Regional

“El que hace la ley hace la trampa” aplica para las interminables colas

29 de mayo de 2019

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Este martes fue otro día de caos vehicular en San Cristóbal, pese a que los conductores han tomado parte activa en hacer cumplir el turno justo, y presionar para que las colas se agilicen lo más posible.

Aun así dos días por lo menos demora un conductor para abastecer su tanque; no obstante, muchos apenas lo habían logrado luego de una semana de intentos.

A la entrada de las estaciones de servicio, las aglomeraciones se enfrascaban en acalorados debates ya sea con la autoridad allí presente, o con entre los propios conductores que no estaban dispuestos a soportar una irregularidad más, en los cuales también participaban representantes de los establecimientos.

Las discusiones a las puertas de las estaciones de servicio entre conductores o la autoridad está al orden del día. (Foto/Tulia Buriticá)

Se decía que el martes habían llegado 10 gandolas, sin una versión oficial que lo confirmara. Lo cierto es que bajo contraloría social las estaciones de servicio que habían contando con la suerte de recibir combustible, trabajaban con la relativa normalidad en medio de una situación crítica de desabastecimiento como por la que transita la región occidental del país.

A cada irregularidad, le correspondería una categoría especial llámese “los coleados de siempre” “los cómodos”, “los enchufados”, “los encumbrados”, los “vende-cupos”, la lucha entre listas (y listos), los de “cupo sesgado” y los de “cupo extra”, la “operación carrusel”, “los alteradores del orden público”.

Para ser organizador de colas no existe un curso y menos para una situación tan inédita como ésta que viene viviendo nuestro estado. Y sin embargo, unos han aprendido muy rápido, desafortunadamente no todos para bien…

Si bien en un principio parecía que el problema más serio lo confrontaban los vehículos de gasolina, ya el martes se veía mayor número de vehículos a gasoil aguardando por combustible.

Irregularidades

En una estación de servicio una señora, que prefirió no identificarse, señaló una de los surtidores que señalaba 59 litros, y a reglón seguido señaló “los funcionarios echan lo que les da la gana, eso es todo”. En otra ubicada por Santa Cecilia, el día sábado la situación ocurría al revés, una señora que soporto tres días cola, estallaba de la rabia cuando supo que a su vehículo solo le cabía 20 litros, tal vez por una “falla en su tanque de gasolina”, como intentó explicarle el bombero. Pero lo sospechoso del caso, es que eso no solo le ocurrió a ella sino a otros conductores.

En colas que superan los mil automóviles resulta imposible que un solo contralor social asuma su lista, amén de que casi siempre éste lograda adquirir el combustible se tendría que ir del lugar. La solución ha sido segmentar la cola y repartir responsabilidades, una solución viable pero igualmente una fuente de nuevos problemas, pues se iniciaba así una lucha de listas, que debían ser depuradas, reducidas, etc pues sucedía que quien aparecía en una lista con su número asignado y placa, no se veía por ninguna parte. Desavenencias podían ser solucionadas civilizadamente mediante cierta conformidad de las partes; o por el contrario, complicada cuando una de ellas se obstinaba en afirmar “esta es mi lista”.

“Aquí lo que hay es que estar pendientes de que los carros de verdad que aparecen en la lista, y que estamos hace días haciendo cola aquí y están marcados podamos surtir gasolina aquí” afirmó con la lista en mano una de las contraloras. Agregó que “si se han ido, aun cuando los hayan marcado y los hayan metido en la lista final desafortunadamente no pueden volver a la cola”.

Entre las colas, se ha llegado a una concesión implícita de que es posible abandonar la cola para resolver necesidades personales urgentes, teniendo especial consideración con enfermos y personas de la tercera edad. Aún así por esto se ha prestado para abusos; porque no faltan los que se van simplemente para marcar puesto en otras colas. A esto pueden recurrir los gasolineros que a pesar de los obstáculos, no se han decidido en abandonar un negocio que con todo y obstáculos resulta rentable –dos días de espera equivalen a más de un salario de un trabajador promedio-, pero también caen en esta irregularidad algunos conductores alarmados por anuncios de que no vendrá más gasolina por mucho tiempo, o sencillamente no quieren pasar toda su vida haciendo cola.

Los ánimos se enardecen sobre todo cuando se anuncia que solo ese día se atenderán entre 400 y 500 vehículos. De inmediato se insiste en el reconteo, y en impedir a toda costa que los coleados hagan de las suyas, especialmente los que alegan tener derecho de serlo por su posición militar o política. En este sentido, no faltan quienes por razones de salud han pedido consideración; pero como denunció un taxista que mostró una muleta y un informe médico, y se ha aguantado en cola por 4 días, a “esos son los que menos les paran”. Este mismo taxista agregó que dentro del vehículo cargaba “un poco de viandas donde llevar la comida” y varias mudas de ropa, porque prácticamente se ha quedado a vivir en el carro.

Por supuesto, las quejas por maltratos de palabras de los funcionarios de seguridad apostados de las estaciones de servicios, siguen a la orden del día: “Mire ese policía apodado “El Maracucho” hizo hasta llorar a esa mujer”, afirmó el testigo de la confrontación de una conductora y un efectivo policial que acaba de ocurrir hace poco en la estación de servicio cercana al Terminal.

Sin pico y placa, y sin un sistema informatizado de control, la operación carrusel ha sido muy común. Esta consiste en una vez echada gasolina, se vuelve hacia el final de la cola. Esto sucede especialmente en las estaciones de servicios habilitadas para cierto tipo de unidades o de funcionarios públicos. A estos se les ha intentado combatir, porque deben “darle chance a los demás” especialmente a los que ni se han atrevido sacar sus vehículos de los estacionamientos por no soportar tales colas o no solo disponen a duras penas  del tiempo para su trabajo y su familia

Pero el gasolinero no es el único que saca provecho de las colas, ya sea para el mercado local o el extranjero. De una manera honesta lo hace el vendedor ambulante ofreciendo café, aromática, cigarrillos o algún tipo de alimento; pero están los que venden su cupo, apartan varios, o movilizan varios vehículos.

Freddy Omar Durán

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