Néstor Melani-Orozco
Quizás del “Soroche» volví al Templo Mayor de las culturas, el Colegio Seminario del Sagrado Corazón de Jesús de nuestra adorada ciudad de La Grita. Y revisando los inmensos manifiestos volví a leer…»Para el encuentro de los Cronistas de Venezuela en la Ciudad de Barinas»… El Hombre de Vitruvio fue dibujado en 1490 por Leonardo y se puede entender en los textos del antiguo arquitecto romano Vitruvio, quien en el siglo primero antes de Cristo afirmó que si una figura humana puede entrar en un círculo y a la vez en un cuadrado, en este caso se estaría hablando de una proporción ideal, como del esferal, al cubo dimensionando los espacios a la geometría. Hecho que despertó en aquel colegio Seminario con las fuerzas de un mundo para invocar las ilustraciones. Fue desde el libro el demostrar las escrituras de los planos en la pureza de las escuelas italianas de 1885. Con su claustro y los corredores de clases, más el reformatorio de los maestros, la capilla al Corazón de Jesús y el patio de caballos. Y en el despacho de Monseñor un cristo realizado por el arquitecto y la biblioteca latina con los volúmenes de las letras y los mensajes de la filosofía. Lo describieron los alumnos más allá del salón de la música y los experimentos de las ciencias. El colegio Seminario poseía una rica colección de piedras, fósiles y minerales, mientras el patio de formación fue testimonio de los discursos, como de los ejercicios donde se presenciaba un imaginario dibujo de aquel «Hombre de Vitruvio», descripción encontrada en los cuadernos del Prof. Fidel Orozco. Quien fue discípulo junto a Constantino Guerrero, Antolín Parra, Ángel María Duque y más de valores Vicente Dávila. Mientras la campana anunciaba las clases y desde cada tarde los himnos se convertían en melodías en los jardines de la plaza Páez el mismo lugar muy viejo del convento franciscano de Santa Clara frente a la iglesia de los Ángeles en 1580. Así La Grita, ciudad del Espíritu Santo recibió los testimonios del colegio de Jáuregui, con la magnífica edificación toscana que san Juan Bosco le había regalado en unos planos al ilustre levita en Turín frente al testimonio del Reverendo Murialdo. Y Ramón Pino Farias desarrolló con el esmero mayor junto al maestro alarife Don Manuel Orozco. Los tiempos cruzaron las edades, habló el siglo y las semillas de la teoría matemática y geométrica del círculo al cuadrado se perdió junto a sus interesantes archivos, en la obra andina de la educación venezolana de 1884 a 1918. Un día vinieron los que nunca les dolió el clamor de los libros y violaron la pureza del Colegio Seminario, sin saber de su Ateneo Luisiano, ni las ceremonias de su universo. Demolieron la capilla y dejaron borrar los libros. Al corazón de Jesús italiano lo entregaron a la capilla de la aldea de Sabana Grande, sin entender la devoción del prelado por el divino maestro, hasta el asta donde Cipriano Castro izó el pabellón de la guerra en su paso por la ciudad con la Revolución liberal restauradora, la tumbaron y como un lamento el tesoro geológico desapareció. Entonces el lugar de las verdades se quedó en silencio. Cuando es deber encontrar la vieja imprenta del «Misionero» que en partes fue vendiendo el hijo del anticuario y los breviarios romanos, las leyes de la Teosofia y el escapulario con el emblema del Papa Pio XII que dejó en custodia en 1945 el francés Jean Baptista Cabaret. Al finalizar la Segunda Guerra mundial Cabaret fue el rector del Seminario Eudista francés, perdiéndose la interesante alegoría de la santidad de Roma. Ahora para comenzar a no olvidar los tesoros de la ciudad que fue el testimonio patrimonial del Táchira, junto a la veneración de los recuerdos. En un aniversario de la vida pura y santa de Jesús Manuel Jáuregui con su siglo en el despertar humanista de la Academia de la historia en su memoria. Y de allí volver a La Grita «Circasia de los Andes» para defenderla, entre sus jóvenes, sus viejos, sus poetas, sus maestros, los músicos y el pueblo en cada reclamo a las ignorancias dejando morir su arquitectura en una comarca como si nunca hubiese existido… Entre el amor a las rosas de una noche misteriosa y la luna en cada oración del alma. La imagen del Corazón de Jesús se la llevó de la capilla en carretera trasandina un periodista venido de Caracas, nadie se enteró, y de mucho más un día quisieron bajar el monumento del bronce florentino del sabio patriarca, mientras de amor el clamor se volvió silencios… Por un mar de hechos, viendo agonizar los testigos del tiempo es cuando nosotros los cronistas debemos hacer una cruzada para defenderlos. Y hacer entender al mundo los significados de la mayor obra de un hombre que en su destierro obtuvo la posesión del Papa en el cargo de un cardenal, ser director del Archivo y de la biblioteca del Vaticano. Porque la huella en la Paloma de plata hará de amor la existencia…
Cronista de La Grita. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte.