Reportajes y Especiales
ESPECIAL | Iglesia Santa Bárbara de Rubio: historia, perfección y devoción
17 de abril de 2020
Norma Pérez
Desde el colegio “María Inmaculada”, plantel educativo fundado en 1925 y ubicado en la acera frente a la iglesia Santa Bárbara de Rubio, un niño veía la construcción de la cúpula del templo donde después descendería la escultura del Sagrado Corazón de Jesús con sus brazos abiertos para bendecir y proteger al pueblo de Junín.
Corría la década de los sesenta y ese pequeño estudiante de primaria era Óscar Alí Medina Hernández, quien sumaba once años de edad y en ese momento no vislumbraba que en un futuro observaría esa misma iglesia con la mirada profesional de un doctor en arquitectura formado en la Universidad de Valladolid, en España, para describir en detalle la imponente edificación declarada Monumento Histórico Nacional.
Su visión de experto permite hoy conocer más de cerca los pormenores de esta iglesia, cuyo origen fue una humilde capilla y que ahora entre la perfección de sus paredes guarda historia, admiración y devoción.
Génesis de una creación
La iglesia Santa Bárbara de Rubio fue declarada Monumento Histórico Nacional según Gaceta Oficial N° 26320 de fecha 2 de agosto de 1960. El arquitecto rubiense Óscar Medina Hernández, quien tuvo la oportunidad de apreciar algunas etapas de su construcción, aporta sus conocimientos para ir más allá de la simple contemplación estética.
La describe como un edificio que destaca por haber evolucionado hasta ser una referencia muy importante desde el punto de vista arquitectónico, constructivo y social, convirtiéndose a través de su historia en un hito no solo para la ciudad de Rubio, sino para la región y el Táchira.
“Desde el punto de vista arquitectónico destaca por dos razones: la primera, porque es una edificación resultado de una serie de transformaciones hechas al antiguo templo construido en 1911, del que no se tienen mayores referencias. Posteriormente, en 1932, con la llegada de los padres Dominicos provenientes de Colombia -congregación regente hasta la fecha de la parroquia Santa Bárbara de Rubio- se presentó el proyecto realizado –según la arquitecto Solvey Romero en su tesis doctoral -de la cual fui jurado- denominada Arquitectura Tachirense con Valor Patrimonial– por el señor B. Gracer, de quien no se conocen mayores datos, que concluyó con la construcción del actual templo”.
Añade que la obra dirigida en gran parte por los Dominicos se realizó entre 1948 y 1958. “No obstante, creo que la cúpula y la colocación de la escultura del Sagrado Corazón de Jesús que sirve de remate a la misma se terminó de construir en la década de los años 60 del siglo pasado, pues, mientras cursaba mis estudios de primaria en el Colegio María Inmaculada ubicado en el margen izquierdo de la iglesia sobre la acera contraria, veía su construcción”.
La fachada original se mantuvo intacta hasta 1974, año cuando se realizó con un proyecto del arquitecto venezolano Erasmo Calvani una total reconstrucción de la iglesia que abarcó tanto el aspecto arquitectónico- constructivo como urbano, dentro del marco del Plan de Desarrollo para Rubio presentado durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Explica que el proyecto consistió en el cubrimiento de la vieja fachada con la actual dentro de un lenguaje neogótico, donde el concreto, la arcilla y el hierro fueron los principales materiales produciendo una nueva compuesta por tres cuerpos horizontales -los dos de los extremos son torres de aproximadamente 50 metros de alto– correspondiéndose con las tres naves que componen la iglesia.
Desde el punto de vista urbano se derrumbaron las construcciones que conformaban la manzana donde se ubica la iglesia y no permitían observar las fachadas laterales y posterior, se eliminó la calle trazada al frente dejando que la actual plaza Bolívar quedase incorporada físicamente con el atrio del templo.
“Este aspecto es bien importante porque permitió ‘descubrir’ la iglesia en la totalidad de su volumen y generó un cambio desde el punto de vista físico-urbano, componiéndose de esta manera un espacio abierto para el descanso y las relaciones sociales con caminerías, bancos de estar y arborización. Sin embargo, estos cambios no produjeron ninguna variación importante en la arquitectura de las edificaciones cercanas ni en la caracterización urbana, seguramente por la ubicación del edificio eclesiástico pues éste se encuentra más cercano del sector fundacional de la ciudad, bastante abandonado por la administración municipal, que del área de crecimiento y expansión de la misma”; refiere descriptivamente el experto, para que el neófito pueda hacerse una idea de cómo fue la evolución del templo.
