Alejandro Bautista González *
Con estupor, hasta cierto punto justificado, vemos cómo en Venezuela, desde unas tres décadas atrás, han venido perdiendo influencia sobre la masa poblacional los partidos políticos organizados. Ante tal evidencia surgen ciertas interrogantes a las cuales debemos buscar una respuesta: ¿Qué son los partidos y por qué son necesarios en el ejercicio de la democracia?¿Por qué se ha perdido la credibilidad en los partidos?¿Cual ha sido su mayor decepción? ¿Acaso no están cumpliendo su rol? A estas y otras interrogantes trataremos de dar respuesta.
En primer lugar, se debe tener presente que los partidos políticos tienen una vinculación con la democracia. En sus inicios, la democracia moderna tuvo sus primeras experiencias sin la presencia de partidos, tal y como hoy los conocemos. No obstante, una vez que los partidos surgieron y se consolidaron, adquirieron una vinculación íntima con la democracia representativa, a grado tal que hoy no se concibe esta sin la existencia y la actuación de los partidos políticos.
Los partidos son actores irremplazables del escenario político. En las democracias desempeñan importantísimas tareas, y en los Estados no democráticos tienen también ciertas finalidades. Se ha dicho, no sin razón, que el Estado moderno es un Estado de partidos, por el lugar central que ocupan, no solo en la integración de los órganos de representación y de gobierno, sino también por sus funciones de intermediación entre el Estado y la sociedad civil.
Por su importancia, los partidos son organizaciones que crean y sustentan muchas de las instituciones del Estado. Desempeñan funciones sociales y políticas imprescindibles en una democracia, al grado de que no hay en este momento entidades capaces de sustituirlos. Sin embargo, cuando no existen los suficientes controles democráticos o estos son desvirtuados o ignorados por el gobernante, o cuando en el ejercicio del poder se actúa con arbitrariedad, los gobernantes y algunos partidos pueden apoderarse de las instituciones y constituirse en medios perversos y degenerativos. Al vicio consistente en la desviación de las actividades normales y ordinarias de los partidos en una democracia se le llama partidocracia; esto ocurre cuando los partidos fomentan prácticas clientelares, destinan los recursos de los ciudadanos que reciben del erario a finalidades distintas de las previstas, como por ejemplo, donaciones injustificadas e incontroladas de dádivas a nacionales o extranjeros y pueden, en casos extremos, llegar a aliarse con sectores contrarios a los principios democráticos y promover la construcción de regímenes violatorios de los derechos humanos.
Venezuela tiene un sistema de gobierno federal, presidencialista, multipartidista, caracterizado por un gran número de partidos políticos. Históricamente, a partir de la década de 40, los principales partidos políticos que se constituyeron en el país giraban alrededor de tres corrientes políticas mundiales de opinión: la socialdemocracia, el comunismo y la democracia cristiana. Los partidos políticos de mayor renombre: Acción Democrática por la socialdemocracia, Partido Comunista por el comunismo y Partido Socialcristiano Copei por la socialdemocracia. Posteriormente se sumaron nuevos partidos, como URD, MAS y muchos otros, hasta llegar al Partido Socialista Unido de Venezuela- PSUV, quien pregona el “socialismo del siglo XXI”, que en opinión general y aseveración de Fidel Castro, es lo mismo que comunismo.
En el principio de su existencia, los partidos políticos cautivaban a sus seguidores a través de la difusión de lineamientos filosóficos y doctrinarios, difundidos por las corrientes -arriba señaladas- prevalecientes en el mundo. De ahí que para ello mantenían en sus respectivas organizaciones políticas, secretarías de pensamiento y doctrina, organización, captación, finanzas, formación de liderazgo y otras más, necesarias para alcanzar sus objetivos propuestos, cuestión que desarrollaban meticulosamente. (Concluye en la edición del próximo lunes 02/12/19)
*Doctor en Cooperación Internacional. Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional