Frontera

Unas 280 mil personas circulan al mes por el terminal de San Antonio

28 de agosto de 2019

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Metamorfosis de un terminal que palpa de cerca la crisis

La alcaldía del municipio Bolívar, en conjunto con la Unicef, tiene previsto la construcción, a corto plazo, de una nueva batería de baños, con 20 piezas sanitarias, duchas y espacios especiales para personas con discapacidad

 EL DATO

En un día movido pueden salir del terminal de pasajeros de San Antonio del Táchira más de 270 unidades. Lara, Carabobo, Aragua y la capital venezolana, Caracas, son las regiones con mayor flujo de usuarios.

DE INTERÉS 

A partir de las 2:00 a.m., y hasta las 10:00 a.m., suelen arribar las unidades de transporte que operan en este terminal, provenientes de diversos estados del país.


Por Jonathan Maldonado

la crisis en Venezuela le ha dado otro rostro al Terminal de Pasajeros de San Antonio del Táchira. De ser un puerto terrestre con solo seis rutas nacionales y cinco suburbanas, pasó a tener más de 30 líneas que recorren el país y, al menos, 12 que salen hacia diversos municipios del Táchira. Sus instalaciones, en la actualidad, reciben a usuarios que vienen con objetivos específicos: comprar alimentos y medicinas en Colombia, o migrar.

La migración y las multitudes que van de compras a Colombia se evidencian en su terminal. (Foto/Jonathan Maldonado)

Los más de 40.000 metros cuadrados que conforman el terminal están, a toda hora, repletos de unidades y ciudadanos que convergen en un punto cuyo ritmo ha ido incrementándose de la mano con el deterioro económico, social y político de la nación. De acuerdo con datos aportados por la alcaldía del municipio Bolívar, por la zona de embarque y desembarque pueden circular cerca de 280.000 personas al mes.

De la cifra mensual, la institución estima que 70.000 usuarios entran y salen del puerto semanalmente, mientras que 9.000 frecuentan sus instalaciones a diario. Este dinamismo, con incremento en los últimos años, se observa desde las primeras horas de la madrugada, cuando empiezan a arribar los diversos autobuses provenientes de otras regiones. En cada encava o expreso, viajan decenas de historias, en su mayoría tocadas por la crisis.

Tal es el crecimiento de visitantes, que el terminal ya se ha ganado el título del más concurrido, el que presenta mayor número de viajeros, cuyas distancias recorridas están signadas por la sobrevivencia, por las ansias de hallar lo que en sus localidades no hay, o de buscar en otros horizontes lo que no ha concretado en el suyo.

De cada mirada emerge una anécdota que vale la pena escuchar. En cada costal de comida, maleta o en cada bolsa de medicinas, reposan vivencias o experiencias que se van hilando a causa de eventos que envuelven a la mayoría: escasez, inflación, pérdida del poder adquisitivo y fallas en los servicios públicos.

María Alejandra Morillo se encontraba en la entrada del terminal de San Antonio con un grupo de maletas, esperando a un familiar que venía a recogerla.  A su lado estaba su niña menor, quien la acompaña en una travesía que decidió emprender como consecuencia de la devaluación del bolívar. “Estoy llegando de Aragua; pienso quedarme unas semanas en casa de un allegado, trabajar y ganar unos pesitos”, dijo.

Las instalaciones ahora son más “amigables” y más cómodas para las miles y miles de personas que lo visitan a diario.

Morillo, al igual que muchos, prefirió dejar su hogar y arriesgarse. “Mi hija mayor se quedó con los abuelos, mientras yo veo cómo hago”, aseguró, mientras daba detalles del oficio con el que piensa ganarse el pan diario. “Soy manicurista y arreglo cejas”, soltó.  A la pregunta de si regresaría a su estado, contestó algo dubitativa. “No sé, de repente, debo ver primero cómo me va aquí. La idea es poder llevar o mandar algo a los míos”, concluyó.

 


Mejoras en las instalaciones

 El alcalde del municipio Bolívar, Willian Gómez, señaló que la actual movilidad que registra el terminal llevó a su equipo de trabajo a implementar estrategias para las mejoras de las instalaciones. En primer lugar, “el índice delincuencial en los alrededores y dentro, es cero”, aseguró en entrevista concedida en su despacho.

Igualmente, hizo mención de la nueva fachada del terminal, la cual cuenta con áreas verdes, cuyo mantenimiento es constante, y en el centro posee un gran letrero, pintado en blanco y rojo, que reza: “Yo amo a San Antonio”.

