Opinión

Repelencias

29 de julio de 2023

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Carlos Orozco Carrero

Una hermosa velada musical disfrutamos en días pasados en los espacios de Bordes, galería café, en la celebración del trigésimo aniversario del grupo Rondamor, organización que interpreta canciones latinoamericanas dedicadas al amor y a la tierra que nos vio nacer por estos senderos hermosos. Luis Hernández Contreras dibujó una semblanza de la obra cultivada por este grupo tan especial y se escucharon muchas canciones aderezadas con un toque del humor propio de Carreto. Estos elementos sirvieron para elevar la celebración a niveles extras de satisfacción total para los que acompañaron el evento. Tendremos que repetir para los que han solicitado otra oportunidad de asistir a disfrutar de una noche de tertulia musical tan bonita.

Rafael Devers, extraordinario pelotero dominicano y tercera base de los Red Sox, ha conversado con el público a través de un micrófono inalámbrico que le pusieron para que comentara algunos pormenores desde el mismo campo de juego en las Grandes Ligas. Al hacerle saber sobre la posibilidad de un contrato por 300 millones de dólares, el pelotero dijo que él estaba gastando “en cositas” por estos primeros años de su vida profesional. Después pienso ahorrar, aseveró. Mientras, los maestros venezolanos esperando la firma del contrato colectivo. Buej…

Dentro de lo que a uno escucha o le cuentan en alguna esquina, me encuentro con un episodio que habla de la aventura que vivió Pitágoras Salas Molina, un señor de Pregonero, al momento de buscar trabajo en una población cercana al Guadalquivir. Parece que fue en Huelva, donde construían una edificación enorme y ahí mismo llegó nuestro paisano en procura de mejor trabajo, mejor salario y mejor vivir. –Quién sabe, masculla el gordo Cosme, al escuchar otra aventura chácara.  Lo primero que sorprendió al emigrante fue encontrarse con una enorme cola de aspirantes al carguito que ofrecían los peninsulares. Quedó casi de último en la fila, pero no se desanimó. Observaba que todos llevaban una carpeta con su experiencia, títulos y aspiraciones a la entrevista con un ingeniero que mostraba cara de pocos amigos. –Qué estarán exigiendo aquí para darle trabajo a uno, se preguntaba el caballero de Uribante. Claro, entraba a la oficina un aspirante y casi de inmediato salía puerta afuera. Poco a poco se fue quedando la fila sin gente. Solamente la persistencia del venezolano hacía que se quedara tanto tiempo esperando su turno. Al caer la tarde, no aguantó más e intentó retirarse del lugar de espera. Quedó él solo y al ver que los más capacitados eran echados de allí, se hizo el toche y se fue. Unos gritos lo atajaron y volteó a ver quién llamaba. Era el jefe de enganche, quien le hacía señas para que regresara a la entrevista.  -¿Usted está en busca de trabajo aquí? –Sí, pero como los más capacitados salieron sin nada, yo no voy a entrar a la entrevista. –Y, ¿qué sabe hacer usted? – Yo lo único que sé es hacer caso, respondió el humilde paisano. –¿Usted sabe hacer caso, amigo? Por Dios Santo de mi madre que le hago caso para lo que me ordene. –Bienvenido, caballero, El cargo es suyo. Pitágoras vino a visitar a su familia y trajo algunos regalitos con muchas anécdotas del trabajo que tiene en la empresa constructora que lo empleó hace tiempo ya. Un día de estos se monta un reguerete de gente de Pregonero para trabajar en el viejo continente. Así hicieron en el llano venezolano y ya vemos la tierra plana en su desarrollo desde esos tiempos, señores.

Hermosa cosecha de curas en esta temporada. Los vemos por todas partes. Unas gigantes, posiblemente producidas por la ciencia que les hacen injertos, llenas de pulpa líquida y casi sin sabor. Me encantan las criollitas que tienen el sabor que existente en nuestra memoria ancestral para recordar las mesas sabrosas de nuestra niñez. Lo bueno es que los gurapos se cultivan casi sin esfuerzo alguno. En el solar que tenemos han germinado algunos curos solamente con lanzarlos desde un sitio alto para que se incrusten un tris en los humedales de la quebrada que pasa cerquita. Ya nadie marca medias ni interiores para guardar las semillas al sereno, cariños.

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