Para el economista español Daniel Lacalle, el grupo de países no ha llegado a un acuerdo de unificación importante y se encuentra muy lejos de una moneda común
Diego Mendoza
BRICS es el acrónimo que denomina al grupo conformado por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, que busca crear una asociación política económica a semejanza del G7.
Sólo estos cuatro países suponen actualmente el 24 % del Producto Interno Bruto mundial, canalizan el 20 % de todos los flujos comerciales, y en sus territorios se halla el 40 % de la población mundial.
Recientemente, países como Argentina, Arabia Saudita, Egipto y Etiopía son candidatos para formar parte del grupo a partir del primero de enero de 2024, lo que supondrá que los BRICS comprendan el 37 % del PIB mundial.
Si bien el grupo existe de manera formal desde marzo de 2009, en los últimos años ha ido tomando mayor relevancia al generar especulaciones acerca del peso que pueden llegar a tener en la economía global, inclinando la balanza a su favor, lo que podría hacer que varios países occidentales pierdan su influencia.
Ante tales argumentos, el economista español, Daniel Lacalle, director del banco privado Tressis, en entrevista para Diario La Nación, sugiere que este peso, tanto a nivel agregado en población como económico, “es un cálculo ficticio porque en realidad los BRICS, que son una asociación de buena voluntad, no han llegado a ningún acuerdo de unificación, ni a nivel comercial ni financiero”.
En otras palabras, sus acuerdos son entre cada país que lo compone de manera independiente, a los cuales puede llegar cualquier otro sin necesidad de pertenecer al grupo, por lo que no puede ser comparado con la Unión Europea o la Mancomunidad de las Naciones de África.
“Por ejemplo, la Unión Europea tiene unidad en cuanto a movimiento de capitales, de personas, toda una cantidad de normativas y legislaciones que son comunes a todos los países, caso que no tiene lugar en los BRICS”, comenta el economista.
Además, señala que se presenta el caso que entre algunos de estos mismos países no hay ningún tipo de actividad conjunta, como ocurre con Brasil y Sudáfrica, o que, entre algunos de ellos existen intereses contrapuestos, como sucede con China e India.
El papel de China
El gigante asiático, que posee el segundo PIB más grande del mundo después de los Estados Unidos, podría ser uno de los grandes beneficiados en esta asociación de países conocida como BRICS.
China, que en los últimos años ha experimentado una ralentización de su crecimiento económico que la aleja cada vez más de alcanzar a su principal competidor comercial (EEUU), podría considerar como fundamental a este grupo de países en vías de desarrollo para expandir su influencia.
En este sentido, para percatarse del peso que tiene el país asiático dirigido por Xi Jinping, Daniel Lacalle sostiene que este grupo podría llamarse el “C”, en lugar de BRICS, puesto que la búsqueda de financiación china podría ser al momento la idea común de estos países.
“El papel de China es absolutamente capital. Si queremos hacer un análisis serio de lo que puede ser el desarrollo de los BRICS, la única realidad es el fortalecimiento de China respecto a sus socios”, comenta.
Por lo tanto, ante este panorama, valdría la pena preguntarse ¿hasta qué punto es China una buena opción al momento de pedir prestado dinero?
Para Lacalle, «China es una nación con unas entidades financieras totalmente rigurosas que prestan con el mismo nivel de rigor y exigencia que cualquier otra del mundo. Y, de hecho, yo iría más allá, al llevar a cabo préstamos que se originan con un fuerte componente colateral en materias primas. China, como prestamista, es mucho más riguroso y estricto que el Fondo Monetario Internacional”.
Este hecho desmonta, según dice el economista, “la narrativa de muchos gobiernos populistas de Latinoamérica que venden a los ciudadanos la entelequia que China prácticamente regala dinero”.
Una moneda común y el fin del dólar
Por muchos años, gobernantes de varios grupos de países han expuesto su interés por crear una moneda común que pueda sustituir el uso de la divisa norteamericana.
Actualmente nueve de cada diez transacciones a nivel mundial se realizan en dólares, y cerca del 60 % de todas las reservas en divisas que manejan los gobiernos y sus bancos centrales están en esta moneda, según datos de Diario El Economista de España.
Así, en cada reunión de los BRICS -siendo la última en el pasado mes de agosto-, surge en los medios de comunicación la especulación de la creación de una moneda manejada por los países del grupo.
Ante esta idea, el economista Lacalle argumenta a Diario La Nación que “no se puede hacer una alternativa al dólar con sumar monedas débiles, pero mucho menos, con monedas cuyos países tienen control de capitales”.
“El dólar, el euro, el franco suizo o la libra esterlina son monedas de reservas a nivel mundial porque en sus países emisores hay seguridad jurídica, instituciones independientes del poder político, y, sobre todo, libertad de capital, y ni China ni Rusia ofrecen esto último”, advierte.
A su vez, en anteriores ocasiones Lacalle ha sostenido su opinión remitiéndose a datos de Bloomberg y The Economist, que demuestran la depreciación frente al dólar que han sufrido en los últimos años las monedas de los países que componen al BRICS.
Así, por ejemplo, “el rublo ruso se ha depreciado un 68 % frente al dólar estadounidense en la última década, a pesar de contar con un banco central relativamente prudente”, y en cuanto al yuan de China, con el cual se efectúan actualmente el 5% de las transacciones mundiales, “su depreciación frente a esta divisa en los últimos 10 años ha sido de 14 %”.
También asegura que la ilusión de crear una moneda que vaya a competir con el dólar, tropieza además con otro factor muy importante que es la propia China.
“Yo estoy convencido que el gobierno chino estará encantado que los demás países del bloque tomen más financiación en yuanes, porque no quiere perder la fortaleza y la capacidad de control que tiene sobre su moneda”.
“China puede tener la mayor intención de dar liquidez en yuanes, pero no en absorber los desequilibrios fiscales de los demás países del grupo a través de una moneda común”, añade el economista.
Por último, Lacalle considera que “el dólar puede desaparecer como moneda de reserva del mundo (algo que no veo a corto plazo), pero de suceder, la probabilidad de ser desplazado por una moneda fiduciaria, estatal, es muy baja, y lo es porque el dólar es hasta el momento la moneda que tiene mayor nivel de libertad económica y de capitales”.