Regional
“Agradecí a Dios y a mi madrecita al superar esta grave enfermedad”
29 de agosto de 2020
Trabaja en la Unidad Hematológica Especializada en la mañana y en la clínica Cancerológica del Norte de Santander, donde poco a poco se ha ganado la confianza de los pacientes colombianos. Hoy vive el dolor de perder a su madre por covid-19. Sintió temor por su vida, al ser diagnosticado con covid-19, sin embargo lo superó, prueba que lo motivó a estudiar todos los días este virus
Por Nancy Porras
No pensó que durante la pandemia, estando fuera del país, perdiera a su madre al estar contagiada por covid-19 , que su padre y hermana también padecieran esta enfermedad y que más tarde su vida corriera peligro al recibir el temido diagnóstico: positivo a covid.
El doctor Juan Carlos Serrano Castro, médico venezolano y norteamericano de nacimiento, preocupado por la crisis económica desde hace unos cinco años comenzó a pensar en un mejor futuro para su familia y la única opción viable era dejar a su país, a pesar de entender que los mejores años de su vida los pasó en Venezuela, Maracaibo donde se sintió muy identificado con su idiosincracia.
Cursó la carrera de médico en la Ucla y los post grados de medicina interna y hematología-oncología en la UCV, además hizo un fellow en farmacología clínica.
Se casó con la doctora Krisell Contreras, médico infectólogo y decidió venirse a vivir a San Cristóbal.
Tiene tres hijos, uno estudia medicina en Bogotá. Se dedicó a trabajar en el hospital del Seguro Social “Patrocinio Peñuela Ruiz”, desde el año 2000 hasta el 2017.
Siempre vivió en los hospitales ayudando a la gente. Fue presidente del capítulo de hemofilia, trabajó en muchos protocolos de investigación, representó a Venezuela con varias sociedades.
También hacía trámites, para irse a Brasil y a Colombia en el año 2016 convalidó todos los títulos.
Lastimosamente en Colombia la xenofobia a los venezolanos en ese momento era importante, es por ello que debió meterse como norteamericano y logró ser aprobado.
Al fin los colombianos le dieron luz verde y se fue al vecino país, “lo más lejos que pudo llegar a vivir fue Cúcuta, porque está cerca, pegada a la frontera, se encuentra en el patio de atrás como se dice, se sintió cómodo.
Cambios nunca esperados
Con la llegada de la pandemia todo cambió. Llegó de golpe. Nadie lo vio venir. Recuerda bien, cuando vio los primeros pasos y la evolución del covid-19, mientras la gente se reía cuando se hablaba de hacer cuarentena .
—Mi familia y yo vivimos viajando entre Cúcuta y San Cristóbal de manera semanal y después cada 15 días y luego este tiempo se extendió —sostuvo.
En Colombia con la pandemia, las cosas no se hacen tan pesadas, porque como médico puede movilizarse a otros sitios.
Pero ver en el día a día, todo cerrado, aislado, y sin cine, sin deporte es asfixiante y depresivo las cosas se hacen pesadas, parece .
Al comienzo fue un poco escéptico en cuanto a la situación real que estaba aconteciendo con la pandemia, decía ¿cuándo va pasar esto? se trata de una gripe que en algunos casos se complica, que la mortalidad es el 3%- 5% y ¿cómo se va parar el mundo?
Hechos que marcaron su vida
En junio de este año en plena cuarentena lo llaman para decirle que su mamá estaba decaída con fiebre, no quería comer. Empezó a correr para para buscarle atención, que la llevaran a una emergencia, nadie la quería recibir, su papá no quería sacarla por miedo al contagio de covid.
—Mi mamita se murió el viernes. Al día siguiente no me dio tiempo de hacer nada, yo desde la madrugada veía que se ponía peor, mientras hacía maletas y hacía los trámites para pasar la frontera, no había ido a Maracaibo desde que empezó la pandemia en Venezuela—acotó.
—Viví lo más triste de mi vida, cuando me llamaron el viernes para decirme que mamá estaba muerta, no sabían de que era pero yo me imaginaba, fue muy duro—agregó.
Soportó miles de paradas, un viaje de 6 horas se convirtió en uno de 14 horas. “Vivir la pandemia en un familiar, es muy duro”.
Más angustia
Consiguió a su papá con fiebre y a su hermana muriéndose. Pensando en lo que podía estar pasando se llevó de Cúcuta una cantidad de medicamentos y otros insumos para atenderlos y aplicó el tratamiento, sin embargo, tuvo que hospitalizar a su hermana, porque hizo fallas respiratorias, casi ingresa a UCI, duró cerca un mes hospitalizada.
Contó el doctor que le pidieron 14 mil dólares para recibirla en un centro privado. La llevó a un hospital público y no había como atenderla. Debió pedir dinero prestado. “Papá fue el que salió mejor de todos”.
Pero la historia no termina allí, el doctor Serrano, se infectó estando en Maracaibo, atendiendo a su papá y a su familia. Empezó a sentirse decaído y decidió regresarse a Colombia, pensó “si me voy a enfermar mejor que sea en Cúcuta, porque allí tengo seguro”.
Un médico con el virus
Estuvo con neumonía de covid-19 entonces ya no era un médico extranjero sino un médico viviendo el virus, la enfermedad , recordó.
—Me vi muy mal, me dio mucho miedo, de verdad. Me ahogaba, verme como no respiraba bien me angustiaba. Estaba solo en un cuarto. Mi esposa venía a ratos— apuntó el doctor Serrano.

Amigos y colegas lo veían de lejos mientras él se encomendaba a Dios y a su mamá. “Es muy duro y pesado, fueron días muy grises”.
Tuvo mucha fuerza de voluntad. Da gracias y a todos los que lo ayudaron. Su condición física lo ayudó, finalmente a los tres días se paró de la cama.
—Al sacarme de la casa me desmayé, caí en el piso ahogado. El primer día no conocía a la gente. Tenía el oxígeno bajo, recuerdo esos momentos ahogándome—comentó.
— Finalmente me recuperé, me levanté de la cama, di gracias a Dios y a mi madre. Hoy lucho por la vida, me hago seguimiento y desde ese momento tomé en serio todo. Ahora estudio obsesivamente este virus—aseveró.
Se sigue batallando buscando una salida a esto, ver como se puede llevar una vida dentro del covid porque esto no es una pandemia sino una endemia que significa que el virus va vivir entre nosotros por mucho tiempo, no se va a ir ni hoy, ni mañana, ni dentro de un año.
Atento con sus pacientes
— Yo era de los que decía en el hospital, a mí lo que sea, pero a los pacientes no los pongan a sufrir, hay que resolverles, ayudarlos lo máximo— puntualizó.
Se deprimía mucho al no poder ayudar a los enfermos, como profesional ya no podía prestar un servicio como médico adecuado y económicamente estaba entrando en quiebra por las situaciones de vida en el país.
Miró al futuro y pensó en que podía hacer su vida en Estados Unidos por ser ciudadano norteamericano, no obstante, por el hecho de tener títulos médicos obtenidos en Venezuela se limitaba y lo obligada a hacer unas reválidas de títulos, sin embargo, debía cursar de nuevo los post grados y ese fue un factor limitante.
Bajo ese contexto no se vio cómodo, pensando en volver hacer post grados, “ya después de viejo, uno empieza a pensar muchas cosas”.
Era presidente de la Sociedad de Hematología en ejercicio cuando tomó la decisión de marcharse, impulsado por la impotencia que sentía al ver que no tenía con qué tratar a los pacientes, cómo manejarlos y de repente se le morían, entró en discusiones con directivos del Gobierno y prácticamente recibió ciertas amenazas, entonces con el dolor de su alma y muchas lágrimas dejó a Venezuela.
Opción de Brasil
En los congresos aprovechaba para hacer los papeles de reválidas, en Brasil, no hay que cursar el post grado pero sí hacen exámenes, dado su currículo y palmarés le dieron oportunidades y presentó todos los exámenes y los aprobó a pesar de ser muy difíciles.
Sin embargo, su esposa no se veía en la idea de irse tan lejos de su familia y “yo soy de esos venezolanos recauchados que dice que quien ama tanto a su tierra no quiere irse tan lejos.”
También hacía trámites, para irse a Brasil y a Colombia en el año 2016 convalidó todos los títulos.
Lastimosamente en Colombia la xenofobia a los venezolanos en ese momento era importante, es por ello que debió meterse como norteamericano y logró ser aprobado.
Al fin los colombianos le dieron luz verde y se fue al vecino país, “lo más lejos que pudo llegar a vivir fue Cúcuta, porque está cerca, pegada a la frontera, se encuentra en el patio de atrás como se dice, se sintió cómodo.
Empezar de cero
La esperanza del extranjero es llegar, empezar de cero, asumiendo que nadie lo conoce, lo ven extraño hablando un lenguaje que no es el colombiano propiamente.
Orgulloso de la medicina venezolana
—Una cosa que veo con mucha felicidad y orgullo es que los venezolanos somos muy atentos, preparados, bien formados, en ese sentido marcamos pauta, diferencia, muy dedicados a los pacientes—acotó.
No negó que al comienzo fue difícil, enfrentó pacientes que en consulta le preguntaban que si era venezolano y al afirmarlo se paraban y se iban , uno de ellos le dijo que no se iba a ver , por aquello de que los médicos venezolanos no eran de un buen nivel académico.
—Hay molestia, sensación de rabia, de tragarte las palabras para intentar ganarse la gente por las buenas— subrayó
Hasta cierto punto se le facilitó el camino por la trayectoria que tenían en Venezuela y otros países, y saber que tengo tantos pacientes que se vinieron a seguirlo porque eran colombo-venezolanos.
No obstante en Colombia poco a poco se ha ganado el respeto y el cariño de los pacientes, su vida de emigrante se ha ido aliviando.
—Después esa tristeza de dejar su país, se convierte en una esperanza de empezar a crecer de nuevo pero por supuesto, nunca se deja extrañar tu tierra, de sentir el terruño—exclamó.
Si duda que los venezolanos “somos diferentes, en todo sentido, más amenos, cariñosos, cercanos”.