Reportajes y Especiales
Emigrar con mascotas, un ‘lujo’ para los venezolanos
21 de abril de 2019
Tyron es un husky siberiano que estuvo separado de sus dueños por 6 meses. Ellos emigraron desde Valencia, una ciudad del centro de Venezuela, a Medellín. Debieron dejarlo al cuidado de un familiar, pero con las semanas, la salud del perro fue desmejorando.
La pareja pidió ayuda por redes sociales a diferentes organizaciones protectoras de animales para traer su mascota a Colombia. Muchas personas tendieron su mano solidaria y, a través de la fundación cucuteña Mi Mejor Amigo, se logró el traslado de Tyron hacia Cúcuta.
La directora de la fundación, Lina Reyes, recibió a Tyron en su kennel. Tras evaluarlo, notó que la mascota traía secuelas físicas (bajo de peso) y sicológicas, derivadas de la separación. “Sufría de ansiedad, le tenía miedo a la gente y sus ojos guardaban una profunda tristeza”.
Luego de la emisión de los certificados de salud respectivos, el perro fue enviado vía aérea hasta Medellín para reencontrarse con sus dueños. El deseo de Lina es que Tyron vuelva a ser el can feliz que solía ser y “que pueda superar el trauma depresivo que le dejó la ausencia de sus amos”.
La separación de las mascotas de sus dueños debido al fenómeno migratorio venezolano, es una realidad de la que poco se habla, pero que se vive en muchos círculos familiares del vecino país.
Antes de abandonar Venezuela, muchos deciden entregar a sus mascotas a algún familiar para que las cuiden, con la esperanza de que pronto puedan cubrir su traslado y recibirlo en suelo extranjero.
Sin embargo, otros toman decisiones más radicales, como regalarlos, abandonarlos o sacrificarlos, este último como método para “evitarles sufrimientos a futuro”.
Por eso, es común ver “a perros y gatos de raza en plazas y calles con sus collares puestos (como señal de que son mascotas de casa), desnutridos y comiendo de la basura”, dijo la veterinaria Yesla Valera, que a diario recibe de 2 a 3 perros en San Cristóbal, con cuadros agudos de desnutrición y parásitos.
Lina Reyes recordó el caso de ‘Margarito’, un cachorro dálmata que fue abandonado junto con sus papás en una casa de la Isla de Margarita. Cuando fue encontrado “estaba vuelto un esqueleto”, débil y desnutrido. Los otros dos perros ya habían muerto hambre.
“Comenzamos a tratarlo y sobrevivió. Es uno de los perritos que tenemos con pensión mensual para su alimentación y vacunas, con una fundación aliada en Venezuela. Ya tiene nueve meses, está castrado y queremos traerlo a Cúcuta para que una familia amorosa lo adopte”.
En lo corrido del 2019, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), seccional Norte de Santander (ubicado en la avenida Aeropuerto), ha expedido 74 certificados de inspección sanitaria; requisito indispensable para que un animal doméstico pueda viajar de forma regular por Colombia, ya sea por tierra o vía aérea.
Este documento, que tiene un valor de 47.300 pesos, se expide luego de una inspección documental y física del animal en el ICA. Para ello el dueño debe presentar el certificado de vacunación y un certificado sanitario que emite el Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (Insai), que cumple las mismas funciones del ICA, pero en Venezuela.
Adicionalmente, la mascota (perro o gato) debe tener su propio guacal (kennel) con espacio suficiente para que gire sobre sí misma, pueda estar erguida y estirarse en su posición natural.
La mitad de las solicitudes son de venezolanos que se dirigen con sus mascotas a Chile. La otra, al interior de Colombia. Un 80% son de perros, el restante, pertenece a solicitudes de gatos.
“Durante la revisión hemos detectado que vienen con bajo peso y con problemas de sarro y caries”, mencionó el representante del ICA, resaltando que estas circunstancias “no son impedimento para aprobar el certificado”.
Del lado venezolano, realizar el procedimiento por la forma regular requiere tiempo y dinero, dicen algunos migrantes. Allá es necesario iniciar el papeleo en el Instituto Nacional de Salud Integral (INSAI), pero con los constantes cortes eléctricos, las oficinas permanecen cerradas o con servicio parcial, por falla en el sistema.
Por eso, muchos dueños se arriesgan a cruzar estas especies por trochas, debido a los trámites demorados y costosos y además, al paso restringido de personas por los puentes fronterizos de Norte de Santander.
Por ejemplo, María José Jaimes es una venezolana que vive en Cúcuta y contó que hace unas semanas pasó por trochas con su perra mestiza. Antes de eso, tuvo que pagar 10 dólares para que el chofer de un autobús en Venezuela las trasladara hacia San Antonio del Táchira.
Paola Villasmil cruzó con su perrito, un poodle llamado Spot, por Puerto Santander. Recordó que ni los guardias venezolanos ni los oficiales de Migración le exigieron los permisos o certificados de vacunación. “Corrí con mucha suerte”, reconoció.
Ante esta realidad, uno de los programas de la fundación Mi Mejor Amigo es precisamente brindar revisión veterinaria, alimentación temporal y orientación para aquellos migrantes que deben viajar con sus mascotas ya sea por bus o por avión dentro del territorio colombiano.
Reyes coincidió con el vocero del ICA que los animalitos que han atendido llegan con síntomas de desnutrición y sin las vacunas correspondientes. En Venezuela, contó, “es muy difícil atenderlos porque las pocas vacunas que se consiguen se deben comprar en dólares. Imagínese si las familias no tienen para comer, mucho menos para comprarle vacunas a su perro o a su gato”.
Precios “por las nubes”
En sectores como La Parada, carretilleros cobran hasta 100 mil pesos o 30 dólares por trasladarlos en la bodega de autobuses “piratas”, “sin ningún tipo de seguridad ni para el dueño ni para el animal”, denunció el vocero del ICA.
Por eso su llamado es a que los viajeros, al ingresar a Cúcuta, visiten la oficina del ICA para que reciban la orientación necesaria en el trámite de exportación de animales domésticos.
Pero el drama de migrar con las mascotas no solo lo viven aquellos que intentan cruzar los puntos fronterizos con sus hijos “perrunos” o “gatunos”. También lo padecen aquellos que ya se encuentran establecidos en Colombia y buscan la manera de traer a sus mascotas a través de un servicio privado de traslados.
Claudio Fernández vive en Bogotá y contactó con una empresa de traslado de mascotas que se promociona por redes sociales. Cobra 1.100 dólares por llevar a su golden retriever hembra de 23 kilos (siempre que esté ya vacunada), desde Caracas a Bogotá.
Dicen encargarse “de todo el papeleo pertinente en los aeropuertos”. Tras pedir rebaja, el monto disminuyó a 850 dólares, que en Colombia representan casi 3 salarios mínimos y en Venezuela, unos 180 salarios mínimos.
“Para mí es imposible pagarlo. Me duele, pero no me queda más que seguir extrañándola”, se lamentó Fernández.
Vía La Opinión