Sucesos

Caos, anarquía y vacío de autoridad influyen en incremento de accidentes

18 de septiembre de 2021

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Y de repente la gente se pregunta: ¿Qué está pasando en nuestra ciudad?, tratando de obtener una respuesta sobre el caos y la anarquía que reinan en la capital tachirense, que se ha ido deshumanizando, hasta el punto que se ha convertido en tema de preocupación por los diversos escenarios, no acordes con el funcionamiento de una ciudad. Uno de estos aspectos tiene que ver con materia de tránsito terrestre, debido a la gran cantidad de accidentes que a diario ocurren, dejando un alto índice de personas heridas o muertas, y totalmente al descubierto una marcada indiferencia de las autoridades competentes, que permanecen imperturbables ante tan grave problema.

Los organismos de auxilio y rescate prácticamente no dan abasto para afrontar las emergencias, que con pasmosa sucesión ocurren, una tras otra, causando la movilización de personal y recursos, con los cuales poco cuentan. Los bomberos de la ciudad y los paramédicos de Protección Civil lo han expresado en varias oportunidades, debido a que están viviendo una situación que ha rebasado sus capacidades.

Los pacientes traumatizados, además del sufrimiento por sus lesiones, deben pasar por momentos difíciles, ante los altos costos del tratamiento y recuperación.

Los mismos organismos dispensadores de salud, como el Hospital Central de San Cristóbal, han exteriorizado su preocupación por la gran cantidad de personas que, víctimas de traumatismos, ingresan por las áreas de emergencia, en su mayoría motorizados.

Desorden y anarquía

Dice el viejo dicho popular que lo que está a la vista no necesita anteojos, pero pareciera que no es así, porque la acción por parte de los organismos que están obligados a actuar no ocurre. Con frecuencia se observa cómo las normas de circulación son irrespetadas, particularmente por conductores de motocicletas que desacatan señales, semáforos, contravienen flechado y cometen numerosas infracciones, a la vista de todos.

Solo basta con detenerse un momento, en cualquiera esquina, en cualquier parte de la ciudad, para observar sobre el propio terreno un comportamiento que incurre en el abuso y la irresponsabilidad por parte de decenas de motociclistas, lo cual no es compartido ni justificado por una gran cantidad de ellos que utilizan sus máquinas para el trabajo o su traslado personal, y no están de acuerdo con este comportamiento, porque los perjudica a todos.

J. G. Molina, mototaxista de Barrio Obrero, considera que por uno pagan todos, y hace un llamado a sus colegas motorizados para que desistan de este comportamiento inadecuado. Los mismos mototaxistas deben entrar por el aro y cumplir con las normas de circulación, porque están prestando un servicio público y colocan en peligro la vida de sus usuarios, dice. Algunos ni siquiera facilitan a su pasajero el elemental casco de protección, acota.

Zonas como La Concordia, centro de la ciudad y Barrio Obrero se han convertido en sitios de gran inseguridad en materia de tránsito. De igual manera, la situación se presenta en casi todos los puntos de la capital tachirense. “Uno va por su vía, cuando de repente se encuentra con un motorizado de frente y debe maniobrar rápido para evitar un accidente, y si dice algo, se arma la sampablera porque la reacción suele ser agresiva, comentó un taxista, también de la zona de Barrio Obrero.

Automóviles, camiones y busetas

Esta situación no es exclusivamente de motorizados. El irrespeto a las normas y el abuso se han detectado en automovilistas, camioneros y buseteros que, ante la impunidad, incurren en lo mismo. Se les ve contraviniendo flechados, desacatan pares y semáforos y paran donde sea, porque saben que no les ocurrirá nada, que difícilmente serán sancionados. En la zona de Barrio Obrero hay quejas por el comportamiento de automovilistas que bajan por el pasaje Pirineos y suelen “comerse la flecha” para ingresar a un conocido establecimiento de venta de medicamentos.

