Jonathan Maldonado
Las minas de Lobatera y de Pajaritos no han podido despegar, frente al cierre de los puentes internacionales, que mantienen a la frontera en un receso prolongado
EL DATO
Cerca de 3 mil transportistas se han visto perjudicados por la paralización del dinamismo en la frontera
Hace seis años, en la frontera, era común ver a decenas de camiones de carga pesada surcar las vías para el traslado del carbón, proveniente de Norte de Santander, Colombia. Al mes, un promedio de 120 mil toneladas se movían desde el municipio Pedro María Ureña, hasta los puertos de La Ceiba o Palmarejo.
De la flota de carga pesada, más de 2 mil unidades en ese entonces, el 70 % estaba enfocada en el traslado del carbón. En La Fría, municipio García de Hevia, se movilizaban cerca de 60 mil toneladas al mes, precisó Álvaro Paz, presidente de la Cámara Social de Transporte de Carga del estado Táchira (Casotranscat)
El dinamismo que reinaba, prosiguió Paz, permitía muchas fuentes de trabajo. “No solo funcionaba el transporte de la frontera, sino en todo el Táchira y en estados como Mérida, Trujillo, Zulia, Lara y Barinas. Era realmente una fuente de trabajo para una buena parte del país, en lo concerniente a la carga pesada”, recalcó.
Y es que de las 2 mil unidades, un grupo de 300 volteos se dedicaba al acarreo del carbón, desde los centros de acopio en el vecino país hasta la ciudad fronteriza de Ureña. “Por los lados de La Fría y Puerto Santander era común ver camiones 350 que efectuaban entre cuatro y cinco viajes al día”, rememoró.
Venezuela, cuando los pasos binacionales aún estaban abiertos para la carga internacional, era una especie de puente para la exportación de carbón térmico -usado por las termoeléctricas e industrias- hacia Latinoamérica. “El carbón es una de las principales fuentes de empleo que tiene Norte de Santander”, resaltó el presidente de Casotranscat.
De acuerdo con estimaciones hechas por el sector productivo, hay 22 mil mineros dedicados a la explotación de carbón en Norte de Santander. “Es el rubro que más genera empleo y aquí, en Venezuela, además, proporcionaba un gran volumen de trabajo”, remarcó mientras lamentaba el lóbrego escenario que persiste en la actualidad.
En lo que va de 2021, con el sello de la pandemia, el sector sigue paralizado, deprimido, pero con la esperanza de que se active tanto el paso del carbón como de los demás rubros. “Como transportistas, estamos muy dados, muy prestos a que la zona se active, pues le daría vida a un nicho que sigue a la espera”, apuntó el empresario.
“Tenemos fe en Dios y en las conversaciones que se han dado, ya que se ha ido avanzado y, a corto tiempo, se deberían abrir los pasos por los puentes internacionales”, aseveró.
“Chatarrizar” los camiones
Aunque no hay una cifra exacta de cuántos vehículos de carga pesada han sido vendidos como chatarra, son muchos los transportistas que han tomado esta decisión.
“Ellos necesitan sobrevivir”, subrayó Paz, para luego enfatizar en que el deterioro que han sufrido muchos de los camiones, por el tiempo que llevan sin movilizarse, ha sido el motivo para venderlos.
Se estima que un 30 % de la flota no regresará al trote laboral, de llegar a activarse la frontera, con apertura de los puentes, pues fueron vendidos. “A raíz del tema de la pandemia, el carbón tiene un auge y queremos participar en ese auge que hay en el precio. Es un momento en el que nos pudiéramos ayudar”, agregó.
Por Paraguachón, donde se mantiene activo el paso para el transporte de carga pesada, solo hay un 2 % de los camiones que operaban en los municipios Pedro María Ureña y Bolívar. “No es mucha la cantidad”, dijo.
Minas de Lobatera
Cuando los puentes se hallaban activos, más de 30 mil toneladas de carbón eran extraídas de las minas de Lobatera. La comunidad, casi en su totalidad, vivía de eso, ya sea como mineros o transportistas.
“Cerca de 4 mil personas se beneficiaban de la mina”, aseguró Gerluis Andrade, productor de carbón. “Los mismos habitantes manejaban la zona y nosotros lo que hacíamos era comprar el rubro y llevarlo hacia los puertos y el mercado nacional, que usaba cerca de 15 mil toneladas, distribuidas entre Maracay y Ciudad Guayana”, especificó.
Andrade recalcó que, con el cierre de los pasos fronterizos, el trabajo en la mina decayó por completo, pues el carbón de Lobatera amerita ser mezclado con uno de mayor calidad, que era el que entraba de Colombia, puntualmente del departamento de Norte de Santander.
“Prácticamente está paralizada la extracción de carbón en la jurisdicción, ya que de las 30 mil toneladas mensuales, solo se están extrayendo, en la actualidad, 500 toneladas, que se usan para el mercado interno, para los alfareros”, señaló.
Este panorama provocó que gran parte de las familias vieran hacia otros mercados, especialmente el informal, pues debían seguir cumpliendo con el sustento del hogar, y la mina venía colapsando económicamente.
“Lobatera es un pueblo minero y, por tanto, guarda la esperanza de reactivar la explotación”, subrayó el también ganadero, para luego dejar claro que para que haya una reactivación tiene que darse la apertura de los puentes internacionales.
De 12 a 15 empresas estaban dedicadas al traslado del carbón en el municipio tachirense. “En estos momentos se encuentran paralizadas, pues no hay la producción de antaño, y lo poco que se saca dista de la bonanza de hace más de seis años”, dijo.
La mayoría de mineros de Lobatera cruzó la frontera y se mudó a Colombia, donde las minas siguen generando trabajo, pese a que el paso a Venezuela se mantiene restringido.
“Estamos preparados para activarnos”
Cuando el transporte de carga pesada estaba activo en la frontera, al menos 500 unidades se movilizaban diariamente, informó el vicepresidente de la Cámara de Transporte del estado Táchira, Alfredo Rosales, quien lamentó el actual escenario.
Entretanto, por la zona norte del estado se movilizaban alrededor de 140 camiones 350, los cuales transportaban el carbón desde Puerto Santander hasta el pueblo de Orope, donde se hallaban las gandolas que transportaban el mineral hacia los puertos.
El movimiento que se generaba no solo beneficiaba y aportaba empleo en el sector transporte de carga internacional, también favorecía a dueños de restaurantes, caucheras, mecánicos, que tenían como cliente al grupo que circulaba, durante el día o la noche.
“La esperanza que tenemos es que se cumplan las promesas en torno a la reactivación de la economía fronteriza, que se abran los puentes, para así arrancar nuevamente y ver el retorno del dinamismo que tanta falta le hace al estado, y al país”, señaló.
En este sentido, Rosales aclaró que el sector se encuentra preparado para una reactivación en tiempos de pandemia. “Ha habido simulacros, tanto en San Antonio del Táchira como en Ureña”, aseveró quien instó a las autoridades a responder de forma oportuna y a corto plazo.
“Las autoridades están conscientes de las necesidades de los sectores productivos. Nosotros tenemos la disponibilidad de carga desde el otro lado. Además del carbón, tenemos otros rubros para el traslado, solo estamos esperando que nos digan la fecha y hora… hay que empezar”, recalcó el vicepresidente.
Siguen las mesas de trabajo
Las mesas de trabajo con el gobierno regional no han parado. Las reuniones buscan seguir afinando acciones ante una posible apertura comercial de la frontera. Carlos Trómpiz, encargado de la puesta en marcha de la Zona Económica Especial Fronteriza (ZEEF), ha liderado los encuentros.
Desde el manejo de los protocolos de seguridad, hasta una posible vacunación masiva para los transportistas de carga pesada que lleguen a activarse, son parte de los puntos conversados entre las autoridades y sectores productivos.
Omar Arellano, director de la Cámara Social de Transporte de Carga del estado Táchira (Casotranscat), insistió en la importancia de que el gobierno cumpla con cada uno de los acuerdos para lograr una activación a corto plazo y regrese la confianza entre los empresarios.
“El trabajo del carbón tiene una parte crítica desde el lado venezolano, por la situación del país. Hay algunas empresas que quieren reanudar el tránsito por Venezuela”, resaltó Arellano, quien es conscientes de que para llegar al auge de antaño, no será tan sencillo.
Frente a los años de paralización, indicó que la mayoría de trabajadores están inmersos en labores informales. “Algunos trabajando en trochas; otros de choferes, y también están los que se han ido del país”, apuntó.
Tanto el sector transporte, como los demás, tienen la meta fijada en la reactivación de la frontera y en la recuperación del título de “la frontera más viva de Latinoamérica”.