Regional

Noche de angustia en Lobatera

14 de octubre de 2020

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La noche del domingo, los habitantes de la población de Lobatera, en el centro del estado Táchira, se enfrentaron a una situación de zozobra, cuando una gandola de PDVSA impactó contra una casa y posteriormente se incendió. La calma volvió cuando se pudo controlar el fuego y, pese a que estaba vacía, no explotó el cilindro de carga.

José Jesús Soto y Gelsamary Urribarri de Soto, propietarios de la casa afectada, han estado casados por 13 años, tienen un hijo de 12, y durante los últimos seis años han estado, poco a poco, construyendo su casa, con esfuerzo y sacrificio. Aún no está habitada, por lo que al momento del impacto de la gandola se encontraba vacía.

José Jesús Soto y Gelsamary Urribarri de Soto, propietarios de la casa afectada. (Juan José Contreras)

La noche del domingo, el matrimonio Soto se encontraba en la residencia de la mamá de Gelsamary, en la urbanización Carlos Andrés Pérez de Lobatera, cerca de la avenida donde ocurrió el siniestro. “Nos llamó un familiar que vive en la parte de atrás, diciendo que una gandola se había estrellado frente a nuestra casa, y que subiéramos rápido. Se fue primero mi esposo y luego salí yo. Cuando llegué a la avenida y vi, no lo podía creer, la gandola se estaba incendiando”, recordó la señora de Soto.

Momentos de angustia

Cerca de las 7:30 p.m. del domingo, cuando se produjo el siniestro, el miedo fue creciendo, conforme crecían también las llamas en la gandola, por lo que la zona residencial alrededor fue desalojada, como precaución ante una posible explosión del cilindro, que podría extender el fuego a la casa impactada y a las vecinas, donde existen bombonas de gas y otro enseres que hubieran causado una situación inmanejable, en un contexto de austeridad de movilización vehicular y sin agua para combatir el incendio.

Así quedó la gandola involucrada en el siniestro. (Foto/Juan José Contreras)

Nerviosismo, llantos y oraciones… solo eran algunas de las características que se vieron en las personas de los alrededores donde ocurrió el impacto vehicular, quienes mayormente se concentraron al final de la avenida por protección. La desesperación se acentuó cuando todo quedó en penumbras por el corte de electricidad, que afortunadamente no duró mucho, dada la situación. La aflicción en el matrimonio Soto, desde luego, era mucho mayor.

“He tenido la tensión alta por la misma impresión; es inevitable no llorar y preocuparse, porque es algo que hemos hecho nosotros, como matrimonio, como unión, tener una casa, que hemos ido construyendo poco a poco y que seguimos ahí, entre los dos empujando, y entonces de repente ver que está en llamas, y sin poder hacer nada, es algo impresionante”, dicen al dar gracias a Dios porque la tragedia no fue mayor.

Consecuencias

Los Soto comentaron que efectivamente su casa está al otro lado de la avenida de Lobatera, donde se ubica el estacionamiento donde guardan este tipo de vehículos, pero jamás se imaginaron una situación así.

José Jesús Soto detalló la afectación de su casa por el incendio: “Fueron destruidas tres columnas por el choque, dos vigas de arrastre y otra columna; se quemó parte del machimbre del techo del frente, se partieron tres paredes, y se dañó el portón”.

El matrimonio explicó que la empresa se va a hacer cargo de la reparación de su casa. En primera instancia, la mañana del lunes, cuando retiraron los restos del vehículo, hicieron una limpieza en la que participó también el personal de Protección Civil de Lobatera. Colocaron soportes para que no se caiga la placa, que quedó sin pilares, y ya se contactó al maestro que levantó la casa, para suministrar los materiales y acarrear todos los gastos.

Mantuvieron la fe

“Les damos las gracias a los habitantes de Lobatera, a la alcaldesa, al personal de Protección Civil del pueblo, y en general a todos los que nos ayudaron. Ante el siniestro, a muchos les importó que el tanque pudiera estallar, siempre estuvieron allí, ayudando”, dijo José Soto. 

El matrimonio es devoto del Santo Cristo de La Grita, patrono del Táchira, al cual atribuyen la protección que ellos y los lobaterenses recibieron la noche del siniestro.

Con sus ojos humedecidos, José Soto recordó que cuando ya las llamas estaban casi extintas, cayó el agua del cielo, “Cuando empezó a llover y el techo empezó a mojarse, fue algo indescriptible para mí, fue una bendición”. Soto agradeció también a todas las personas que expresaron su apoyo y solidaridad en las redes sociales, cuando se conoció la noticia del suceso. “No nos hemos ido del país porque tenemos esa casa, y estamos luchando para vivir en ella”, dijo.

Finalmente, en nombre de su familia, Gelsamary Urribarri de Soto manifestó: “Vamos a seguir luchando; la vida es una sola y tenemos que aprender a sobrevivir y guerrear, con constancia, para salir adelante. No hay que ser pesimistas porque, por un lado u otro, uno puede solventar; lo principal es la salud, fe y esperanza”.

Juan José Contreras

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