendo investigado por presunto abuso sexual a un grupo de hermanitos. El joven estableció una relación de amistad con una de las menores de edad abusadas; “la niña le tomó tanta confianza a este muchacho que sintió la necesidad de contarle lo que llevaba tantos años guardado y la hacía sufrir. Coinciden en que ambos fueron violados”, relató *Susana, la madre de la muchacha a Diario La Nación.

Las edades de los niños víctimas de abuso van desde los 6 a los 17 años, el CICPC ha iniciado la investigación y ha realizado los exámenes correspondientes a cada uno de ellos. “El CICPC ha hecho un excelente trabajo, han hecho las cosas como deben ser y el proceso de investigación va adelante y ese hombre está detenido”, reveló Susana.

Durante la entrevista con este medio, la madre de los afectados mostró su angustia y temor, y deja saber la preocupación que siente al pensar que el sujeto pueda salir en libertad. “No sé si pueda utilizar algunas influencias. Lo que más quiero es que se haga justicia, que pague el daño que les ha hecho a mis hijos, no deseo que siga perjudicando a otros pequeños. Así como perjudicó a mis hijos, puede hacerlo con otros y continuar dañando vidas, robando inocencias”.

Prefirió no ofrecer detalles sobre las acusaciones que pesan en contra de esta persona, se limitó a decir que estaba siendo investigado por abuso sexual en contra de menores de edad, “pedofilia”, precisó.

Perfil de un pedófilo

“Es alguien amable, atento y a quien puede colaborar lo hace. En mi casa siempre sentimos ese apoyo de él y de igual manera si nosotros teníamos algo también se compartía con él. Siempre estuvo ahí, nosotros fuimos la familia con la que más se acopló en el barrio; mi madre lo veía como otro hijo. Fueron más de 15 años de amistad incondicional de ambas partes y jamás pensé que perjudicaría a mis niños. Confiaba en él, me sentaba a contarle cosas y le tomé cariño”, así reconoce Susana al presunto abusador sexual de sus seis hijos.

Se trata de un hombre de más de 40 años, trabajador en el área de mantenimiento de una escuela pública ubicada en la parroquia San Juan Bautista en San Cristóbal. Una persona que también supo ganarse el aprecio y respeto de los vecinos del sector al punto de ser elegido “líder de calle”, figura que dentro de las estructuras del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) son seleccionadas para gestionar lo relacionado a la compra de gas doméstico y el CLAP.

Susana recordó que durante un tiempo, por razones familiares, se mudó a la casa del presunto victimario con sus hijos, pero nunca imaginó que pudiera llegar a hacerles algo, pues “era muy querido por ellos, llegó a cocinarles y lavarles la ropa si yo no estaba en casa”.

Actualmente, la madre no se despega del lado de sus hijos. “Conmigo ellos se sienten protegidos y tranquilos, pero el niño que fue abusado recientemente (10 años de edad) está muy afectado; manifiesta rabia y molestia con sus hermanitos, también muestra rebeldía conmigo”.

Durante la conversación, Susana no deja de agradecer a los sacerdotes que con su prédica logran hacer reflexionar a los jóvenes y los ayudan a afrontar las dificultades que puedan estar pasando. “Señores curas los invitó a seguir hablando sobre el abuso sexual, estoy segura que pueden ayudar a muchos niños y adolescentes”.

Los niños abusados tienen mucho temor, sienten miedo porque son amenazados. “Mis hijos fueron amenazados por ese hombre, a pesar de la confianza y el cariño que le manifestaban, le temían mucho y no se atrevían a contar lo que estaba pasando”.

La revictimizan

Susana es madre de siete hijos, con edades entre los 6 y 18 años, uno de ellos con condición especial. En medio del dolor que enfrenta por el aberrante suceso que cambió para siempre la vida de la familia, se siente triste porque está siendo duramente juzgada, criticada y hasta señalada de tener responsabilidad en lo sucedido.