Alcalde  William Gómez

Otra de las inauguraciones que ha realizado su despacho es la minicapilla de la Virgen del Carmen, que tuvo lugar el pasado 16 de julio, cuando se celebra su advocación. “También contamos con luminarias led, que reemplazaron las tradicionales y garantizan mejor iluminación”, agregó.

La máxima autoridad local destacó que en los próximos días “estaremos instalando luminarias con panel solar. Si falla la luz, van a tener una vida de 12 horas”.

Proyectos a corto plazo

“En los próximos días vamos a iniciar los trabajos de la mano del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que nos va a apoyar para la construcción de una batería nueva de baños, con 20 metros de ancho por 15 de fondo, donde van a haber 20 nuevas piezas sanitarias, al igual que duchas y espacios especiales para las personas con discapacidad”, detalló Willian Gómez.

De igual manera, dijo, se va a desarrollar un centro de atención integral con el espaldarazo del  Consejo de Protección del Niño, Niña y Adolescente, “donde habrá enfermería, sala de amamantar para las madres que transitan con infantes. También se va a dar asesoría para el permiso de los viajeros con menores de edad”.

Gómez indicó que está solicitando ante el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería(Saime), por medio de la policía migratoria,  la instalación de un punto de control de sellado de entrada y salida del país, para que las personas, cuando lleguen al puente, no tengan que hacer su cola allí. “La idea es que cuando salgan del terminal de pasajeros, vayan con su sello, lo que evitaría esas aglomeraciones que se hacen en el paso fronterizo”.


Hablan los usuarios

 Reinaldo Soneti, de 26 años y estilista, llegó al terminal de San Antonio a las 6:00 a.m. para comprar su pasaje, rumbo a Punto Fijo.  “Tengo dos años viviendo en el exterior, la mayoría de ese tiempo lo he vivido en Bogotá”,  contó. “Vengo a ver a mi familia, mi madre, mi abuela y a mi mejor amigo”.

Reinaldo Soneti

Al cruzar el puente, sintió que se tropezó con aquella realidad de la que huyó cuando migró y, al llegar al puerto terrestre, la palpó cuando fue a cargar el celular. “En ese instante se fue la luz”, describió con un dejo de tristeza. “Mi país es mi país y siempre lo voy a amar, aunque me invade la nostalgia porque las cosas siguen igual”, destacó, quien luego de pasar sus vacaciones en su hogar, tiene previsto migrar de nuevo, pero hacia Brasil.

Por su parte, Yuly Castillo, de 45 años, quien esperaba a que el reloj marcara las 4:00 p.m. para salir a Carora, estado Lara, lamentó que en el terminal muchos productos se vendan en pesos, y más caros que en Colombia. “Es frustrante porque, aunque también reciben bolívares, el valor es muy elevado”.

Yuli Castillo

Castillo estuvo tres meses en Santa Marta, donde laboró en un restaurante, y cuatro en Bogotá, donde emplantillaba zapatos. “Fue fuerte, ya que el costo de vida es muy elevado”, precisó. “Me devuelvo a mi tierra definitivamente. Me hacen mucha falta mis hijos, toda mi familia”.

Jaquilene Aguilar, de 49 años, se vio obligada a viajar a San Antonio del Táchira, para llevar a su suegra a Bucaramanga, Colombia, ante la escasez de medicamentos y atención para personas con Parkinson.  “Ahora me regreso a mi tierra; llevo algo de comida”, dijo.

Del terminal, Aguilar indicó que debería tener un lugar donde guardar las maletas, pues el tiempo que “uno espera para que salga el autobús es largo. Entonces, uno se ve en la necesidad de andar para arriba y para abajo con ella”.

María González

María González y su esposo llevaban horas sin poder comprar su pasaje. La mayoría de empresas exigen un monto en efectivo, que no poseían. “El dinero está en las tarjetas, pero pese a que hablamos con algunas autoridades, no pudieron hacer nada. Al parecer, mandan más los vendedores”, lamentó.

Gonzáles dijo sentirse desesperada ya que necesitaba viajar con urgencia a Caracas. “Estoy insistiendo a ver si me permiten pagar con débito. No quiero pasar la noche en el terminal”,  enfatizó.


6.000 trabajadores indirectos

Además de los usuarios, el terminal lo frecuentan grupos de trabajadores, formales e informales. 16 son los empleados de la alcaldía que laboran allí, mientras otras 6.000 personas lo hacen indirectamente. Hay carretilleros, mototaxistas, taxistas, vendedores de comida rápida, de desayunos, de almuerzos y de café. También están los conductores y quienes actúan como colaboradores para atraer a los usuarios a las diversas agencias que emiten pasajes.

