Espigado y activo, siempre dispuesto a afrontar sus tareas y sus compromisos como periodista, Freddy Durán es nuestro compañero de labores, responsable, entre otras cosas, de la fuente Cultural, por cuyo atento trabajo, su dedicación a la misma, y el amor profesional y ético conque lo hace, hoy recibe el Premio de Periodismo Cultural Héctor Mujica, que otorga el Museo de Artes Visuales y del Espacio del estado Táchira, Mavet.
Razón suficiente para que el hombre que hace noticias cada día, este día él sea noticia. Placentera, además, para todo el equipo de Redacción. Aunque con la modestia que lo caracteriza, nos dice de entrada que “Este premio no lo veo como un reconocimiento a mi trayectoria. Se lo debo a una serie de trabajos asignados por el jefe de Redacción, José Luis Guerrero, y la directora, Omaira Labrador, que desarrollamos en estos tiempos de pandemia, en los que precisamente nos enfocamos en cómo el mundo cultural se ha visto afectado por la obligación de aislamiento y distanciamiento, que implicó prácticamente el abandono de los ámbitos físicos tradicionales; pero, igualmente, la apertura de otros espacios de encuentro desde lo virtual.
—¿Desde cuando estás en La Nación, y cómo te involucraste con el periodismo cultural?
—Entré a La Nación un mes antes de graduarme, en 2001, o sea, llevo acá 20 años. Asumí la coordinación del Quinto Cuerpo, un suplemento multitemático, al que le fuimos dando poco a poco un enfoque cultural. No estábamos inventando nada, pues había la experiencia en esa fuente, de colegas como Ligia Parra, que hizo Espacio 7.
Pero, de alguna manera, desde la universidad, estaba muy involucrado con el mundo artístico tachirense y creo que eso nos llevó al lugar correcto, pues no me costó trabajo tener la colaboración de gente que ya me conocía.
—¿Qué te llevó a estudiar Periodismo?
—Nací en Cúcuta en 1973, y desde que recuerdo, me gustaban los suplementos culturales de El Espectador, El Tiempo y El Universal de Caracas, que llegaba allá los domingos. Pero nunca pensé ser periodista, incluso después de un segundo lugar en un concurso de cuento en bachillerato, en un taller de Periodismo en el Sena.
Mis intereses estaban en la literatura. Y un día quise estudiar en Venezuela, ya que aquí se te abrían las puertas para la educación superior. Me vine, y aún no estaba en la universidad, pero me emocionaba descubrir la Biblioteca Pública, la Hemeroteca, sus instituciones de educación superior y el Ateneo. Incluso el Mavet, cuando apenas ocupaba dos oficinas del Centro Cívico.
Así, me enamoré del Táchira. Me aclimaté a este entorno ya hace 30 años, y me cuesta pensar en retornar, o partir a otro lugar. Aunque esas son cosas que solo Dios decide.
Mi sueño en principio era Ingeniería Electrónica. Pero por esos días, supe que en la ULA estaban las inscripciones para las pruebas internas. Participé y quedé de tercero. Y la carrera que me interesó: Comunicación Social. Fueron más de 5 años, muy bonitos, porque más que una universidad, para mí la ULA fue mi segundo hogar.
—¿Lo más difícil que ves para hacer periodismo de cultura? ¿Y qué, lo más agradable?
—Más allá de una afinidad, al periodismo cultural agradezco muchas de mis amistades, pues contrario a lo que sucede con otras fuentes donde prevalece el interés, e incluso el enemigo soterrado, en el periodismo cultural te involucras con seres humanos con ganas de crear, con sueños, talentos y esfuerzos, mostrándose tal y como son. Eso, difícilmente ocurre con otras fuentes periodísticas.
Igualmente, más allá de ser periodista, está el privilegio de ejercer el periodismo a través de la escritura. En mi caso, entre la literatura y el periodismo establezco distancia, a ratos de cercanía, a ratos de lejanía. Es un tema largo del cual yo sí quiero subrayar algo: ni el periodista es un escritor frustrado, ni el escritor, en virtud de sus habilidades, puede autoacreditarse periodista. Pero no puedo negar que cuando desarrollo un trabajo periodístico, sí le doy un vuelo literario a lo que hago, me siento bien. En el periodismo cultural tú puedes jugar infinitamente con la palabra, y eso es placentero.
— ¿Qué otros reconocimientos has recibido?
—A menos de un año de graduarme, recibí reconocimiento de la alcaldía de Jáuregui. Poco después, el premio de Periodismo Cultural. Luego, la primera edición del Premio Promoción del Táchira-2002. En 2008 recibimos el Premio Nacional de Promoción de la Lectura. Después vinieron otros reconocimientos, como el premio regional Ramón Velásquez-2015, y el premio Borges Zurita del CNP (2019).
En lo literario, también hemos recibido reconocimientos en narrativa y en poesía. Fui de los últimos ganadores en los Circuitos Culturales, en Narrativa-2002, y también primer lugar en el Premio Nacional de Poesía Rafael María Baralt, de la universidad homónima en Maracaibo. En 1993 obtuvimos mención en el concurso de Poesía Joven, del Instituto de Cultura del Norte de Santander.
Y un premio importante para él: “Soy padre de Santiago Alejandro, de 10 años. No lo estoy forzando para que se interese por el periodismo o la literatura; pero sí estoy seguro de que él está empezando a apreciar estos mundos. Espero que aprenda a apreciar la dedicación que uno les adjudica, para que en un mañana siempre ande pendiente de su crecimiento cultural, sin importar el ámbito profesional que escoja”.
— ¿Hay condiciones políticas y sociales para que se desarrolle el arte y la cultura? ¿Y para la práctica del periodismo cultural?
—El hecho de estar insistiendo en esto del periodismo por encima de todas circunstancias que vive el país, de por sí representa un proyecto en curso. Depende de cómo lo mires: La institucionalidad cultural está en su punto más bajo, o puede estar en un momento interesante, en el que existe la oportunidad de un encuentro más íntimo entre el espectador y el artista, a través de las redes sociales.
Lo cierto es que ya el cambio es irreversible, y como periodistas culturales, antes que ponernos en falsas nostalgias o elogios futuristas, debemos estar pendientes de lo que está pasando. La pandemia me permitió pulir mi antología de cuentos, que, gracias a Dios, ya se le dio sus últimos toques.
Yo creo que el norte del periodismo cultural no debe ser reseñar la cultura como un hecho aislado, pertinente a ciertos creadores y ciertas audiencias, sino vincularlo profundamente al crecimiento humano y de un país
Porque, aunque yo cubro diversidad de problemas en mis pautas periodísticas, siempre el factor cultura se revela como génesis de los mismos. No considero que la cultura deba estar en un castillo de cristal. Ella, sencillamente, debe ser considerada en igual rango que todo lo demás que consideramos noticioso. De ahí que nosotros hagamos periodismo cultural y no un subproducto.
— Para terminar, Freddy.
— Por supuesto, estoy muy agradecido de que por segunda vez el Mavet me honra con este homenaje y en especial con la licenciada Belkis Candiales, quien tanto se ha empeñado en que este reconocimiento perdure, porque creo que prácticamente, en medio de la pandemia, es el único que existe. Y es que Belkis ha sido un alma inc ansable en esta lucha porque lo cultural no se duerma.
Humberto Contreras