Frontera

Sector aduanero: “¡Queremos trabajar!”

3 de febrero de 2020

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Tanto el área de almacenamiento, como el de aduana y transporte, solicitan la apertura de los puentes binacionales Simón Bolívar, Tienditas y Francisco de Paula Santander

EL DATO

Muchos locales, que eran alquilados por las agencias de aduana, ahora funcionan como posadas

DE INTERÉS

Los aduaneros están abiertos a todas las opciones, inclusive a que el puente habilitado sea el de Tienditas, en caso de llegar a haber problemas con los otros dos


Jonathan Maldonado

Las mutaciones que ha sufrido la zona de frontera se ven reflejadas con facilidad en el sector aduanero, un gremio que hoy se encuentra paralizado y a la espera de que la Providencia interceda para poder reactivar sus actividades. Para ello, como primer paso, deben abrirse los tramos binacionales, los cuales solo registran circulación de peatones.

Aunque desde el año 2014 el sector ya venía decayendo, no fue sino hasta el 19 de agosto de 2015 —fecha en la que el gobierno de Nicolás Maduro decide cerrar la frontera con Colombia— cuando sus integrantes recibieron la gran estocada. Con el tiempo, pese a que volvieron al terreno, no fue lo mismo, tuvieron que adaptarse a un horario nocturno, en el que no abandonaron la mística, el profesionalismo y la entrega.

“Lamentablemente, el título de ‘la frontera más viva de Latinoamérica’ lo perdimos en el 2015”, aseguró Nelson Urueña, presidente de la Asociación de Aduaneros del Táchira. “Para nadie es un secreto que antes del cierre entraba al país, por esta zona, el 70 % de la mercancía que provenía de Colombia”, dijo.

Y es que en esos tiempos, según Urueña, la gente prefería usar el transporte terrestre, pese a las complejidades que se presentaban por el volumen de la carga. Además, “salía más económico”, enfatizó, para dar entrada al proceso evolutivo que se permitieron en ese instante, con el objeto de garantizar respuestas aduaneras eficaces. “Nos proyectábamos en un futuro cercano con nuevas tecnologías”, acotó.

“Teníamos en puerta ir desarrollándonos cada día más y preparándonos, ya que todos eran del conocimiento de que aquí contábamos con el Iufront, que estaba educando a muchos jóvenes. Todos los que salían del instituto eran captados por las oficinas aduaneras. Es más, teníamos que recurrir a profesionales de afuera”, recordó con nostalgia.

Sin embargo, con el cierre fronterizo del año 2015, el “escenario se trastocó por completo”. Urueña puntualiza que las 3.500 personas que laboraban directamente con el gremio se fueron reduciendo, hasta llegar a 1.000. “En pocas palabras, aniquilaron las proyecciones del futuro”, aseveró quien en ese entonces contaba con 17 personas trabajando a su lado.

23 de febrero, un golpe casi mortal

El cierre de los pasos binacionales, el pasado 23 de febrero de 2019, ordenado nuevamente por el gobierno de Venezuela, fue un golpe casi mortal para los auxiliares de aduana. Desde ahí se paralizaron por completo los trabajos que venían realizando. Las alternativas para seguir operando desaparecieron y, en la actualidad, un grupo se niega a sucumbir.

“Estábamos sobreviviendo con un horario nocturno, cuya logística la condicionamos y nos pusimos a trabajar de acuerdo con la pauta que nos dictó el Estado; las almacenadoras se ajustaron a esos lapsos, al igual que el transporte, y lo hacíamos bien, nos habituamos”, relató Urueña, con el propósito de dar un bosquejo de lo que hacían antes de lo que ellos llaman el segundo cierre fronterizo.

Agente aduaneros esperan que se abra la frontera
Agente aduaneros esperan que se abra la frontera

En ese proceso, evocó, hubo un momento en el que paralizaron las exportaciones y se vieron empujados a trabajar meramente con las importaciones. “Nadie supo qué sucedió”, soltó el presidente de la Asociación de Aduaneros del Táchira, al tiempo que indicó: “el panorama hizo que el personal se fuera reduciendo aún más”.

