Regional

“Tengo 62 años de haber dejado la bebida”

23 de octubre de 2023

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Salir solo de una enfermedad como el alcoholismo, sobre todo en sus más profundos abismos, requiere del apoyo de quienes pudieron superarla, así como de una buena asesoría espiritual y profesional. (Imagen generada por IA)

Freddy Omar Durán

Prefirió mantenerse en el anonimato, no porque no sea reconocido entre la comunidad de Alcohólicos Anónimos como su fundador y su más antiguo miembro, sino ante todo porque no quiso violentar la filosofía de la organización donde la privacidad se respeta, y la humildad y el distanciamiento de todo prestigio personal prevalecen.

El 23 de octubre de 1961 se considera la fecha oficial donde él decidió no probar más una gota de alcohol,  para él a sus 85 años, cumplidos recientemente, la decisión más importante de su vida, y que se considera oficialmente la fecha oficial de la instauración de Alcohólicos Anónimos en el Táchira.

Hoy, en su sede principal del edificio Los Mirtos sobre la avenida García de Hevia, conocida como la Quinta avenida, operando por 40 años, se hará una celebración especial, misma que se replicará en los diversos grupos que se extienden por el Táchira.

Por supuesto será una celebración que no incluirá el licor en su programa, algo que dentro de una cultura etílica como la nuestra cuesta mucho entender; lo que si habrá es mucho regocijo, y la participación de profesionales de la medicina, que expondrán las características patológicas de una enfermedad, que lejos debe mantenerse de rótulos como vicio, pecado, debilidad de voluntad, etc.

Por eso Marco C. se considera alcohólico, y desde que lo admitió no solo se distanció de las bebidas, sino que ha sido consecuente con AA, y un pilar destacado de una comunidad que tiene por base fundamental la red de apoyo, que garantiza la salida de un túnel que para muchos pareciera irreversible.

85 años con una lucidez, entereza física y memoria intachable, que de por sí son testimonios de los beneficios de llevar una vida aparte de cualquier tipo de compulsión, y más importante aún pletórica de gratificaciones personales y convicciones espirituales. Desde esa brillantez del ánimo y la mente compartió su testimonio, a través del programa Perfiles de Mi Tierra en La Nación Radio, en una entrevista cuyo extracto recogen las líneas siguientes.

Muy temprano en el alcohol

A los 14 años en una reunión social probó sus primeras cervezas. Cuenta que pese a no emborracharse en esa ocasión, comenzó a sentir un efecto estimulante y deshinibitorio, que a la larga lo conduciría a una desgracia, que solo a los 23 años pudo admitir

“Llegué a Alcohólicos Anónimos a la edad de 23 años; pero mucho antes estaba perdido en la calle, con la familia destruida, haciendo sufrir a mi mamá, todos los que estaban alrededor mío sufrían a causa de mi alcoholismo. Todo el mundo trataba de ayudarme pero nadie tenía la solución para este problema”.

En tiempos en que el espectro electromagnético no se encontraba tan saturado, y existían emisoras colombianas de gran potencia que alcanzaban el éter tachirense, su esposa hasta el día de hoy, y madre de sus dos hijos escuchó por casualidad un programa dominical transmitido los días domingos en Radio Sol de Cali. Al estar seriamente preocupada por la situación de hundimiento personal de su pareja, le recomendó que lo escuchara y desde ese momento se despertó su intención de ponerse en contacto con AA.

“Me gustó mucho lo que decían en el programa de radio,  porque ahí me daban consejos, me presentaban una solución, y no hacían como otra gente que había querido ayudarme antes criticándome, juzgándome, dándome consejos. En el programa escuchaba gente con intenciones de recuperarse que llevaban 3 o 4 años sin beber, y que estaban contentos y llevaban una vida bonita, y querían compartir esa felicidad con otros y a mí eso me impresionó. Lo que en mi  mente siempre quedó grabado fue aquello de `si usted tiene problemas con su manera de beber visítenos o escribanos a la dirección  carrera 3 9-63, Grupo Central de Cali apartado aéreo 140´”.

Para Mario C. lo único que había escuchado era recriminaciones de sus seres cercanos, e incluso amenazas que a nada conducían

“Mi mamá, también desesperada por mi alcoholismo, me llevó a un sacerdote, quien me dijo que si no dejaba de beber me iría al infierno. Todo el mundo me decía qué debía hacer pero nadie me decía cómo. Cuando a un alcohólico le dicen `deje de beber´, es como decirle a alguien que tose mucho, `deje de toser´”.

Procedió entonces al único modo que en aquel entonces existía para comunicarse con alguien en el exterior: la carta escrita, pero en ella todavía se reflejaba la negativa para aceptar su condición

“Antes tenías que escribir una carta, pegarle estampillas, consignarla en el correo y esperar que llegara al destino en 20 o 30 días. Yo me acuerdo que escribí en la carta “yo no soy alcohólico, me emborracho tres o cuatro veces a la semana”. Ellos me enviaban literatura por correo, me enviaban saludos todos los domingo y eso me dio mucho gusto”

Ni Cúcuta ni San Cristóbal contaban con una sede de Alcohólicos Anónimos. Tiempo después se enteraría que en Bucaramanga, en Santander Colombia, ya un grupo tenía alrededor de 7 años de existencia, y de allí partiría el “padrino”, con quien se daría cita en la capital nortesantandereana.