Ella no se encontraba en la casa el día que se descubrió la horrible historia: “Yo estaba fuera del país, en Colombia, tuve que migrar para trabajar y poder darles de comer a mis hijos. Si no trabajo se mueren de hambre porque dependen completamente de mí; soy madre soltera y cabeza de hogar. Si sus hijos están pasando hambre en la casa, ¿ustedes se quedan sentadas viendo como caen muertos o salen trabajar para traerles comida?”

El dinero que ganaba trabajando en Venezuela no le alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de la familia. Si había para el desayuno, faltaba el almuerzo y la cena. “Los niños me decían que tenían hambre y no sabía qué darles. Me preocupé y decidí buscar alternativas para ganar más dinero, y salí del país para tener mejores ingresos y poder comprar la comida. Los dejé a cargo de mi hermana y mi mamá”.

Cuando los niños se enfermaban no tenía para comprar los medicamentos. “Uno va al hospital y los exámenes hay que pagarlos porque allá no los hacen, hasta una inyección hay que comprarla. En diciembre pasado estuve enferma, no teníamos ni un peso (pesos colombianos, la moneda de mayor circulación en Táchira) y mi hijo mayor tuvo que empeñar su teléfono celular para poder comprar los medicamentos que pedían en el hospital del seguro social”.

En los últimos años han sido muchas las madres venezolanas que, en las mismas condiciones de Susana, se ven obligadas a migrar para aumentar los ingresos y poder alimentar a sus hijos.

“Soy madre soltera y no recibo ningún apoyo de los padres de mis hijos. Los bonos que recibimos del Gobierno, bienvenidos sean porque todo suma, pero no alcanzan porque todo está muy costoso. En Venezuela los sueldos tampoco alcanzan por eso decidí migrar para trabajar en Colombia, si me hubiera quedado los niños continuarían pasando hambre como ya había sucedido”.

Recalcó la angustiada mujer que la gente debe entender que “ninguna madre que ame a sus hijos va a permitir que les hagan daño, que les dañen la vida y arrebaten su inocencia. Nunca he abandonado a mis hijos, solo salí para buscar el bienestar de ellos”.

Un mensaje a las madres

Con visible angustia, Susana insistió en enviar un mensaje a todas las mamás: “Cuiden mucho a sus hijos, no confíen en nadie, ni en una pareja que tengan, ni del papá. Creía que esta situación solo se veía en películas, pero me está pasando a mí”.

Invitó a las madres a estar muy pendientes del comportamiento y cambios de conducta que puedan presentar los niños: “Dan señales de alerta, ellos cambian sus actitudes y uno no les presta atención. Ellos se callan, guardan silencio y no dicen nada, pero debemos buscar la manera de llegarles y si vemos que no podemos, hay que buscar ayuda psicológica de inmediato, mis hijos se atrevieron a conversar fue con los psicólogos”.

A la situación que vive Susana, producto de la violación de sus hijos, se le suma la revictimización de la que está siendo objeto, además del poco apoyo que recibe de instituciones del gobierno regional, a donde ha acudido a pedir ayuda para la asistencia en salud de una de sus niñas que, con 12 años, no puede caminar.

“Me siento muy sola, que no tengo apoyo y es muy difícil cuando -además- tienes una niña que llora y se desespera porque necesita atención médica, requiere unas prótesis para ser operada de las caderas y poder caminar. No tengo los recursos económicos para hacer la compra de esas prótesis y a los organismos donde he acudido a solicitar ayuda, Fundación del Niño, por ejemplo, no me la han dado”.

Susana está desempleada actualmente, ya no puede dejar a sus hijos al cuidado de su madre ni de otro familiar por lo que se le ha hecho difícil encontrar el sustento para la casa.

*César y *Susana son nombres ficticios usados para resguardar la identidad de algunos de los protagonistas de la historia

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