Las tensas relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia se agudizaron el 23 de febrero, fecha que los aduaneros tachan de “macabra”, pues representó un duro momento, del que aún no han logrado reponerse, debido a que sus labores continúan estancadas.

“Hay que considerar muchas cosas: si hablamos de las almacenadoras, son unas estructuras enormes, con maquinarias enormes, costosas en mantenimiento. Tenerlas paradas significa una gran pérdida, al igual que las extensiones de terreno, que se van enmontando. El sector transporte es lo mismo, los vehículos se van deteriorando y los cauchos se dañan”, añadió.

Agencias en garajes u otros locales

La mayoría de agencias de aduana en San Antonio del Táchira no cuentan con sedes propias, situación que ha conducido a sus dueños a buscar otros espacios para mantenerlas abiertas y con la esperanza puesta en la apertura de los tramos binacionales.

Nelson Urueña subrayó que, ante la merma de ingresos, las agencias se ven maniatadas para pagar un alquiler, ya que deben cancelar en moneda colombiana y, por barato, las mensualidades oscilan entre 300.000 y 400.000 pesos, cifra imposible de cumplir en la actualidad. “Muchas se trasladaron al garaje de sus casas o acondicionaron cualquier otro espacio”, especificó.

“Aquí, en la frontera, no estamos dolarizados, como en otros estados del país, pero casi todo se paga en pesos, no en bolívares”, recordó mientras traía a colación los gastos que implican estar vigentes, pese a la paralización del sector. “Un contador, por balance, cobra entre 50.000 y 60.000 pesos”, resaltó.

“Uno saca la cuenta: lo que cobra el contador, más la tarifa mínima de la alcaldía, y otros gastos, y la pregunta es: ¿De dónde obtiene uno la plata?”, manifestó quien lleva 32 años dedicado a un área que hoy está viviendo su peor momento. “Salí de una escuela de hacienda, yo no sé hacer zapatos, pantalones, no sé trabajar en albañilería, ni nada de eso. Si usted me pregunta por aduana, me defiendo, pero me habla de corte y costura y no tengo idea”, aclaró

Solicitudes infructuosas

Durante el año 2019, 53 de los 76 auxiliares aduaneros no descansaron en su propósito primordial: pedir la reapertura de los puentes internacionales. La mayoría de las solicitudes que hicieron a diversos entes resultaron infructuosas, pues a la fecha la exigencia no ha cambiado.

Ciro Alfonso Amaya, vicepresidente de la Asociación de Aduaneros en el Táchira, indicó que el 22 de julio del año 2019 le enviaron un oficio a la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, manifestándole la inquietud del cierre de la frontera. Esa incertidumbre se ha atizado ante la nula respuesta.

“Otro oficio fue dirigido al vicealmirante Gilberto Pinto, quien en aquel entonces era el secretario de la Presidencia de la República. Él estuvo en San Antonio del Táchira y nos manifestó que iba a ser el enlace con el presidente Maduro”, comentó Amaya, quien aún se halla a la espera de dicho enlace.

A Freddy Bernal, protector del Táchira, también le pidieron colaboración para la reactivación de las actividades aduaneras. La solicitud se la enviaron el 19 de marzo del 2019; al igual que en los anteriores casos, el gremio no obtuvo respuesta.

“Hay otro oficio, del 25 de marzo de 2019, dirigido al ciudadano alcalde del municipio Bolívar, Willian Gómez. Siendo aduanero, y sabiendo la problemática, nos hubiera sido muy útil, pero lamentablemente no nos ha recibido en su despacho”, ironizó mientras revisaba minuciosamente la carpeta en donde lleva la cuenta de cada petición.

Las otras autoridades con la que el sector trató de hacer enlace son Enrique Quintana, presidente del Instituto Nacional de Transporte Terrestre (Intt) y  Elías Sánchez, consultor jurídico. “Ambos estuvieron acá, en la ciudad de San Antonio, atendiendo la problemática del transporte”, dijo.