“El empezó a entusiasmarse, a hablarme de sus experiencias. Era una persona muy especial. Y ahí me traje la idea de fundar acá a Alcohólicos Anónimos. Al principio no era fácil porque yo no entendía la filosofía de Alcohólicos Anónimos y a la gente acá parecía que no le interesaba. Sin embargo, hubo un día en que me encontré con un conocido quien fue durante mucho tiempo compañero de farra, y él me dijo “vamos a tomarnos unas cervecitas” y le respondí: “yo ahora no estoy bebiendo” y eso le causó sorpresa, porque siempre me veía en borracheras. Le conté la historia y le llamó la atención, y empezamos a trabajar por atraer a otros alcohólicos. Logramos atraer a otros dos muchachos interesados y logramos fundar el primer grupo de AA en el Táchira.”

Arraigado en una cultura alcohólica, en Venezuela, en donde de mil bebedores frecuentes, 32 padecen la enfermedad del alcoholismo,  en comparación a otros países del continente muestra una actividad menor.

“No existiendo una organización formal en Venezuela hace 62 años, los grupos se registraban en una oficina que había en la ciudad de New York, la OSG, allá registramos el primer grupo. Después las cosas no han sido tan fáciles, siempre han sido un poco difíciles, no sé por qué en Venezuela no progresa AA como en otros países, pues la gente está muy reacia a recibir ayuda, somos un poco soberbios: Mientras en Colombia hay  unos mil grupos, en Venezuela hay alrededor de unos  200, mientras que en México se cuentan por miles”.

Crecimiento espiritual

Partir su torta de cumpleaños con sus hijos, nietos y bisnietos alrededor, a quienes pudo ofrecer una vida digna, le despertó un sentimiento de orgullo de haber escogido un modo de vida sano.

“Dejar de beber para mí fue difícil los primeros días pero después no. Con el tiempo ha desaparecido esa compulsión por beber, pero yo sé que hoy en día encuentro más satisfacción con mi vida: es más alegre, más bonita cuando comparto con otros, cuando estoy en mi grupo, cuando cuento mi experiencia, cuando oigo a mis nuevos compañeros contar su experiencia, eso me da una sensación de tranquilidad y seguridad”.

Más que considerar estar dando una ayuda a quienes no tienen claridad sobre su enfermedad, se considera receptor de la ayuda de ellos, pues él sabe que ese acto de entrega forma parte del tratamiento a un mal del que prosigue hasta el fin de su existencia. Una enfermedad que ha sido catalogada como tal por la Organización Mundial de la Salud.

“Yo sé que todo ha sido por la gracia de Dios, que me haya mantenido sobrio. Yo digo que he trabajado, he ayudado, pero en realidad los que me han ayudado son los que llegan a la institución y me dan fuerzas para seguir. Cuando uno ve un compañero todo enfermo y su familia destruida y problemas de trabajo, y de pronto deja de beber, crece, su familia se reintegra, y los ve hasta cambiar física y materialmente, se siente una gran alegría”.

El soporte espiritual para Mario C. resulta fundamental para en AA pero el mismo jamás se identifica con una religión determinada; más bien se relaciona con unas ganas de progresar y estar alegre

“Somos espirituales al aceptar que hay algo por encima de nosotros que puede ayudarnos, de que debemos hacer un inventario moral, y revisar nuestras fallas y virtudes, basados en los 7 pecados capitales, para luego pedir perdón por el daño que hicimos y comenzamos a reponer. Cuando comenzamos a practicar la oración y la meditación y estamos dispuestos a servir a otros, hay una transformación en nuestra manera de sentir, de ver y vivir, y  así somos mejores esposos, hijos, ciudadanos. Porque lo que nos hace beber, en realidad son los defectos de carácter, la forma como estamos actuando”.

Más allá de la voluntad

Aclaró que Alcohólicos Anónimos es una institución sin fines de lucro, que se sostiene con las contribuciones personales de sus miembros, con lo que se paga un arriendo, entre otros gastos y solo la secretaria devenga un salario de ley. Para AA, la superación del alcoholismo no es un propósito, o un reto de la voluntad, es un logro que día a día se alcanza con el plan de las 24 horas

“La fuerza voluntad aunque es buena para muchas cosas con el alcoholismo falla; el que hace tanta fuerza llega un momento que afloja. La buena voluntad es ir poco a poco, día a día. Es una filosofía muy grande, es de vida, de vivir el instante. No hacemos promesas, no nos comprometemos a cosas difíciles. Yo aspiro a que jamás nunca vuelva a beber, pero no me interesa si mañana bebo o no, lo importante es que no beba hoy”.

Preguntado por el rol que deberían cumplir los estados del mundo para prevenir el alcoholismo; para él sería más de carácter educativo.

“Lo primero que se debe hacer es campaña educativa en el sentido de insistir en  que el alcohólico no es un degenerado, no es un inmoral, o un vago, es un enfermo. Desde la salud pública se necesita que los médicos lo traten como tal, desafortunadamente los psiquiatras no están capacitados para entender que el alcoholismo es una enfermedad”.

Acotó que las puertas de AA no solo están abiertas a los alcohólicos, y que sus reuniones son para todo el mundo incluso a aquellos que se interesen por obtener información, multiplicar su mensaje o ayudar a alguien cercano a afrontar ese oscuro mundo. Incluso son bienvenidos todos aquellos que padecen otro tipo de adicciones –a los estupefacientes, al sexo, a los equipos electrónicos o a algún tipo de dependencia emocional- pues en sus casos se aplican perfectamente el “programa de los doce pasos”, en tanto la adicción es una sola lo que cambia es el tipo de droga.

“Alcohólicos Anónimos no es ninguna panacea, ni es la única solución, pero tenemos una solución efectiva: más de 3 millones de personas en el mundo han optado por la que tenemos, y la queremos compartir. No excluimos ninguna terapia psicológica o soporte religioso, por el contrario los recomendamos”

 

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