El estacionamiento de carros en doble fila o sobre las aceras o pasos de peatones, tan solo parece ser un problema para los peatones que lo sufren, pero no para las autoridades. Se observa, con incredibilidad, cómo por el lugar donde ocurren infracciones pasan unidades patrulleras y los funcionarios ni se dan por enterados.

Para el ciudadano común y corriente, respetuoso de las normas de tránsito, conducir vehículos o caminar por algunos sectores de la ciudad se han convertido en alto riesgo, por el peligro que los infractores, irresponsables y abusadores, representan y que no se detendrán hasta tanto las autoridades no decidan, como debería ser, “tomar el toro por los cuernos” y de una vez por todas enfrentar el problema, en beneficio de la población, que pareciera estar indefensa y desprotegida.

Sin señalamiento ni demarcación

También es cierto que en esta situación de alta siniestralidad en materia de tránsito influyen la falta de señalamiento y demarcación, ausencia de avisos de “Pare”, marcado peatonal y el mal funcionamiento de los semáforos.  Esto se agrava en los semáforos dañados y es más visible en los lugares de mayor tráfico, donde, a pesar del daño, no se observa a ningún funcionario de tránsito tratando de amainar la situación.

Otro problema es que las pocas señalizaciones que existen en la ciudad están sido vandalizadas por personas inescrupulosas, que los han destruido. Un vecino de la parte alta de la ciudad dijo que observó a un grupo de jóvenes derribando un “pare”, hace unas dos semanas, en horas de la madrugada, y pese a que llamó a la policía, esta nunca apareció.

Alta siniestrabilidad

La siniestralidad a causa de accidentes viales es demasiado alta. Solo los paramédicos del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal reportaron el pasado viernes, en cuestión de horas, cuatro accidentes con motorizados, entre ellos uno en la avenida Antonio José de Sucre, a la altura de la estación de servicio La Redoma, y otro en la avenida Carabobo. .
El sábado 11 de septiembre, en horas del mediodía, reportaron tres accidentes en el perímetro de la ciudad, entre ellos una colisión de dos camionetas en la Av. 19 de Abril. Los carros involucrados fueron un Jeep Cerotee y una Tirios. Saldo de dos lesionados, una dama de la tercera edad, quien sufrió “síndrome de latigazo“ y traumatismo de clavícula, en tanto que un masculino resultó con traumatismo en el brazo derecho.
Otro accidente se produjo en el sector Santa Teresa,  donde dos personas que se desplazaban en motocicleta  resultaron con lesiones que ameritaron su traslado a un centro asistencial. El tercer accidente fue en Pirineos II, donde un conductor de moto sufrió heridas que lo llevaron al hospital.

Desde el Hospital Central de San Cristóbal se han disparado las alarmas y en el Departamento de Traumatología ha hecho un llamado a las autoridades para que tomen conciencia y actúen en consecuencia. “Tenemos una gran cantidad de pacientes, en su mayoría jóvenes, que deberán llevar por el resto de sus vidas las consecuencias de un accidente”, expresó un residente de Traumatología. Los pacientes deben pasar por momentos difíciles. Además del dolor físico que deben soportar por sus heridas, deben afrontar una situación delicada, desde el punto de vista económico, por los gastos que implica el tratamiento y la recuperación, la adquisición de equipos de tipo quirúrgico y traumatológico, pernos, prótesis, medicamentos y otros que tienen alto costo y el hospital no está en condiciones de suministrarlos porque no los tiene, agregó.  Un accidente se convierte en un grave problema, que no solo afecta al paciente, sino también a su familia, que debe pasar por sacrificios y necesidades para poder ayudar.

El problema no tiene respuesta oficial. No se volvieron a realizar los operativos, ni desarrollar las jornadas de vigilancia y patrullaje en materia de prevención. El decreto 511, que a pesar de las críticas de detractores cumplió una importante y efectiva labor, ayudó a salvar vidas y frenar la ola de accidentes que ocurría en ese entonces. No ha sido derogado, pero tampoco se aplica porque permanece abandonado y olvidado en algún escritorio.

Armando Hernández

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