Sin respuestas y algo desesperados, se dirigieron al constituyente Miguel Puche, esperanzados de que, por ser de la zona, actuaría en beneficio de los aduaneros. “Al igual que en los casos anteriores, el intento fue infructuoso”,  lamentó el vicepresidente de la asociación.

Herencia aduanera 

Brenda Mendoza, de 25 años, es la más joven del gremio. Cuando incursionó de lleno en una almacenadora de la ciudad, en el año 2014, lo hizo con la certeza de la pasión que siente por el oficio, pues se trata de una herencia que inició su abuelo y ha cobijado a todos los miembros de su familia.

Antonio Mendoza, su abuelo, se inició limpiando pisos en la aduana; luego, con el tiempo, “fue creciendo y llegó a ser uno de los que tenían más clientes, más contactos”, soltó henchida de orgullo por el legado que les dejó el caballero y que se ha mantenido pese a los sombríos escenarios.

“Mi papá, Franklin Mendoza, toda la vida ha sido tramitador de aduana. Ellos manejaban importaciones y exportaciones de las grandes empresas de maquillaje. Ellos eran una de las empresas que más movimientos tenían”, aseguró quien, frente a la crisis del sector, se ha visto en la necesidad de montar una venta de perros y hamburguesas como forma de rebusque.

La chica aprovechó el momento para viajar un poco al pasado, específicamente a la época de oro del sector aduanero, donde en la almacenadora en la que dio sus primeros pasos solían entrar y salir cerca de 500 carros al día. “Cuando yo ingresé, la cifra ya había disminuido bastante, se contabilizaban 40 vehículos por día”, aclaró.

Aferrada a sus convicciones, Mendoza se atreve a decir que será su sector, con las importaciones y exportaciones, el que ayude para el cambio y rescate de la economía venezolana, ya que se cuenta con lo más relevante: el talento  humano.

“Ahora todo es contrabando”

Franklin Gómez, representante del gremio, lamentó la metamorfosis que se ha dado en la frontera, donde el contrabando e informalidad han cobrado fuerza en los últimos años. “Se han perdido muchos valores”, resaltó en compañía de los integrantes del gremio.

Gómez no se explica cómo la aduana de Paraguachón funciona con normalidad, mientras la más importante, la de San Antonio, sigue cerrada. “No se trata de envidia, ni de querer dañar los trabajos de los demás, pero me parece ilógico”, sentenció.

Con 34 años de experiencia en la materia, no se ve haciendo otra cosa. “Aquí sabemos es de aduanas, no de contrabando, ese no es nuestro fuerte y, en realidad, estamos apostando a que esto cambie”, señaló.

Frente al oscuro panorama que vive el gremio, Franklin Gómez, como el resto de sus compañeros, cree en el restablecimiento de las actividades, con oportunidades para el desarrollo de todas las áreas involucradas.

“Pasan por Paraguachón alimentos para los Clap”

Ciro Alfonso Amaya, dedicado al sector transporte, ha tenido que dirigirse a Paraguachón, en el estado Zulia, para seguir activo en el traslado de mercancía. “La última vez que viajé fue el 15 de diciembre, y puedo sostener que somos pocos los que estamos por esa zona, no pasamos de ocho”, describió.

“Por Maracaibo están entrando los alimentos de las cajas Clap y algunos productos químicos”, enfatizó, para luego apuntar que en lo concerniente a la exportación, está saliendo el peróxido de hidrógeno, un producto blanqueador usado por los grandes fabricantes de crema dental.

Según dijo, en Paraguachón se trabaja de 7:00 p.m. a 11:00 p.m. “¿Qué les pedimos nosotros a las máximas autoridades en Venezuela?, que nos abran la frontera, acá en Táchira, y nos cobijen con los mismos horarios”, aclaró Amaya con la fe puesta en una solución cercana para el gremio.

“Cuando permiten el trabajo, hay inversión económica, ya que los lazos se van a unir entre los países hermanos. Aparte de eso, traemos mercancía que viene de otras naciones. Nosotros lo que queremos es que haya fuente de trabajo, ya que al haber plaza laboral, todo el mundo percibe algo y hay un sustento para llevar a la casa”, indicó al proferir una vez más la importancia de la apertura de los pasos.

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