Reportajes y Especiales

Fueron ejecutados por exigir sus derechos

30 de abril de 2022

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Mientras en Venezuela mandaba como presidente de la República el militar y político Joaquín Crespo, caudillo del Liberalismo Amarillo, finalizando ya su primera administración, en la localidad de Haymarket, el 4 de mayo de 1886, se producía la conocida como Masacre de Chicago en los Estados Unidos, que devino luego en la celebración mundial del Día del Trabajador en homenaje a los ocho dirigentes obreros, condenados por exigir sus derechos, de los cuales cinco fueron ejecutados en la horca.

Las protestas se originaron en la fábrica de maquinaria agrícola McCormik, en donde sus obreros exigían la reivindicación de la jornada laboral de 8 horas: (“8 para el trabajo, 8 para el sueño y 8 para la casa”), era la solicitud hecha en los albores, hace 136 años de la llamada “Revolución Industrial” que promovió que miles de propios y extraños llegaran por miles en ferrocarril a la ciudad de Chicago y que en su mayoría habían sido ganaderos en el oeste del gran país, ahora desocupados, que se residenciaron en villas miserias, a los que se sumaron otros tantos miles de emigrantes, sobre todo del Viejo Continente.

Monumento en homenaje a los trabajadores que cada 1 de mayo celebran su día internacional alrededor del mundo.

Para el momento, los patronos aplicaban una jornada de trabajo de hasta 18 horas diarias, por lo que se enfrentaron los dirigentes sindicales, que salieron a las calles en busca de mejores condiciones laborales, cuyos líderes estaban afiliados a la Orden de los Caballeros del Trabajo con influencia anarquista y que derivó en la promulgación de la ley sobre las ocho horas de jornada laboral que acataron 19 estados de la Unión que presidía Andrew Johnson en Norteamérica.

Tal decreto no solo se incumplió, sino que dio lugar al inicio de una serie de protestas, rechazadas sobre todo por la influyente prensa norteamericana, que consideró a estos movimientos como “indignantes e irrespetuosas, delirio lunático, nada patriotas”, que se impuso a la denominada Ley Ingersol.

A raíz de los movimientos sindicales, se buscaron sospechosos de ideas antidemocráticas entre la plana mayor de los dirigentes tildados de anarquistas, por quienes los diarios clamaban: “¡A la horca! los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar la autoridad de nuestra nación, proclamando doctrinas sediciosas y peligrosas”.

Por estos motivos, el 21 de junio de ese mismo año de 1886 fueron procesados treinta y un detenidos, que luego se redujeron a los ocho en un juicio que fuera considerado como una farsa sin respeto a la norma procesal alguna, en donde se les declaraba culpables; a tres de ellos condenados a prisión y a cinco a la muerte en el cadalso de la horca, ejecutados el 11 de noviembre de 1877.

Los que fueron encarcelados y los que perdieron la vida por sus luchas en provecho de la clase trabajadora de la fábrica de San Francisco, entre los que se encontraban un tipógrafo y dos periodistas, fueron: Michael Schwab, Louis Lingg, Adolh Fisher, Samuel Fielden, Albert Parsous, Hessois Auguste Spies, Oscar Neebe y George Engel, sometidos a un juicio sumario “para acabar con el movimiento obrero” como reclamaban los periódicos que en la época estaban en su mayoría en manos de los magnates William Randolf Hearts y Pulitzer.

George Engel, tipógrafo de 50 años, entre las víctimas de la masacre de Chicago.

La huelga que había empezado el 1 de mayo con la participación de unos doscientos mil trabajadores, fue resistida por otros tantos esquiroles que originaron peleas campales en las calles, que obligó a la intervención policial para romper las violentas manifestaciones, en donde durante la arremetida de los agentes por dispersar a los beligerantes, murió uno de ellos por la acción de un explosivo lanzado por uno de los huelguistas.

Debido a estos hechos, durante la celebración internacional por los derechos sociales y laborales de la clase obrera, y durante la reunión del Congreso Obrero Socialista, se instituyó en 1889 en París, rendir cada 1 de mayo el Día del Trabajo por los Mártires de Chicago ante los hechos ocurridos en Haymarket Square, conmemorado universalmente, menos por los Estados Unidos y Canadá, que festejan en septiembre el llamado “Labor Day”.

En Venezuela, la fecha se recuerda con carácter oficial desde el año de 1945 por decreto emanado del entonces presidente, el tachirense Isaías Medina Angarita.

Queda en la memoria planetaria la suerte corrida por los cinco sentenciados a muerte y los tres presos por años en las cárceles, que en defensa de la dignidad humana salieron a las calles a exigir el cumplimiento de una norma que actualmente se cumple en todo el mundo.

El Día del Trabajador, en esta parte del continente, es motivo de salida a las calles de la clase trabajadora en recuerdo de los mártires de Chicago y en demanda de sus reivindicaciones de ingresos, tanto sociales y de salud, como económicos y recreativos.

En Moscú, capital de Rusia, se celebra el 1 de mayo con un impresionante desfile.

Víctor Matos

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