Luis Escalona, de 42 años, lleva un año en la frontera. Desde que dejó su estado, Yaracuy, decidió trabajar como carretillero. “Nosotros ayudamos a la gente a movilizar sus bultos o maletas hacia las unidades que están en el terminal”, señaló, para luego dejar claro que si algún cliente desea que se le traslade su equipaje al puente o trocha en la carretilla, también se le hace.

Cuando las distancias son cortas, explicó Escalona, cobran 2.000 o 3.000 pesos, pero hay casos en los que se puede llegar a cobrar 40.000 pesos. “De mi grupo, son 30 los carretilleros que laboramos dentro del terminal. En los últimos días ha bajado un poco el flujo de usuarios, afectando nuestro trabajo.  Yo debo pagar alquiler y por eso, en los tiempos libres, me dedico a otras cosas”, detalló.

Zulay Suescum es una de las fundadoras del terminal. Lleva 30 años como testigo directo de la metamorfosis del mismo. “Trabajo con una de las empresas privadas que venden pasajes aquí”, aseguró. Aunque para la dama el movimiento de ahora no tiene comparación, rememoró que antes del cierre de los puentes, en 2015, las instalaciones también “tenían mucha vida”.

“Llego a las 6:00 a.m. al terminal y a veces me voy a las 7:00 p.m. o 10:00 p.m., todo depende del trabajo que haya. Hay días en que salen hasta 7 autobuses de la empresa. Los días con mayor movimiento son los viernes y sábado”, destacó Suescum, quien aspira a estar más años en estas instalaciones, colocando su granito de arena.

De los vendedores de comida, Albeiro Estupiñán, de 29 años, se dedica a ofrecer arepas rellenas. Con la ayuda de su esposa y madre, a las 6:00 a.m. ya está en su puesto, con 100 arepas a 2.000 pesos cada una o 10.000 bolívares. “Laboro con cinco tipos de rellenos: carne mechada, pollo, salchicha, jamón y queso y pernil. Todas se venden. A la 1:00 p.m. ya estoy desocupado”, dijo el joven, padre de tres niños y habitante del barrio Pinto Salinas.

Entretanto, Abraham Rondón, de 28 años, funge como conductor de la línea 23 de Enero, Caracas. “A la semana hago aproximadamente dos viajes, con 31 pasajeros y su equipaje”, aseveró quien solía hacer rutas cortas en Valencia, donde vive con su familia; “pero a raíz de la situación, y frente a la alta demanda de pasajeros hacia la frontera, me arriesgué a esto”.

De su labor, lo que lamenta es enfrentare a las pésimas vías de comunicación. “Deberían arreglarlas, porque los carros sufren. En cuanto a la inseguridad, aquí en el terminal no se ve, es muy tranquilo; el peligro está en otros, como el de Valencia”, añadió.


“No existíamos ante el INTT”

Héctor Hugo Hernández, coordinador del terminal de pasajeros de San Antonio del Táchira,  aseguró que aunque las instalaciones datan de hace 30 años, no “existíamos en el país, pues no se contaba con la licencia que da el Instituto Nacional de Tránsito Terrestre (Intt)”.

Puntualizó que el certificado se recibió en el mes de mayo y «representa un gran logro, ya que no solo aparece en la data oficial, sino también a nivel internacional”. Recordó además que la renovación del mismo debe hacerse cada año.

Por otra parte, el coordinador de Vialidad del municipio Bolívar, Anderson Rivera, hizo hincapié en que el terminal cuenta con las denominadas rutas alimentadoras, las cuales les facilitan a los usuarios ir desde el puerto terrestre hasta la redoma del cementerio, punto cercano al puente, y viceversa.  Para ello, dijo, se cuenta con más de 15 unidades que trabajan todo el día.

“Acá trabajamos para cumplir con los pasajeros, que logren embarcarse en las rutas buscadas”, aseveró. Dijo que anteriormente la gente que entraba a la jurisdicción se bajaba de la unidad en cualquier esquina; “eso cambió, se acabó la anarquía, ahora deben llegar al terminal”.

“Se logró ordenar a las busetas, los taxistas y mototaxistas. Ahora se trabaja con más armonía. También estamos pendientes del bulevar de comida, que cumplan con las reglas”, dijo a modo de colofón.

 

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