Carácter social-religioso
La iglesia se puede apreciar desde cualquier punto de la manzana y sus alrededores, haciendo posible una mayor y mejor interacción entre los miembros de la sociedad y de estos con ese elemento representativo de la fe católica de la mayoría del pueblo rubiense.
“De allí que hablemos de un hito físico por las características de su forma, tamaño, construcción y belleza para casi todos quienes la conocen por cualquier medio físico o digital, pero además de un hito social y espiritual por convertirse en el corazón religioso de la ciudad y la región juninense”. Esto puede certificarlo cualquier habitante de Rubio que acude con devoción a la casa de Dios.
Con una trayectoria de tres décadas como docente universitario, el doctor Óscar Medina en incontables ocasiones fue tutor o jurado de tesis en estudios de cuarto nivel que le permitieron profundizar en sus conocimientos acerca de la Iglesia desde diferentes puntos de vista.
“Ese carácter social-religioso pudo determinarse en la tesis de postgrado -de la cual fui director- denominada Significación Cultural de la Iglesia Santa Bárbara de Rubio, presentada por la arquitecto Melissa Méndez. En la misma se hizo una encuesta a niños mediante dibujos, y a adultos a través de preguntas sueltas, residentes de diversas zonas de Rubio, con el fin de determinar el impacto de la edificación en la percepción del habitante de la ciudad, obteniéndose una casi total identificación con la iglesia como el edificio más importante por lo que representa para la religión, por su escala monumental y porque es centro de la celebración eclesiástica de los diversos sacramentos: matrimonios, bautizos, primera comunión, la misa dominical, de grado, agradecimiento, y otros, todos ligados a la cultura del rubiense en particular y del católico en general”.
El otro aspecto de relevancia es el constructivo por el carácter neogótico de su lenguaje arquitectónico, pero, además, por el tipo de material utilizado en la construcción de la totalidad de la iglesia.
Expone que en este sentido, tanto el sistema estructural, con bases en grandes columnas, nervios, arcos ojivales y bóvedas del techo, fue construido con ladrillos de arcilla, algunos redondos para las columnas, de gran dimensión y peso. “Personalmente vi algunos moldes de esos ladrillos en el colegio María Inmaculada -mientras cursaba mis estudios de primaria- pegados con una mezcla de arcilla, paja y sangre de vacuno, según contaban algunos viejos residentes. Este tipo de construcción es una gran atracción para el visitante por la unidad que le brinda al interior y exterior del edificio y porque permitió una gran altura del espacio interno creando un micro clima agradable donde el calor no es lo más usual dentro del recinto”.
La nueva fachada igualmente usa la arcilla como elemento unificador del conjunto, no obstante es notoria la diferencia del lenguaje arquitectónico entre el cuerpo de la iglesia y la fachada.
Entre los muchos detalles importantes que destaca, están las capillas laterales y sus cúpulas, así como los vitrales verticales de gran altura que a lo largo de las paredes exteriores de la iglesia dejan ver distintas figuras eclesiáticas de santos y momentos ligados con la vida de Jesús.
También los rosetones de colores ubicados en la parte superior de los arcos laterales de la nave central, los cuales producen un colorido remate sobre las paredes y columnas cuando los rayos el sol inciden en horas de la tarde sobre los mismos, generándose un ambiente de gran belleza material, pero igualmente un mayor acercamiento a la espiritualidad de quien se encuentra dentro de la iglesia.
Aquí late un corazón
La iglesia Santa Bárbara simboliza el orgullo indestructible del rubiense por su templo y la admiración del visitante que desde diferentes latitudes llega hasta este pueblo andino a contemplarla.
Pero, más allá de su belleza, en su interior late el corazón de las parejas que unen sus vidas frente al altar, del niño que recibe en su frente el agua bautismal, de quien toma por primera vez la hostia consagrada, del familiar o el amigo que despide para siempre a un ser querido.
Es el templo enlazado con la vida de un pueblo. De aquel niño que desprevenido miraba su construcción sin conocer cuál sería su destino. De la oración recitada con fe inquebrantable. En el repicar de las campanas, se escucha un mensaje de esperanza porque así es la confianza en Dios.